• Desafío al corazón. Capítulos {89 y 90}

16:05




|| Narra ___ ||

No me puedo creer que me haya dejado aquí, sola. Suspiro y pateo una piedra que ha viajado hasta llegar a la  carretera. Me duele muchísimo la rodilla y no sé por qué mierda estoy ahora llorando. Bueno, en realidad si lo sé. Todo se debe a esta maldita nota:

“___, no todo es lo que parece. Justin te está engañando. No seas idiota. Date cuenta. Él viaja por las noches en moto, sólo. Viene conmigo. Te está engañando conmigo. Yo soy la dueña de todas sus caricias”.
                                                                                                             
Por eso me fui de casa a altas horas. No aguantaba más. Me dijeron que fuera a una especie de casa donde se suponía que estaba él. Pero no había nadie. Solamente me acompañaba la oscuridad. Aquello era horrible. Justo cuando estuve a punto de salir, me tropecé contra una rama y me caí al suelo. Por ello esta bendita herida en la rodilla que me está matando. Me siento en el borde de la calle, sobre un muro bajo apretando los ojos mientras me aprieto la pierna. Recojo el sabor de sus labios con mi lengua y me pongo a pensar. De nuevo. Entonces es cierto que sale todas las noches con su moto. No sé cómo me dejé besar. Soy una estúpida. Pero no aguantaba con las ganas. Es verlo y…todo se me cae encima. A veces desearía poder desaparecer con un simple chasquido. Joder. Pasamos de ser todo, a ser nada. Convertimos nuestra relación en un torbellino, intercalando caricias con puñaladas y algún que otro rasguño a fuerza de odiarnos. Cada silencio que pronunciamos nos alejó un poco más, y todas nuestras palabras quedaron en evidencia al dejar atrás nuestra historia. Dejamos pasar el tiempo, fuimos arrancando letras de nuestras mejores frases hasta vaciar nuestro repertorio, y finalmente nos quedamos sin nada. Sin malditamente nada. La magia es para siempre, ¿no? Nunca pensé que diría esto, pero por primera vez en mi vida tengo serias dudas. No es que haya dejado de creer en ella, es simplemente que parece haberse escondido. Esa nota me ha dejado totalmente confundida. No sé si es alguien que quiere herirme o es real. No sé qué pasa. Él me dice que no, que no hay otra. Pero luego…

-        Hola, ¿qué haces aquí sola de noche?

Miro hacia arriba. Son dos chicos. El miedo se apodera de mí de una forma salvaje. Siento cada poro de mi cuerpo gritando auxilio. Uno de los tipos mira al otro y le sonríe. Y lo que creías que era una cuerda para sacarte de tu abismo personal se convierte en una soga que te aprieta cada día más. Y es justo entonces cuando te das cuenta de que todo irá mal, no matter what you do. Intentas gritar, pero nadie te escucha. Ya no.

-        Dejadme en paz.
-        Qué guapa eres ¿no? – me dice uno atrapando un mechón de mi cabello al vuelo. Le golpeo la mano. Él eleva una ceja y sonríe.
-        A parte de guapa, traviesa. Hmm…
-        Pero, ¿qué dices?

El alto me levanta al vuelo del piso, haciendo que yo gruña audiblemente. Me ha agarrado de las muñecas demasiado fuerte y ahora sí que siento como se me desgarra hasta el alma. Ya no tan solo es la rodilla. Ahora también son las muñecas, los daños interiores y las reparaciones de mi corazón sin reparar. Estoy horrorizada. El tipo me mete la mano por detrás de la blusa y luego intenta besarme mientras el otro carcajea sin gracia. Intento propinarle un rodillazo entre las piernas, pero está demasiado cerca y no lo consigo. Esto es una mierda.

-        ¡Que me dejes hijo de puta! - le digo sollozando intentando golpearle.
-        Uh, si, sigue así, insúltame.
-        Métele la lengua hasta el fondo tío. – escucho decir al otro.
-        Le metería varias cosas hasta el fondo. Sólo que es bastante rebelde.

Me besa en el cuello en un intento fallido mientras sigo luchando por soltarme. Pero entonces ocurre algo muy raro. Me separan exageradamente rápido del tipo y lo veo en el suelo. Maldita sea, pero Justin está encima.

-        ¿Te estabas divirtiendo cabrón?

Da un paso hacia atrás y le asesta una patada en el estómago que lo deja sin respiración. El tipo alto sigue en el suelo. El otro, más corpulento pero algo más bajo se mantiene en la línea. Atrás. Justin descarga sobre él un sinfín de patadas en la tripa. No sé qué hacer, me duele todo y me doy asco.

-        ¡Justin, para! – grito.
-        ¿Qué? ¿eh? ¿Te crees muy machito no? – sigue gritándole Justin mientras vuelve a darle una patada con más fuerza.

El tipo, arrastrándose casi, no deja de susurrar “¡Basta, basta, te lo suplico!” atragantándose con la sangre que, desde la nariz, le fluye directamente a la garganta y escupiendo un poco de saliva que chorrea del labio ya completamente abierto y sangrante. Justin se detiene. Recupera el aliento. Luego da la vuelta de golpe y mira al otro que tiene justo a la espalda.

-        ¡Eh! ¡Tranquilo que yo no le he hecho nada!
-        Justin vámonos. – le digo llorando. Él se gira y me mira aturdido. Tiene el pelo todo alborotado le chorrea el labio y tiene un pequeño corte en la ceja. Luego vuelve a mirar al tipo del piso.
Y antes de tirar de mi brazo, lo escupe. Me tira despacio hasta que llegamos a una calle a pocos metros de allí. No puedo más. Me duele todo.
-        No me encuentro bien. – me paro en medio de la carretera. No pasa ni un coche. El me mira preocupado. Me duele el pecho. Estoy reteniendo muchos nervios. De repente, me comienzo a sentir débil. – No me encuentro nada bien. Justin….no me encuentro…

Hasta que todo se vuelve terriblemente oscuro.

…………………………………….

El sol me da de lleno en la cara. Creo que es el sol. Noto algo muy caliente en mis ojos. Subo la sábana y me tapo la cara con fuerza. Auch. Como me duele la rodilla. Gruño bajito y abro un ojo lentamente. Luego lo cierro. Y luego lo abro rápidamente. Los dos. Miro a mi alrededor. Esta no es mi habitación. El pulso me comienza a ir rápido. Miro hacia abajo y veo a Justin tirando en un colchón en el suelo. Despeinado y en boxers. La ventana esta entreabierta y la puerta cerrada. Y yo tengo una blusa larga suya puesta. Entrecierro los ojos y me dejo caer de nuevo en la cama. Miro al techo y aspiro el perfume de mi camiseta. Huelo a él. ¿Qué coño ha pasado? Me siento de nuevo y lo observo. Que guapo es.

-        Justin…- dijo en susurro. Él gruñe por lo bajo sin abrir los ojos.
-        Justin…despierta.

No me escucha, está dormido. ¿Qué hace durmiendo ahí? Me levanto y dejo caer un pie sobre el colchón suyo. Rápidamente me atrapa y me deja caer con cuidado a su lado mientras suelta un pequeño gruñido aún sin abrir los ojos. Otra vez  mi pulso a mil por hora a toda hostia.

-        Buenos días. – dice con los ojos cerrados. Me ha pasado la mano por la cintura y estoy totalmente pegada a él. Mi cabeza está justo encima de su pecho.
-        Este…
-        He dicho que buenos días. – repite abriendo un ojo. Me hace reír un segundo. Está totalmente adormilado y sus pelos totalmente desalmados. Tiene la ceja ligeramente rasgada y el labio inferior algo morado.
-        Hola. – le digo intentado separarme. Me acerca a un más.
-        Gatita déjate de royos y sé buena conmigo de una vez. – me dice abriendo del todo los ojos.
-        Justin estoy algo…- revoloteo los ojos.
-        ¿Caliente? Yo también. Me pasa todas las mañanas y encima tú te has caído por sorpresa en mi cama, dándome los buenos días. Encima tan pegada.

Yo elevo una ceja y le golpeo en el estómago. Él da una carcajada y luego se lleva la mano labio con expresión de dolor.

-        Estoy confusa. ¿Qué pasó anoche? – pregunté totalmente seria. Él suspiró. Yo me senté en el colchón observándolo. Me coloqué la manga de la camisa, que me quedaba caída por ser grande.
-        ¿Sinceramente? – me pregunta.
-        Sí. Por favor.
-        Está bien. – tragó saliva. – Ayer me fui a dar una vuelta con la moto, te encontré por la calle con la pierna herida, te secuestré, te llevé al río, te curé, te besé, me dijiste que no significó nada mi beso, que ya no sentías nada cuando te besaba, me piré, te quedaste sola, volví. Dos tipos te estaban manoseando, los golpeé, me golpearon, terminé ganando. Tiré de tu mano, te volví a secuestrar, te quedaste dormida, te traje a casa, te desvestiste tu misma y luego, nos divertimos un poco. Y ahora…pues parece ser que te has caído en mi cama.”

Después de decir esto, hablando sumamente rápido, se me quedó mirando serio. “te traje a casa, te desvestiste tu misma y luego, nos divertimos un poco. Y ahora…pues parece ser que te has caído en mi cama.” Creo que necesito oxígeno. Demasiada información de repente. Pestañeo varias veces y me miro el cuerpo. Intento estirar la rodilla, pero me duele. Entonces recuerdo que me había caído. Pero eso ahora no es importante. ¿De verdad que lo he hecho con Justin? Frunzo el ceño intentando recordar algo. No funciona. Lo miro y suelta una gran carcajada.

-        ¿Es broma no? - pregunto seria mientras él se descojona, literalmente.
-        Hubieras visto tu cara. – dice sin parar de reír.

Le golpeo en el brazo y me pongo en pie. Salgo de su colchón y me siento en su cama mientras él sigue riendo y diciendo cosas como “Venga ya, era broma”. “No te enfades”.

-         Venga ya. – se levanta y se tira a mi lado. – No te enfades. – me dice acariciándome el hombro. Lo miro y me sonríe levemente curvando sus labios.
-        Explícame que fue lo que pasó en realidad, por favor.
-        Está bien.
-        Te comenzó a doler la cabeza y el pecho y luego te desmayaste. Te traje a mi casa, no era plan de llevarte a la tuya así. Y le dije a tus padres que estabas aquí con mis hermanos y que Jazzy quería que te quedaras a dormir. Te subí al cuarto de baño y te mojé un poco la cara y el pelo y luego te puse esa blusa que tienes. – se curvó una sonrisa. – Te despertaste y me dijiste que necesitabas acostarte, te di una pastilla para el sueño y te quedaste dormida en mi cama. Yo cogí un colchón por si mi madre entraba y evitar malos entendidos.
-        Con razón me duele tanto la cabeza. – digo acostándome hacia atrás. Me llevo las manos a la cara y aprieto mis ojos con fuerza. Luego los abro levemente y suspiro.
-        ¿Estás mejor?
-        Sí. – un “sí” suave se escapa de mis labios.

Me giro y lo observo. Sus ojos dorados hoy son un poquitín más dorados que ayer y los otros días. Está tranquilo. Creo que debo confiar en él. Creo que no debo hacerle caso a esa maldita nota. Sin apartar la mirada de mi llevo mi dedo índice a su labio inferior y repaso el contorno de su labio suavemente. Lo  tiene un poco rojo. Frunce los ojos.

-        ¿Te duele? – pregunto. Él asiente sin decir palabra. Observo esta vez su ceja. Sólo se nota un pequeño rasgo por un lado.
-        Lo siento. –  él me mira confuso.
-        ¿Por qué?
-        Por pelearte de nuevo por mí aún después de haberte dicho que no sentía nada. Lo siento.

Él me mira serio pero luego sus labios se van curvando y una sonrisa se forma en su rostro. Siento mi corazón bombear con fuerza. Se acerca a mí y me da un beso en la mejilla.

-        Me pelearé por ti las veces que hagan falta gatita. Sé que intentas confundirme y me dices que ya no sientes por mí. Sé que eso es mentira. Y sé que estás confundida con algo…que no sé el qué es y que te está perturbando. ¿Cierto?

Lo observo detenidamente. Me ha calado. ¿Debo o no debo decirle lo de la nota? Él frunce el ceño observándome. Me levanto de la cama y me miro en el espejo. Me bajo la blusa sin ningún resultado. Se me ve casi todo. Me giro. Me está mirando con una sonrisa traviesa. Le apunto con el dedo. Él se eleva de hombros “Yo no tengo la culpa”.

-        Ya te vale. – río por fin.

Miro hacia arriba y veo cuatro guitarras colgadas en la pared. Una es azul eléctrica. Otra es color madera. Otra tiene una pequeña pegatina en un lado, esta es color oliva y la otra es negra acústica.

-        ¿Te gustan? – siento sus manos en mi cintura y su voz en mi oído. Intento detener mi corazón que, como loco, comienza a bombear con fuerza.
-        Son bonitas. – digo casi en un susurro. Él ríe en mi oído. Siento una descarga eléctrica atravesándome la medula espinal. Me pega más a su cuerpo. Y el tiempo en cambio, parece haberse detenido.
-        ¿Quieres que te toque algo? – los segundos sentidos con los que me han preguntado y la voz peligrosa con la que lo ha dicho me dejan casi débil y de pronto, comienzo a sentir calor. Mucho calor. Me separo rápido mientras él vuelve a reír.
-        Estás jugando mucho conmigo. – le digo señalándolo con el dedo.
-         No juegues Justin que yo también sé. Y te puedo ganar si me lo propongo. – le digo sin dejar de apuntarle con el dedo.

Él sin dejar de reír se vuelve a acercar, lento. Acorralándome de nuevo con la pared. Lamiéndose los labios de esa forma que me vuelve loca. Y esa sonrisa suya que tan loca me vuelve y  poco me había mostrado en esta última semana. No sé cómo no confundirme, después de lo que ha pasado hoy es el mejor día desde hace mucho. No quiero dejar de sentir esto, esta adrenalina que siento cuando estoy a tu lado, esa seguridad que solo me dan tus brazos o esa alegría que solo me puede dar tu sonrisa o esa vibración en todo mi cuerpo, que solo me dan tus besos. Lástima que a veces se hace un pelín difícil. Eleva una ceja. Me he quedado observándolo durante todo este tipo.

-        ¿Sí? ¿Y qué me harías? – coloca las manos en la pared con fuerza, quedándose a pocos centímetros de mí.
-        No lo sé. – respondo siguiéndole el juego. Sonrío. – Puede que muchas cosas.
-        ¿Qué tipo de cosas, gatita? – dice esta vez llevando su mano a mi cuello. Echa mi pelo hacia un lado y me mira otra vez de esa forma. Comiéndome con la mirada.
-        ¿Te puedo preguntar algo? – sus labios carnosos ligeramente entreabiertos formulan un sí.
-        ¿En dónde estabas anoche? – pregunté por fin. Él me miró, de esa forma la cual me miraba cuando no entendía las cosas. Luego miró un segundo al techo y volvió a clavar la mirada en mí.
-        Fui a dar una vuelta. – dijo con voz ronca. Yo fruncí el ceño. –Necesitaba descargar. Estaba hasta los topes.
-        ¿No fuiste a ningún lado? – seguí preguntando.
-        ¿Qué pasa ___? – pregunta después de unos segundos de silencio. Vuelve a mojarse los labios. Me mira el cuello. Me escapo por debajo de sus brazos y corro hasta dónde está mi ropa. Saco de la parte de atrás de los vaqueros la pequeña nota. Me acerco hasta a él y se la doy.

“___, no todo es lo que parece. Justin te está engañando. No seas idiota. Date cuenta. Él viaja por las noches en moto, sólo. Viene conmigo. Te está engañando conmigo. Yo soy la dueña de todas sus caricias”. – lee en voz baja.
               Me mira confuso.
-        ¿Qué es esto?
-        Eso fue lo que me dieron. Ayer fui a buscarte al sitio que me habían dicho pero no estabas. Luego me caí y…-me cortó.
-        ¿Quién mierda te dio esto? ¿Quién mierda me quiere joder la vida?
-        No lo sé Justin. Me lo dejaron en el buzón de casa.

El aprieta los puños y mira a la venta. Luego golpea la pequeña estantería con libros que tiene justo al lado. Todos los libros caen al suelo. Me acerco y lo cojo de los hombros como puedo.

-        Ya, tranquilízate. – le digo.
-        ¡¿Cómo que me tranquilice?! ¡No ves que me intentan joder la vida a cada segundo! – vuelve a gritarme más fuerte. Doy un paso hacia atrás. – ¡No sé qué mierda está pasando ___, pero te juro que eso es mentira! ¡¡Te lo juro!! – gritó aún más alto.

Puedo jurar que sentí algo de miedo. Nunca le había visto tan alterado. Miré hacia el piso y luego volví a mirarlo a él que ahora me miraba con lágrimas en los ojos.

-        Te lo prometo. – dijo en un hilo de voz y una pequeña lagrima se deslizó por su mejilla hasta perderse en su boca.

Quedamos mirándonos, yo aguantando su mirada, él aguantando la mía, hasta que me lancé a besarle el cuello. Me sentí totalmente perdida. Me acerqué y borré el contorno de la lágrima para luego besarlo. Esto ya era demasiado. Lo creía. Me elevó por la cintura casi salvaje y me empotró casi con la pared. Madre de Dios.

-        Lo siento por todo Justin, te creo.
-        No me vuelvas a hacer esto por favor. Sólo quédate aquí conmigo para siempre.



Nos estábamos besando como si en ese preciso instante el mundo fuera a explotar. Él acompañó mi movimiento agarrando mi cabeza, mientras mi lengua y mis labios se deslizaban por su largo cuello y mis dientes lo arañaban con una mezcla de ternura y agresividad a partes iguales. Empecé a saborear con mis labios, con mi lengua... todo esto mientras sus manos bajaban a mi trasero y me apretaba más y más contra la pared. Empezó a besarme el hombro derecho y a hacer el recorrido hombro-cuello cuello-hombro una y otra vez con su lengua y sus labios.

-        Estoy súper.... - no terminó la frase.

Creo que se me escapó una mirada de esas que dicen: Devórame ahora mismo.

|| Narra Justin ||

Pasé a su boca, mordiéndole el labio inferior, jugando con su lengua, lamiendo sus labios, primero uno, luego el otro terminando por un mordisquito en la mejilla.  Empecé a devorarle la boca, sus labios me volvían loco, su mirada, el olor de su pelo, el sabor de su cuerpo. Mi colega no paraba de rozarse en contra ella mientras una de mis traviesas entran por dentro de su camiseta y le quito el sujetador. Justo cuando estaba a punto de elevarle la blusa, tocaron en la puerta.

-        Hermanito, ¿Puedo pasar?

Gruñí dentro de su boca y ella soltó una pequeña risa mientras abandonaba mis abomínales.

-        Te quiero. – me susurra agitada.

Yo sonrío y beso por última vez sus labios. La devuelvo al suelo y me coloco un poco el pelo. Que subidón. Respiro tres veces y me giro. Está tendida en la cama con la manta hasta la cabeza haciéndose la dormida.

-        Hermanito…- toca otra vez en la puerta.
-        Si Jazzy, pasa.

Mi hermana entra en la habitación y me mira con astucia. Luego mira hacia la cama. ___ se levanta y le sonríe.

-        Hola bonita. – le dice sonriendo.
-        Mamá dice que bajéis a desayunar. – dice observando a ___ con una sonrisa.
-        Sí, ya bajamos. – digo esta vez yo y la ayudo a salir de la habitación.

Suspiro cuando cierro la puerta. Luego la miro a ella como mi vida se fuera en ello. Después de todo ___, hay algo que deseo que no olvides ni un solo segundo, y es que lo que siento por ti es tan grande, que no podría situarlo en este mundo tan pequeño.

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