16:10





Sólo quiero recordarte con un mal sabor de boca, con un par de cigarrillos en la garganta, 

y cuatro cubatas de más.

Madrid. 

6:30 de la mañana. 

La moto va rápido, y hace frío. Frío. Mucho frío. Y tú. Bueno, sonriendo. Pero no por mí. Y no veas como jode. Y te das cuenta de cómo avanzas, ya sea a veinte, treinta, o a doscientos kilómetros por hora. No te fijas en aquel perro abandonado que hay debajo de un contenedor, ni en su dueño, bajo la lluvia recogiendo cartones tirados. Tampoco te fijas en esa familia que dejas atrás al marcharte, cuando adelantas a otro coche. Simplemente, frío. Las luces de Gran Vía son una mierda si las comparas con tus ojos. Te imagino en la cama con otro y respiro, veo tu rostro disfrutando de otro, se oyen gemidos y latidos, los míos acelerándose de nuevo, vendrá ansiedad, echándote de menos. Y si es verdad, que el amor real existe, dime que todo es mentira, y que nunca te fuiste. Son las cuatro, o las seis y media, qué coño le importa a nadie, si ya sé que hoy duermo solo fijo y que mañana también. Adelanto a otro coche. Y a otro más. La vista se me nubla y el pulso me tiembla. Pestañeo un par de veces. Flashbacks que van y vienen. Que vienen y van y que luego se deslizan por mi garganta. Haciéndome tragar saliva. Qué vueltas da todo de repente, ¿no? Un golpe. Seco. Y todo empieza a volverse oscuro. Y cuando todo se vuelve oscuro aún me acuerdo de esa conversación. Y joder qué difícil es escuchar tu voz sin poder acariciarte el pelo.


"Porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren."

Joaquin Sabina.


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