• Desafío al corazón. Capítulos {93 y 94}

16:32


|| Narrador ||

Ella asiente y el sigue un tour con su dedo índice desde el borde de su tatuaje hacia arriba volviéndola loca con el tacto. Se detiene en el brassier de ___ y la mira a los ojos. Ella se arquea. Se necesitan el uno al otro de una forma sublime. Justin se muerde el labio y ___ ríe divertida. Ella aprovecha para frotarse encima de él, poniéndosela cada vez más dura y disfrutando al ver que estaba logrando lo que quería. Se arqueó hacia adelante para volver a besarle, pero amagó con sus labios. Fue deslizando su lengua por el cuello de Justin, su  clavícula...bajando por su pecho hasta llegar a su pantalón. Entonces se detuvo. Justin tiró de ella riendo.

-        No entres ahí que es territorio prohibido y no tenemos protección. – dijo él en una risa.

Ella lo miró y elevó una ceja para luego reír. Se puso en pie y corrió hacia su habitación en una décima de segundo para bajar aún más rápido batiendo un tiempo record. Dejó un plástico plateado sobre la mesa de cristal y Justin elevó una ceja divertido. La cogió por la cintura y tiró de ella.

-        Espera. – le dijo ___ interrumpiendo el fogoso beso que él le estaba dando. – Vamos arriba. – mordió sutil mente su labio y se separó. Justin la miró perdido. – Vamos a mi cuarto de baño.

La idea que le había azotado el pensamiento le había vuelto loco. Entre risas subieron las escaleras. Justin la agarró por la cintura y la cogió en brazos mientras no paraban de reír. Eran dos tontos enamorados que estaban perdidamente…sí, perdidamente enamorados el uno del otro. Justin se sacó el preservativo que minutos antes había bajado ___ y lo dejó sobre la cama. Ella lo cogió al vuelo.

-        No, vamos a la ducha.
-        ¿En la ducha? – preguntó él con voz ronca.

Ella asintió mordiéndose en labio inferior y Justin cerró la puerta de la habitación. ___ tiró de él hacia el baño. La cogió en peso por la cintura y la subió en lavamanos sin abandonar ni un sólo instante sus labios. Besos de descontrol. De desenfreno. Besos locos. Besos locos de dos locos enamorados. Más besos. Más caricias. 




Justin dejó caer sus pantalones cuando ella estaba templando el agua. Se acercó por detrás y la abrazó desde la cintura. ___ se exaltó un segundo pero luego le acarició la mano y colgó el grifo en la barrita de hierro. Luego se giró y Justin la besó en los labios con pasión. ___ no se había dado cuenta que ya no llevaba pantalones si no sus boxers hasta que él la acercó besándola con fuerza y su colega le rozó el muslo. ___ dejó caer sus vaqueros al suelo y los echó fuera de la ducha con ayuda de su pierna izquierda. Justin rió ante su habilidad y cerró la mampara, quedándose los dos encerrados. Justin la miró a los ojos unos segundos. ___ lo miró también expectante. Se acercó rápidamente a ella y la cogió. Ella enredó sus piernas en la cintura de él y Justin la pegó contra la pared. Unos segundos sin parar de mirarse a los ojos, hablando con la mirada bastó para que luego él se lanzara a su boca. Recorrió el trasero de ___ con una caricia que le supo a gloria.

-        Por cierto, la marca en tu cuello - depositó un beso mojado sobre la marca que le había hecho minutos atrás a ___ en el cuello. - Significa que eres mía. Y me gusta disfrutar lo que es mío. Una vez me dijiste que te gustaría que te empotrase contra la pared y...- suspiré sensual sobre su oído. - Te hiciera el amor.


Ella tragó saliva. Justin bajó la mano sensualmente por su cuerpo y volvió a dejarla sobre sus braguitas mientras creaba círculos por encima de la tela. ___ echó la cabeza hacia atrás y le dio al grifo que salió disparado hasta ellos. Ella carcajeó y él se empapó de arriba abajo. Ella no tanto pues estaba justo debajo del grifo. Justin sacudió su pelo y soltó una larga carcajada cogiéndola de nuevo con fuerza. Con la mano izquierda rodó el grifo hasta ___ y le apretó el botón, mojándola completa, literalmente. Completamente mojados ella se lanzó a sus labios devorándolo mientras él soltaba un gruñido sobre su boca. Sus lenguas se enredaron la una en la otra, y Justin respondió con fiereza a aquel beso. Llevó las manos hasta su espalda y desabrochó el brassier de ___ en una décima de segundo. Ella le ayudó y lo tiró por encima de la mampara. Rió suavemente y unió su abdomen contra el de Justin quién parecía que iba a ir al cielo pues sentía los senos de ___ contra su pecho. Entre besos y caricias se alejó de ella y le mordió la clavícula hasta bajar a sus pechos. Cogió uno mientras excitaba el otro con su otra mano y comenzaba a lamer, succionar, morder...hizo de todo. La llevaba al puro éxtasis. Sus dientes se lanzaron a sus labios después de unos minutos y empezó a mordisquearlos y a besarla. Podía notar perfectamente en sus besos a lo mil que le iba todo. En un acto rápido los dedos de Justin se volvieron a perder en su zona baja, retirando sus braguitas y perdiéndose dentro de ella. ___ se arqueó hacia atrás y él no pudo evitar la tentación de morderle de nuevo en el cuello. Suspira ligeramente deprisa, mientras se agita en sus brazos casi bailando, dulcemente, arriba y abajo. Justin se detiene. Y ella vuelve a lanzarse a sus labios con fiereza moviéndose contra él, estimulándolo.

-        Nena, no me hagas sufrir, por favor...

|| Narra Justin ||

Le empujé contra la pared de nuevo y durante unos instantes nos quedamos mirándonos el uno al otro, sonriendo, viendo esa mirada de complicidad y de confianza. Mi lengua empezó a entrar de nuevo en su boca, buscando la suya y corriendo tras ella, enlazándose la una con la otra a la vez que yo la sacaba para morderle el labio inferior, cosa que la volvía loca. Mis manos, que anteriormente estaban en su cintura, bajaron un poco su posición, posándolas sobre su trasero. Yo aproveché la oportunidad para decirle guarrerías de las mías al oído, no creo que haga falta que os las cuente, echarle imaginación y acertaréis. Estaba particularmente deliciosa mojada, nuestras lenguas se desenvolvían a la perfección en terreno mojado. El agua empezó a caer sobre nuestras cabezas, sobre nuestras bocas, por sus pechos y por todo nuestro cuerpo. Mientras el agua caía no parábamos de comernos la boca, jugando cada uno con nuestras manos, abrazándonos, frotándonos y yo particularmente, jugando con mis manos intentando tocar toda la piel mojada que pudiese. Hasta que entonces, ___ se escapó de mi cintura, dejó caer los pies y bajó por mi abdomen hasta quedarse de rodillas ante mí. No podía ser verdad lo que iba a pasar ahora. Así fue, me la empezó a masturbar mientras su lengua jugaba con mi punta, pero no fue por mucho tiempo, hice que se pusiese en pie y quedara totalmente desnuda antes de que me corriera. Me estaba matando todo esto. Realmente la necesitaba. Abrí la mampara y cogí el plástico plateado. Me lo coloqué rápidamente y la miré.
Después de vacilar con mi miembro y ella quejarse, solté una carcajada y dejó que entrase en ella, y ambos gemimos por el contacto. Un inmenso placer me embargó por dentro, hasta el punto de que iba demasiado despacio para mí. Aumenté la velocidad, y observé cómo ___ se estaba volviendo loca.

Me abalancé sobre ella, y la besé suavemente en los labios, para que ella respondiera con una ferocidad increíble. Enredó su lengua en la mía, jugando con ella, presionando, mientras sus manos seguían sobre mi espalda, subiendo y bajando, dedicándole atención a mi espalda con caricias. Aumenté la fuerza con la que la penetraba, mientras yo podía ver la excitación en sus ojos color cielo. Otra vez, mi mente se perdió en esa mirada. Oí un bramido brotar directamente desde su garganta. Eché la cabeza de nuevo hacia atrás, y volví a sentir lo mismo de antes, pero esta vez, duplicado, tal vez triplicado. Oleadas de placer, todas derrumbándose sobre mi cuerpo, desencadenando demasiadas reacciones que formaban un alucinante estado de euforia. Volví a su cuello y le hice un buen chupetón, quería que tuviese pruebas de que lo de hoy iba a ser real y que no había ido al cielo. El gemido que dio mientras entraba dentro de ella hizo que mi mente pasase a un segundo plano, la agarré más fuerte de las caderas y la empecé a embestir, una y otra vez, sus gemidos y el choque de mi cuerpo contra el suyo era algo realmente placentero. Estaba realmente cansado, y no era porque ella pesara si no porque la tenía a ahorcadas sobre mí, estaba manteniendo su peso, y todo este placer me estaba consumiendo. Me acerqué y le di un suave beso en su hombro para luego robarle otro de los labios. Ella se arqueó, soltando un suspiro que me dio más fuerza. Mientras yo no paraba de entrar y salir dentro de ella, tras murmurar un leve “Hmm” se lanzó a mis labios. Escucharla gritar mi nombre en mi oído era una sensación de otro planeta. Estaba cansado. Y no tan solo yo, si no ella también. Tras llegar a la cima tres veces, yo dos, pero me fue más que suficiente. Salí de ella con delicadeza, temiendo lastimarla. Me quité el preservativo y lo lancé dentro del váter. Tiré de la cadena y volví a entrar en la ducha. ___ abrió el grifo para ducharse de verdad. Ducharme con ella era un plan bastante tentador. La abracé por la cintura desde atrás mientras a ella le caía el agua en la cara y el pelo le llegaba casi por el trasero, unos centímetros más arriba. Se giró sonriendo y me dio un besito mojado en los labios.

-         Vamos a ducharnos y luego bajamos. No quiero que nos pillen. –  murmura con una sonrisa burlona.

Yo paso mi dedo pulgar por sus labios que han adquirido un volumen de grosor considerable. Siempre que terminamos de tener relaciones sexuales, suele pasar esto. Ella ahora mismo los tiene rojos y carnosos a más no poder. Y son una terrible tentación para mí, ya que unos labios así me vuelven totalmente loco. Luego me acerco y le doy un besito fugaz. Ella se gira y se pone un segundo de puntillas, cogiendo un champú que hay en una pequeña repisa. Lo deposita en su mano y comienza a cubrir su pelo con este. Luego se gira y me mira. Yo estoy atento a este show. Me estoy volviendo a poner. Lo único que falta ahora es que mi colega se ponga a hablar con ella. ___ me mira y baja la mirada, se percata de la situación y vuelve a mirarme a los ojos. Eleva una ceja divertida y coge el grifo, pone el agua más fría y me lo da.

-        Toma, échate un poco. – dice entre risas.
-        Que graciosa. – digo irónico riendo.
-         No puedo hacer más nada. – se eleva de hombros con una sonrisa pícara y sigue frotándose el pelo.

Yo me pongo el chorro un rato en mis partes bajas. Cierro los ojos un segundo porque la verdad que hasta me duele. Odio el agua fría. ___ se ríe y se acerca a mí de nuevo, peligrosamente. Me envuelve el pelo con el champú y uno de sus pezones me rosa el abdomen.

-         Gatita, esto me está resultando bastante difícil.
-         ¿Por qué?
-         Me estoy volviendo a poner demasiado.
-         Deja que te mime, al fin y al cabo, esto es culpa mía.
-         Pues, si es culpa tuya, permíteme darte las gracias. Me lo estoy pasando genial aquí contigo. 

Ella sonrió de lado y me pasó el gel mientras se aclaraba y se colocaba una mascarilla. Me estaba dando la espalda observando hacia el techo con los ojos cerrados, pues el agua caía de ahí. Tenía unas vistas perfectas desde esta posición. Monté una piscina de gel en mis manos y sonreí maliciosamente. Me acerqué por detrás y la rodeé con mis brazos dejando caer las palmas de mis manos sobre sus pechos desnudos. ___ se exaltó.

-         Joder gatito.
-         Lo siento, era demasiado irresistible.

Solté una carcajada y le di la vuelta, pasando mis manos de gel por su cuerpo. Literalmente la estaba bañando. Ella hizo lo mismo conmigo. Cuando estábamos cubiertos de espuma, me aclaró a mí y luego, yo la aclaré a ella.

-         Ya está. Como nuevos. – carcajeó y colocó el grifo en su sitio.

Abrió la mampara y se enrolló en una toalla. Luego me tiró una y yo me la enrollé en la cintura. Me acerqué a su espejo y me miré la ceja. Me estaba doliendo ahora demasiado.

-         ¿Te duele? – me preguntó secándose el pelo. Yo la miré por el espejo.
-         Un poco, no sé por qué me duele ahora.
-         Seguro que fue por el champú. Ahora te pongo una tirita pequeña.
-         No te preocupes princesa. – me giro y le sonrío. Me acerco a ella y beso su mejilla.

Después de secarnos y vestirnos, recogimos el cuarto de baño y bajamos al salón. ___ preparó unas creps. Hacía muchísimo tiempo que no comía creps. Eran una delicia para el paladar. No tanto como ella, pero sí que lo eran. Nos hartamos a chocolate y reímos como nunca. Estar junto a ella me hace volar, como en esa película de Peter Pan cuando Wendy le da un beso en los labios a Peter y él pega un salto hasta el cielo de máxima alegría. Y es que ella me hace sentir bien sin ningún tipo de súper-poderes. Colocamos unos vasos sobre la mesa y una crep para cada uno.

-         Esto tiene una pinta increíble. ¡Tengo un hambre! – exclamó dejando deslizar una carcajada entre sus labios.
-         Sí, yo también me muero de hambre.
-         Dicen que después de tener sexo, entra un hambre increíble. Es cierto. – dice sin pudores.
-         Sí, te lo aseguro.
-         Venga, ya te salió la vena de macho.
-         ¿Por qué? – carcajeé tomando un sorbo de Coca-cola.
-         “Sí, te lo aseguro” ya sé que te has tirado a mil tías. Supongo que después de estar con ellas te habrás comido McDonals enteros. No creo que todas te hallan querido aguantar tanto tiempo en casa como yo e incluso te hallan cocinado.  – dijo divertida.
-         Hmmm…- mordí mi crep. – Un día una me hizo un pollo para cenar. – dije con la boca llena. Ella elevó una ceja y dio una larga carcajada.
-         Tienes una paleta manchada. – carcajeó de nuevo. Yo le mostré mis dientes. Ella volvió a reír fuerte. – Eres un idiota Justin.
-         Y tú muy simpática Maslow.

Ella negó con la cabeza y se acercó. Me dio un beso rápido en los labios y volvió a su sitio. Me quedé observándola.

-         Te quiero. Nunca lo olvides. - me susurró.
-         Yo también te quiero. – dije mirándola a los ojos. Ella sonrió y luego miró hacia su plato algo sonrojada.
-         ¿Te puedo preguntar algo? – muerdo un pedazo de mi crep y asiento observándola. Ella pasa su lengua por sus labios, recogiendo el chocolate. - ¿Cuándo se va tu prima? – suelto una suave risa y ella eleva una ceja.
-         No sé. – tomo un sorbo de mi refresco. – Si no me equivoco, pasado mañana. ¿Te cae mal?
-         ¿Lo dices en serio? - suelta una pequeña risa y luego se pone seria. – No la soporto.
-         Sólo estás celosa. En realidad es una buena chica.
-         No estoy celosa.
-         Si lo estás, acéptalo.
-         No lo estoy, sólo que…- la interrumpo.
-         Sólo que estás celosa.
-         Mira, olvídalo. – rueda los ojos y yo suelto una carcajada.

Cojo mi plato y lo pongo en el fregadero y luego ella pone el suyo. Cojo una esponja y comienzo a lavar nuestros dos platos. Ella me mira divertida y se sube encima de la barra.

-         ¿Sabes fregar? – me pregunta irónica.
-         Sé hacer muchas cosas. – la miro.
-         Ya veo. – me responde con una sonrisa curvada. Lleva su mano a mi frente y me echa los pelos hacia atrás. Luego la miro y le sonrío.
-         Guapa.
-         ¿Dónde? – dirige la mirada hacia atrás haciéndose la desentendida.
-         Tú.
-         Creo que estás muy equivocado. – carcajea.

Tuerzo la esponja y la dejo en un pequeño tarrito. Me seco las manos y me coloco justo delante de ella con mis manos apoyadas en la barra, al lado de sus muslos. Llevo mi dedo pulgar hasta su barbilla.

-         Creo que debes de empezar a creer ya, que eres hermosa.
-         No lo so…- la iterrumpo.
-         Lo eres. Lo eres y mucho.
-         No.

Frunzo el ceño. Ella tuerce sus labios. La atraigo hacia mí. Con la mano izquierda, cojo un par de mechones y los escondo detrás de su oreja. Luego me acerco y la beso suave en los labios. Nada que ver con los besos de antes. Este es demasiado lento y no empleamos nuestras lenguas. Vacilo con mis labios y le muerdo el cuello con gracia.

-         Lo eres.
-         No.

Inclina la cabeza intentando liberarse de mí. Vuelvo a morderla en el cuello.

-         Ay, ¡Vale, vale, basta! – estalla en una carcajada. – Me haces cosquillas Justin, te lo ruego, en el cuello no, en el cuello no.

Sigue riendo hasta contagiarme. Vuelvo a hacerle cosquillas con mi boca en su cuello. Y escalofríos y sonrisas. Y yo la beso de nuevo.

-         Ya, para. – murmura sobre mis labios. Le muerdo el inferior y me alejo.

Ella se me queda mirando un segundo y luego ríe. Me alejo y pega un saltito, bajando de la encimera.

-         Por cierto, ¿Te gustó ir antes a tres metros sobre el cielo? – me preguntó divertida. Yo me acerqué y eleve una ceja.
-         ¿Me has hecho esta pregunta porque quieres que responda o quieres que te diga lo mismo que el tío de la película? – reí.
-         Hombre, no estaría mal. Quedaría bastante romántico, ¿sabes? – y ella se hace la enfadada.
-         Bah, ya no tiene magia.
-         Ah, ¿Y antes sí? – reí aún más y ella me soltó.
-         No, pero sería bonito…-dijo para intentar escaparse por la puerta. Pero tiré de ella de nuevo, acercándola y estrechándola contra mí.
-         Cariño, tú y yo, a tres metros sobre el cielo, bajo tierra, a través del mar. A tres metros sobre el agua o entre las nubes. Pero siempre tú y yo.

Y justo entonces, volví a caer en la deliciosa trampa de sus labios.

Por cierto chicos del mundo. ¿Os puedo dar un consejo? La chica que vas a conocer, no se parece a nadie que conozcas. Cuando la veas, puede que sientas un hormigueo. No te encierres en ti mismo. No te abras de par en par. No pienses en ello a menudo, pero no dejes que se te olvide. Esa chica está ahí fuera esperándote. Aunque quizás ni ella mismo lo sepa.

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