Besos que no callan.

10:12



Acaba de salir de la ducha, aún lleva el pelo mojado. Se está poniendo su camiseta ancha favorita de estar por casa mientras escucha el sonido de las gotas caer en su cristal. Caen como piedras resonando en un trozo de metal. Silencio y gotas. Esas  mismas gotas que están haciendo que sonría. Odia las tormentas, pero sólo está lloviendo, y le gustan los días de lluvia. Pero los días de lluvia de esos en los que te tumbas en el sofá a ver una de esas películas que al terminar te dejan con la sensación amarga de querer hacer cambios en tu vida. Pero hoy llueve, y está sola. Y eso no significa que no sonría, porque lo hace. Enciende la tele, se tira en el sofá, sin ni siquiera peinarse. Escucha el agua caer cuando está a punto de quedarse dormida. Entonces, se escucha la puerta. Al principio se pregunta si ha sido el golpe de algo o el viento. Espera un momento y vuelve a sonar. Se pone en pie y se esconde un mechón de pelo detrás de su oreja. Frunce el ceño al abrir la puerta. Allí está él. Con los apuntes de historia debajo del brazo, el pelo mojado, un paraguas y esa sonrisa. Pero ninguno de los dos habla. Ella le hace un gesto para que pase, sonriendo. Y al cabo de unos segundos ya no se escucha solo el silencio y las gotas de agua. 
Sino también alguna que otra carcajada.
Y los besos, que no se callan.



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