• Desafío al corazón. Capítulo {69}

9:01

Ella sonríe. La cojo de nuevo en mis brazos, la arena se nos pega en los pies. El agua no cesa. Su pecho sube y baja deprisa. El agua se desliza por mi cara, mi abdomen…las palpitaciones se vuelven cada vez más intensas mientras ella vacila al tocar mi cuerpo y mis labios. Beso su cuello y lo mordisqueo. Mis manos recorren su espalda y sus dedos se enredan en mi blusa empapada. Sé que puede sentir la fricción de mis vaqueros en sus piernas desnudas. Juego con sus labios, investigando cada recodo de su boca. Sus manos hacen algo parecido con mi abdomen. Siento un calor invadiendo mi miembro. Su respiración algo agitada por mis besos me pone aun peor. Suelta un leve quejido al sentir mi bulto en su muslo. Duro. Latente.
Abro la mano y la atraigo hacia mí, abrazándola, estrechándola contra mí, besándola. Y ella se deja. Da un pequeño saltito y me rodea la cintura con las piernas, apretándome en un mordisco suave. El agua se cuela por los rincones que nos separan, mínimos. Esos mínimos rincones. Sin cesar. Y comienza a molestarnos. Nos comienza a molestar todo. Mientras mis manos naufragan tranquilas por su cintura.
-Vamos. – me susurra en el oído con la respiración a mil por hora.
No entiendo muy bien ese ‘’vamos’’ pero lo imito como un ‘’Entra en la cabaña’’. Supongo que lo interpreto bien porque me besa sin tregua. Choco con la puerta, pero no la suelto en ningún momento. Abro como puedo y cierro como puedo. Me late fuerte el corazón. Está empapada, su ropa pesa. Me pesa. Nos pesa.
-Quítamelo. – susurra sobre mis labios y respira cerca de mi oreja mientras se deja desnudar.
Y me pierdo en su azul perdido. Fuera el vestido. Ella tira de mi blusa con ansias y esta cae al lado de su traje. Y todo esto en brazos. Muerdo su clavícula, recorro su cuello, dejando cortos besos mojados durante el tour. Me hace devolverla al suelo y por fin puedo verla. Si no fuera porque ha sido una sorpresa juraría que habría ido en busca de ropa interior erótica. Tiene un brassier color azul cielo, azul perdido. Y unas braguitas del mismo conjunto algo recortadas. Trago saliva.
-¿Por qué me miras así? – pregunta riendo mientras se acerca a mí nuevamente besándome en el cuello.
-No puedo evitarlo. – contesto.
La atraigo hacia a mí. Le beso en el cuello, se echa el pelo hacia atrás y yo, como un vampiro, sigo lamiéndola mientras saboreo su piel, su aroma, su perfume.
-Si puedes evitarlo. – me contesta agitada.
-No quiero evitarlo.
-Justin…
Es malditamente sexy escuchar mi nombre escurrirse de sus labios. Más malditamente sexy incluso cuando lo dice con ese tono seductor y algo erótico. Me duele de lo dura que la tengo. Pero eso me excita aún más. Se eleva, se pone de puntillas otra vez, sin separar sus labios de los míos. Domina. Sabe manejarse. La tengo abajo y de repente me encuentro con ella en brazos. Juega. Y lo hace bien. Muy bien. Su dulce humedad está demasiado cerca del bulto que lucha por salir de mis vaqueros. Muerdo mi labio inferior al sentir como se mueve sobre mí, arqueándose, a propósito, juguetona, riendo sobre mi boca. Camino con ella hacia atrás. Aún no quiero caer en la cama. La apoyo en la pared. Y ahora juego yo. ‘’No quiero que pierdas tus cositas de chico malo porque piensas que me gustas más de la otra forma.‘’
-¿Qué tal si te muerdo?
-Muérdeme. Juega. – me contesta divertida.
Muerdo su boca, una dos, tres, cuatro veces. Y justo cuando va a devorar mis labios, me separo. Y vuelvo a morderla. Me río. Se ríe. Recorro su espalda con mis manos. Llego a su trasero. La aprieto contra mí. Suelta un gemido ahogado al aire. Me pongo aún más. Muerdo su cuello. Su clavícula. La tomo con tal fuerza que la levanto del suelo de un solo abrazo, colocándola de nuevo a ahorcadas sobre mí. Mis manos le aprisionaron el cuerpo y su calor me invadió hasta la medula espinal. Sublime. Luego veo sus labios entreabiertos y todo se va por el caño. Mis labios se estampan con furia sobre los suyos, desesperados. Al igual que ella, que pierde sus manos en mi cabello, tan desesperada como yo.
Siempre había oído eso de que las cosas prohibidas suelen hacerse demasiado tentadoras. Pero hasta hace poco no había sido realmente consciente. Supongo que era por estúpido, pero todos crecemos, cambiamos, y, en algún momento, todos dejamos de ser pequeños niños ingenuos. Ahora, las tentaciones empiezan a ser demasiado fuertes, atrayentes. Y no me refiero a drogas, ni a tabaco. Ni tan siquiera alcohol. No. Me he dado cuenta que vivo sin todo eso. Hablo de algo diferente, de otro tipo de droga, de otro tipo de adicción, de una atracción distinta. Me estoy refiriendo a ella.
La mecí arriba y abajo, frotándola contra mi miembro. Volvió a suspirar contra mi boca esta vez más fuerte. Nosotros. Sólo nosotros. Su cabeza hacia atrás, su pelo suelto, libre. De repente sus manos traviesas avanzan hasta el botón de mis vaqueros. Dejo que lo desabroche. Caen al suelo.
-Ahora estamos empatados. – susurra contra mi oído dejando en el camino una pequeña risita.
Más cerca. Más mía. Vuelvo a besarla en el cuello mientras mis manos recorren su espalda desnuda. Toco el pequeño cierre de su brassier y lo abandono, haciéndole esperar. Bajé mis manos hasta el borde de sus braguitas. Con cuidado acaricio sus muslos. Su piel está tan caliente como yo en este momento por ella. Su respiración entrecortada cae sobre mi oreja y mi nuca. Como he deseado esto, por Dios. Yo ya no puedo esperar para subirla en esa cama y hacerla mía, como tantas veces he querido. Como cada vez que la besaba, mis ojos estaban totalmente cerrados y disfrutando de ello como el resto de mí. Resbalé mis labios por su mentón y bajé por su cuello. Uno de los tirantes del brassier se había caído, dejando ver uno de sus pezones. Justin. Justin rebelde. Velocidad. Me acerqué, lo mordí, lo chupé hasta que se endureció. Puro caramelo. Y luego el otro. Pero sobretodo un Justin que lo menos que quiere es hacerla daño. Sin prisa.
-Vamos a la cama.
-¿Qué?
-Vamos a la cama. – susurra de nuevo riendo.
Camina hasta ella y me tira prácticamente. Se me coloca encima. Comienza a besar mi torso, mi piel y baja. Peligro. Mucho peligro. Sigue bajando…
-Oye…
-Calla. Sé lo que hago.
No, eso es lo que crees. No sabes lo que haces. Naufraga con sus manos sobre mi piel y me besa desenfrenadamente. Y entonces siento su mano ahí. En mí. Suelto un pequeño gemido ahogado dentro de su boca y ella ríe sobre mis labios vencedora. Llevo mis manos a su espalda y lanzo el brassier a Dios sabe dónde. Quizás ha caído al lado del corcho del champán. Quizás no. Ay.
-Estás terriblemente bueno.
Me acaricia la entrepierna, palpitante. Siento sus piernas abiertas, una a cada lado de mí, y sus braguitas ya húmedas rozando mi bajo vientre. Pienso en que voy a explotar de un momento a otro debido a mi erección. Velocidad por favor. Sí. Bien. Me muerde los labios, muerdo los suyos, devoro su lengua, la muerdo también. Meneo mi cuerpo contra el de ella. ___ arquea la espalda. Sin preámbulos. Quiero hacerla mía de una buena vez, pero antes necesito que ella se corra gritando mi nombre. La giro. Minutos, minutos largos. Mi mano desaparece debajo de ella. La noto suspirar despacio, después ligeramente más rápido. Se agita entre mis brazos casi bailando, dulcemente, arriba y abajo. Noto su fresco aliento susurrándome al oido un sencillo "hazme tuya", mirar hipnotizado su bonita sonrisa y finalmente sentir sus cálidos labios sobre los míos. Y luego se aleja. Mirándome, serena. Aunque sé que tiene miedo. Mi lengua se mueve ágil. Como la última vez. Se ha corrido dos veces.
-Justin. - dice enérgica. Me levanto, la beso en los labios. Suave.
-¿Qué? – sé lo que quiere. Pero necesito escucharlo.
-Hazme el amor.
El amor. Tan fácil decirlo. Nunca he hecho el amor. He follado salvajemente. He tenido sexo. Nunca he hecho el amor. Y tampoco le he arrebatado a nadie la virginidad. La miro. Me sonríe levemente como puede, nuestros corazones amenazan son salir disparados hacia Júpiter.
-¿Me escuchas?
-¿Estás segura?
-Sí. Quiero hacer el amor contigo.
-Pero…
-No. Sin peros. Te prometí que la próxima vez íbamos a disfrutar los dos.
Me sonríe. Se acerca. Me susurra al oído que ella también me desea y sus labios recorren mi cuello con una dulzura infinita. Me levanto de la cama y abro la mochila.
-¿Qué buscas? – me pregunta desde la cama. Saco un condón y vuelvo a tumbarme junto a ella.
-Seguro que te encantaría tener un bebé precioso, así como yo, fuerte, inteligente y guapo como yo, pero aún somos jóvenes. – carcajeo observándola mientras ella curva sus labios dejándome ver su sonrisa.
-¿Perdona? ¿Y de mi no tendría nada?
-Está bien…tendrá el color de tus ojos.
-¿Sólo?
-Y tu boca.
-¿Y qué más?
-También tendrá tu fuerza.
-Será un bebé muy bonito.
-¿Tú ya estabas seguro de que la noche acabaría así verdad? – ríe mientras me observa rompiendo el pequeño plástico.
-Uno nunca sabe cuando pueden surgir estas cosas…
Sonrío divertido, ella se muerde el labio inferior y me lo quita de las manos.
-Deja, quiero hacerlo yo.
-Pero soy yo quien tiene que ponérselo.
-Lo sé. – sonríe. – Pero quiero hacerlo yo.
Me mira y se acerca un poco más. Desnudo. Estiro las piernas y ella me acaricia despacio, arriba y abajo. Cierro los ojos. Lo está haciendo adrede. Y como lo hace. Otra vez. Arriba. Y a bajo. Y me lo pone. Puro éxtasis.
-¿Qué tal lo he hecho?
-Genial. Si no te conociera me replantearía la idea de que esta es tu primera vez.
Ella sonríe, sus mejillas están ligeramente sombreadas. Me acerco lo suficiente como para robarle un beso. La acaricio. Estoy enamorado de ella. Es de las pocas cosas que tengo claras en la vida. De las que no tengo ninguna duda, ¿sabes por qué? Porque ella es perfecta para mí. No solo porque crea que es la mujer más inteligente y más atractiva del mundo, con sus defectos que pueden llegar a volverme loco pero que la hacen maravillosa. Le caen unos mechones así por delante, ¿no? Y le tapa así los ojos como si se quisiera esconder, como una niña pequeña que necesita que la protejan. Y no es verdad, porque ella es fuerte, ella es muy fuerte.
-___, ¿estás segura? – pregunto por segunda vez.
-Muy segura. Quiero que seas tú. Venga, no tengas miedo.
-No tengo miedo, pero es una decisión importante gatita.
-Estoy preparada Justin. Quiero que seas tú. Tengo ganas.
Me coloco sobre ella. ___ cierra los ojos. Quiero poseerla, llenarla. Mis labios enfebrecidos se apoden de su cuello, bajando por su piel hasta poder posar mis labios en la curva delicada del nacimiento de sus pechos.
-Hazlo ya. – susurra arqueándose con los labios entreabiertos.
Me ayuda levantando un poco la espalda y elevando un poco las piernas. Cierra los ojos con presión y se muerde el labio con fuerza.
-¿Te hago daño?
-No, no te preocupes…
|| Narra ___ ||
Te siento, siento como entras en mí, como tu pecho se funde con el mío y tus brazos rodean mi cuerpo mientras me susurras al oído que ahora necesito relajarme. Y me susurras que vas a hacer todo lo posible para que este encuentro sea inolvidable. Las lágrimas ni las penas, ni la gente te quitarán tu momento. Solo tuyo en el que tú decides lo que hacer, cómo y cuándo hacerlo. Sin arrepentimiento, con un paso al frente y la mirada fija. Y esas cosas que te echan para atrás encerrémoslas en un cajón con llave, junto a la sombra de Peter Pan. Que solo queremos hacer las cosas sin pensar. Porque en nuestro mundo no existen barreras, ni verjas ni puertas cerradas y si existen…..ve y rómpelas todas. Sé romper las reglas. ‘’No te preocupes’’. No me lo puedo creer ni yo. Lo estoy haciendo. Ay. Cierro los ojos. En este momento. Algo se acaba de romper dentro de mí. Duele. Cierro aún más los ojos. Fuerte. Más fuerte. Se me escapa una pequeña lágrima. Siento sus labios recogerla. Cierro los ojos aún más para sumergirme aún más en las intensas sensaciones que me producen sus manos recorriendo suavemente mi cuerpo. Me quedo en silencio un segundo, casi escuchando la energía que fluye sobre mí, debajo de mí, dentro de mí. Una pequeña risa. Se inclina hacia mí y me besa suavemente dejándome con ganas de probar sus labios, de saborear la dulzura que apenas he intuido en ese breve roce, pero que ha conseguido dejarme hambrienta de él. Otra risa. Y un pequeño beso. Coge mi rostro entre sus manos y me besa de nuevo, un beso que no tiene nada que ver con el anterior. Me muerde. Mi cuello. Mis mejillas. Mis labios. Arañé su pecho, su espalda. Todo lo que pueda ser mío en este momento. Nuestros cuerpos calientes laten. Juntos, al unísono, como una mezcla perfecta. Me susurra cosas y le contesto con la respiración entrecortada. Él me acaricia y yo jadeo. Mi primera vez. Y te he elegido. En este instante. Estoy aquí, yo. Y Justin. Está encima de mí. Está dentro de mí. Tengo miedo, como todas esas veces en las que hacemos algo que desconocemos. “En ese justo momento, un auto había llamado nuestra atención. Estacionó al lado de mi coche, justo enfrente de donde estábamos nosotros. “ “Se bajó un señor alto, de muy bien ver, se acercó a la puerta de atrás y le cedió paso a un monstruo, digo…a una chica.“ “Miró hacia nosotros y subió los escalones para entrar en la universidad.“ “Buenas noches pequeño monstruito.“ “Un pijama largo de vaquitas. ¿En serio?“ “Yo no tonteo con ningún idiota descerebrado.“ “¿Tú sabes quién soy yo?“ “Por supuesto. El mimado, mujeriego, egocéntrico, impulsivo, irrespetuoso, ninfómano y gilipollas de la universidad.“ “¡Ya basta Justin!“ “Eres...eres un idiota.“ “Y tú una imbécil. Infantil. Egocéntrica. Irrespetuoso. Creído. Fea. Gilipollas.“ “Anda, cuéntale a todos lo bien que te lo pasas con ella.“ “Ahora tal vez te escueza un poco.“ “Eso tiene que doler.“ “Pues te jodes, no te hubieses metido en eso.“ “No consiento que se metan con las cosas que me importan.“ “¿Sabes Maslow? Tus labios, han sido una debilidad para mí todo este tiempo.“
Tengo miedo. Tierra trágame. Cierro los ojos. Respiro, suspiro, de todos modos me gusta. Ahora va un poco más rápido. Se echa hacia adelante y me roba un beso. Desaparecen los pensamientos. Fuera ___. Ahora solo está él y tú. Le sonrío. Me sonríe. Arqueo mi espalda. Lo noto. Noto sus manos, me toca entera. Le miro con ojos suplicantes pidiéndote más en silencio. Ahora, así. Siento el perfume de su respiración tanteando alrededor. Y Busco su boca, su sonrisa, sus labios. Y sonrío, alejo el dolor, vuelvo a sentir, experimentando el placer. Estoy bien, esto está bien. Me gusta.
-¿Bien? – me pregunta aumentando el ritmo. Me cuesta respirar. Asiento débilmente. Él sonríe. Sí, estoy bien.
-Muy bien.
|| Narra Justin ||
Y veo su sonrisa que me está hablando. ‘No te preocupes Justin, todo está bien’. Sonrío. Y mi corazón salta de felicidad. Sólo la veo a ella, sus labios y sus ojos. ___ lanza un pequeño gemido y abre su boca, introduciendo su suave lengua dentro de la mía. El calor me embarga por completo, y mis manos presionan con fuerza, mientras el deseo me llena el cuerpo. Enreda sus manos en mi pelo y me besa con más furia. Le devuelvo el beso, ansioso. Un gemido más fuerte y ahora…ya. Ya es mía. Resulta un poco raro pensarlo ¿no? Es mía, hoy, ahora. En este momento. Mía. Para siempre. Baje mi boca hacia sus pechos y los bese con suavidad. El gemido que lanzo me animo y lamí con pasión, haciendo que ella se doblara hacia atrás, lo cual me excito aun más. Lamí uno y otro seno, enceguecido por su sabor. Sigo dentro de ella, y aún más y otra vez. Sin parar. Ahora sonríe, dulcemente y consigue elevarse para besar mis labios. La miro a los ojos y me pierdo en su mirada. Suspira en mi oído. Se mueve esta vez ella, ágil. Me ayuda. Estoy a punto. Estamos a punto. Un poco más rápido. Más. Llevamos bastante. Es su primera vez. Joder. Me acaba de regalar su primera vez. Se escucha el vibrar de nuestra respiración en el silencio de la fría noche. El ruido de las olas rebotar. Y aún más. Gime de nuevo. Gimo con ella.
-Eres perdidamente hermosa.
Perdidamente mía. Beso sus pechos de nuevo, se arquea haciendo que entre aún más dentro de ella. Le muerdo el lóbulo de la oreja y ella gime. Y empieza a gritar como lo había hecho nunca, y casi me desmayo de placer, de amor. Eso era lo que quería, hacerla gritar de placer, hacerla menear bajo mi cuerpo. Vuelve a hacerlo y sin control me besa salvaje. Sabe que la estoy mirando y por eso, me quiere deleitar lo mejor que puede. Me besa, me devora. Ella tiene una forma tan especial de besar, una forma única y extremadamente caliente. Es dueña de mi boca, de mí, parece que quiere llegar a mi corazón. ¿___? ¿Qué estás haciendo? Para. Es tuyo desde hace tiempo. Se retuerce en mis brazos, gime y a mi todo me da mil vueltas. La siento. Complaciéndome. Mía. Para siempre. Acompasamos nuestros movimientos, acompasamos la respiración. Hasta que siento como me desplomo sobre ella. Algo profundo. Brutal. ___ suspira con más fuerza. Me dejo caer a su lado. Me retiro el condón, lo tiro. Qué más da.
-¿Qué tal he estado? – me pregunta apoyando su cabeza en mi pecho mientras recuperamos el aliento.
Acaricio su cabello mientras ella escucha mi corazón. Mi corazón que no para de latir como si fuese a explotar.
-Increíble.
-Mejoraré.
-¿Estás segura de que eras virgen gatita?
-¡Justin! – me golpeó en el estomago. Yo carcajeé. – Idiota. – me contestó burlona.
Se gira, quedando de lado, observándome. Ahora parece más relajada. Le robo un beso. Otro. Ella se ríe y me pasa la mano por la cabeza. Estoy sudando.
-Me muero por ti. – le susurro estrechándola contra mi cuerpo.
-Mejor vive conmigo.
Y se produce un silencio. En el que los dos nos giramos hacia la pequeña ventana.
-Escucha, está lloviendo otra vez.
-Por mí como si cae una tormenta.
Me sonríe y me da un beso en los labios. Él último. Suave. Caliente. Amoroso. El que hace que nos quedemos totalmente dormidos, escuchando el ruido de las olas chocar contra alguna roca cercana y el sonido de nuestros corazones cobrando su palpitar. Nuestra historia. Nada mejor que desafiar a tu propio corazón.

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2 comentarios

  1. Sigue escribiendo
    Tienes tuenti ?
    EL mio Es Megan Purplelaquetequiere Agregame y porfavor siguela ME ENCANTA

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  2. Me encanta*-*, gracias por hacerme soñar más cada día. Me enaamoro esta novela<3

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