• Desafío al corazón. Capítulos {87 y 88}

14:19




Un ruido insistente. El despertador. ___ lo apaga. Se desliza silenciosa fuera de la cama mientras bosteza inaudiblemente.  Parpadea varias veces mientras se dirige a su cuarto de baño. Se mira varias veces en el espejo consiguiendo un recogido alto. Se lava la cara. Dos e incluso tres veces seguidas. Se asea. Sale del cuarto de baño y corre escaleras abajo. Rick está en el sofá delante del televisor y su madre limpia la pequeña estantería que está justo al lado de la cocina. Alegre da los buenos días y se mete en la cocina. Dos pancakes y un zumo de piña. Un rico y fuerte desayuno para un día fuerte como el que le espera hoy. Deja los platos en el fregadero y luego lava la poca loza que hay. Después de esto se tiende un rato junto a Rick mientras él intenta sacarle temas bastante…incomodos para una chica de diecisiete años.

-        Entonces, ¿No tienes novio? – pregunta con una media sonrisa. Su madre se gira y lo observa negando, pero sin quitar esa hermosa sonrisa que ella tiene. ___ se lleva la mano a la cabeza y se deshace el coletero.
-        No. – dice sin más.
-        Un pajarito me dijo que te gusta un poco el vecino. – dijo soltando una pequeña risa. ___ se tensó.
-        Pues debes estar loco, porque los pajaritos no hablan. – le dijo riendo al final de la frase.

 Se pone en pie y le suelta un pequeño puñetazo en la barriga a Rick. Este que ríe ahora algo más fuerte logra contagiarla y terminan los dos riendo mientras él, le hace cosquillas en el estómago. Después de lograr escapar, sin borrar su sonrisa, corre escaleras arriba.  Entra en su cuarto y enciende el ordenador. Abre el Messenger y mira si alguien está conectado.

(Usuarios en Línea)

-        Anahí.
-        Paula.
-        Christian.
-        Darío.
-        Danny.
-        Justin Drew.
-        Marta.
-        Pablo.

Una pequeña ventanita de color naranja aparece en la parte inferior de su ordenador. Justin Drew. No se atreve a picar. Observa de nuevo la lista y pica sobre Anahí.

• Maslow dice:
¡Any! ¡No sabes cuánto te echo de menos!

• Anahí dice:
¡___! Yo también te echo muchísimo de menos. ¿Qué tal todo por allá?

• Maslow dice:
Pues bueno, aquí estamos. Sobrellevándolo todo. Ya sabes, todo siempre podría ir mejor, pero bueno, no me quejo. ¿Y tú? ¿Qué tal por Texas?

• Anahí dice:
¿Y eso? Pensaba que todo te iba súper bien con Justin y bueno, me habían dicho que tenías un trabajo.  Por Texas todo bien, aunque extraño mucho Atlanta.

• Maslow dice:
Si bueno, con Justin todo está mal. Y respecto al trabajo, pues bien. Llevo dos semanas trabajando, pero… ¿A que no sabes quién es mi jefe?

• Anahí dice:
¿Quién?

• Maslow dice:
Justin. Estoy cuidando a sus hermanos. Esto es una locura.

• Anahí dice:
¿Qué dices?

• Maslow dice:
Lo que lees. Resulta que se mudó a Atlanta porque Jeremy como ya sabes, trabaja aquí y no veía a los niños casi nunca por el tiempo y eso. Y pues se mudaron, ahora sus abuelos viven allá. Es mi vecino.

• Anahí dice:
¿Tu vecino? Júrame que es tu vecino.

• Maslow dice:
Te lo juro. Que movida tía.

• Anahí dice:
¿Te puedo preguntar algo?

• Maslow dice:
Claro, dime.

• Anahí dice:
¿Qué fue lo que pasó? Todo estaba bien con ustedes. Eráis el uno para el otro antes de que acabara la universidad.

• Maslow dice:
Ni yo misma lo sé Any. Nos alejamos por la distancia y la distancia se encargó de romperse a sí misma. Se vino a vivir a Atlanta y casualmente, al lado de mi casa. Lo que pasa, que vino con una chica y yo pensaba que era su novia. Por como la trataba y eso, lo hacía para darme celos. Pero le salió mal el juego.

• Anahí dice:
¿Qué hiciste?

• Maslow dice:
Yo no hice nada. Bueno…un poco. Verás, ¿te acuerdas de Danny?

• Anahí dice:
Sí claro, ¿El chico de la residencia no? ¿Tu primer “novio”?

• Maslow dice:
Ese mismo. Pues, cuando regresé a Atlanta, resulta que se había mudado a una zona muy próxima a mi casa. Y desde entonces, no dejamos de salir juntos. Todos los días estoy con él y cuando Justin llegó creo que nos vio juntos y pensó que se los estaba poniendo con él. Como me di cuenta que Justin intentaba ponerme malditamente celosa con la morena (que resulta que es la prima) pues yo ahora, estoy haciendo exactamente lo mismo.

• Anahí dice:
¿Es la prima? Menudo gilipollas. ¿Y no ha intentado nada contigo?

• Maslow dice:
No. Bueno…el otro día estaba en la casa y moría por besarme. Cosa, que yo también. Pero quiero jugar un poco y aunque ahora tengo unas ganas increíbles de estar con él, prefiero….

• Anahí dice:
Prefieres matarlo de celos.

• Maslow dice:
Algo así. No se lo voy a dejar todo tan fácil.

• Anahí dice:
Joder, pues suerte. Porque Justin es un tipo…bueno, ya sabes. Seguro que te intenta comer la boca desde que pueda encerrada en una habitación atada por las muñecas.

• Maslow dice:
Eso ha sonado muy porno.

• Anahí dice:
En realidad sí. Pero, como se cabree mata al Danny y a ti te lleva a la Luna con él para que no te escapes nunca más.

• Maslow dice:
Anda, y eso porque es ilegal, que si no, seguro que también lo hacía.

• Anahí dice:
Ya te digo. Bueno, tengo que irme que tengo que llevar a mi hermano a la playa (menudo coñazo). Encima  mi madre me persigue un bidón de crema de protección 140 o más. ¡Suerte! Ojalá nos podamos ver pronto ___. ¡No me olvides!

• Maslow dice:
Caray, pues mucha suerte para ti también. Ojalá así sea y no te voy a olvidar ¡Nunca! Pásalo bien en la playa. I looove u!

• Anahí dice:
¡Lo mismo te digo! Love you too.

Anahí ha cerrado sesión.

Observa de nuevo la ventana anaranjada. Decide picar.

• Justin Drew dice:
Anda, mira quien se conecta después de mil años.

• Maslow dice:
Já-já-já. Que gracioso eres.

• Justin Drew dice:
Y tú que borde eres a veces, gatita.

• Maslow dice:
No me llames así.

• Justin Drew dice:
¿Por qué? Si a ti te gustaba…

• Maslow dice:
Tú lo has dicho. Me gustaba. Ahora, no me llames más así.

• Justin Drew dice:
Está bien gatita, no te diré más así.

• Maslow dice:
Te la estás jugando.

• Justin Drew dice:
¿Qué tal ayer con Danny? ¿Qué hicieron después de lavar el coche? ¿Subieron a tu casa y se bañaron juntos en la ducha?

• Maslow dice:
Sí, y no sabes que bien me lo pasé.

• Justin Drew dice:
¿Te hace el amor como yo?

• Maslow dice:
¿Eso es lo único que te importa no? ¿Qué te haya cambiado por otro y que ese otro sea el que me está haciendo sentir cosas que tú nunca lograste? ¿Es eso?

• Justin Drew dice:
No, a mí lo que me jode es que estuvieras bien conmigo y desde que yo me fui de Atlanta corrieras a por otro tío. Eso es lo que me jode. Que no supieras esperarme como yo lo hice.

• Maslow dice:
¿Qué tipo de droga consumes? Te recuerdo que fuiste tú el que vino a Atlanta con otra tía e intentaba darme celos. Pues que seas que sé que esa tía no es nada más y nada menos que tu prima. ¿Cómo te quedas?

• Justin Drew dice:
Me quedo igual. Supe que lo sabias por cómo me tratas últimamente.  Pero corroboro con lo que te dije antes y con más razón. Me viene a Atlanta sin nadie y sigo sin nadie. Simplemente porque yo si supe esperarte. Sin embargo tú a la primera de cambio quisiste cambiarme por otro. Quise intentar darte celos, es cierto, no te voy a mentir, no te he mentido nunca y tampoco lo haría. Fuiste tú la que pensó que yo estaba con ella.

• Maslow dice:
Venga ya, ahora no vengas de culpable. Tú lo hacías todo exactamente para hacerme celar de una manera inimaginable. Y cuidado con Danny, él me hace sentir bien. Cuidado con Danny, Justin, que te conozco. Como le pase lo más mínimo no te lo voy a perdonar nunca.

• Justin Drew dice:
Lo siento, pero no me pidas eso cuando veo a mi chica con otro.

• Maslow dice:
¿Tu chica? ¿Quién es esa?

• Justin Drew dice:
¿Estamos jugando a los despistes?

• Maslow dice:
No lo sé, dímelo tú.

• Justin Drew dice:
Yo lo único que sé es que te quiero aquí conmigo de nuevo.

• Maslow dice:
No te creo. Estoy segura que ya te has tirado a otras.

• Justin Drew dice:
Ahora la celosa eres tú. Y bueno….eso no te lo voy a confesar.

• Maslow dice:
Menudo cabrón.

• Justin Drew dice:
Y tú me quieres gatita. Que vueltas da la vida ¿eh? Cabrón, pero me quieres.

Maslow ha cerrado sesión.
Será capullo.

……………………………………………………………

Han pasado dos semanas. Ella viene a casa, está con los niños, me ignora y se vuelve a casa. Por las tardes queda con el tío ese y su pandilla de amigos y no sé más nada de ella hasta por la noche. Lo peor es que si realmente intenta ponerme celoso ahora, lo hace demasiado bien. Y ya todo esto me está comenzando a rayar la cabeza de una forma sobrenatural. Lanzo la gorra y se desliza por la mesa del escritorio hasta quedarse en la esquina. Sola. Como yo. 


¿Os puedo dar un consejo? Si tienes pareja, seguramente vosotros dos nunca seréis perfectos juntos. Pero si ella puede hacerte reír al menos una vez,  no la dejes ir y dale lo mejor de ti. Probablemente ella no está pensando en ti a cada segundo del día, pero te dará una parte de ella que sabe que podrías romper, su corazón. No le hagas daño, no la cambies, y no esperes de ella más de lo que puede darte. Sonríe cuando te haga feliz, hazle saber cuándo te hace enfadar y extráñala cuando no esté. Como yo ahora mismo. Porque no existen las personas perfectas, pero siempre habrá una persona que es perfecta para ti. No les pasa que están con una persona que les interesa muchísimo, y a la vez otra persona la cual en algún momento les importó, ¿Está con otra? Es una sensación horrible, porque a la vez me importa mucho y por otro lado nada, pero siempre termino haciendo una escena de celos.

Descuelgo una de mis guitarras de la pared y comienzo a tocar. Una de mis canciones favoritas. “Cry me a river.” Hace bastante que no toco esta canción. Me atrevo a decir que no la toco desde los doce años. Me coloco la guitarra y de repente, el sonido de mi guitarra, el sonido acústico de las cuerdas, se comienza a crear ese sonido tan perfecto, que tanto amo. Todos en algún momento, necesitamos alejarnos del mundo. Ya sea metiéndonos en un libro, escuchando una canción, dibujando, o tirándonos en el pasto un rato a contar las nubes. A mí me pasa con la música.

“Ahora simplemente no hay ninguna oportunidad, para ti y para mí, nunca la habrá
Y, ¿No te hace sentir triste eso? Tú me dijiste que me amabas ¿Por qué me dejaste, completamente solo? Ahora me dices que me necesitas. Cuando me llamas, por teléfono.
Chica me niego, me debes de haber confundido con algún otro chico. Tus puentes fueron quemados, y ahora es tu turno. De llorar, llorarme un río. Ahora simplemente no hay ninguna oportunidad, para ti y para mí, nunca la habrá. Y, ¿No te hace sentir triste eso? Cry me a river.”

Tu recuerdo no muere, pero mata. Pasan los días, pasa la vida. Mañanas, amaneceres sin ningún sentido. Noches en las que intentar dormir se convierte en todo un reto. Todo es distinto, yo lo sé, y sé que ella también lo sabe. Intento no pensar que nuestras vidas cambiaron el día que cada uno comenzó a mirar en una dirección distinta. Lo siento por mí, porque es mi corazón el que no para de perder batallas. Son mis días los que transcurren a una velocidad de vértigo sin que nada aquí dentro cambie lo más mínimo.

-        ¡Mamá!
-        ¿Qué pasa Justin? – me dice con el ceño fruncido. Me meto las llaves de la moto en el bolsillo.
-        Me voy a dar una vuelta.
-        ¿A dónde vas?
-        No lo sé.
-        ¿Qué te pasa?
-        Nada.
-        Estás muy raro. ¿Estás seguro que te encuentras bien? – “No mamá, no lo estoy” ella intenta saber que me pasa, atravesando su mirada en mis ojos que hoy están un tanto extraños.
-        Estoy bien, sólo necesito tomar aire.
-        Primo yo pued…- la corto a tiempo.

Salgo de casa dándole un fuerte golpe a la puerta. Es de noche y no sé qué me pasa esta noche. Me acerco al garaje y pongo en marcha mi moto. La saco del garaje y cierro la puerta. Hace tiempo que no monto en ella. Acelero una vez. Miro hacia arriba. La luz de su habitación está apagada y yo doy un fuerte suspiro ahogado. Esta noche hace frío. Desciendo por la principal y adelanto en zigzag a dos o tres coches. Miro por el espejo que un coche se me acerca peligrosamente. Es uno de los que adelanté hace unos minutos. Las ruedas suben haciendo algo de ruido por una pequeña pendiente y giro a la derecha. Se me confunde la calle con su rostro y alejo mis pensamientos pestañeando dos veces. Doy un fuerte frenazo. He estado a punto de chocar. Suspiro. Giro a la derecha, recto. Veo una pareja de enamorados y a una chica que va sola por la calle. Quizás ahora mismo esté como yo. Tráfico nocturno. Genial. Giro y voy todo recto. Regreso por los alrededores del barrio. Miro de reojo mi reloj negro. Diez y media de la noche. Vuelvo a ver de nuevo a la chica. Quizás ha bajado por el pequeño desvío. La observo a lo lejos. Me suena demasiado. Me acerco con la moto. Camina algo coja. Frunzo el ceño.  Acelero hasta llegar a ella. Mierda. Es ___.

-        ¿Se puede saber qué haces sola a esta hora por aquí? – le digo algo alto pues con el ruido de la moto, se me escucha ligeramente bajo. Ella me mira y sigue caminando. Tiene un pequeño corte en la rodilla.
-        ¡¿Qué mierda te ha pasado?! – acelero un poco más hasta alcanzarla. No me contesta.
-        ¿¡Me quieres decir que te pasó ___!?
-        ¡No te importa! – me grita. La observo seria.

Ella suspira y sigue caminando. Me cago en mi vida. Me bajo de la moto, la dejo sobre la acera y saco una pequeña caja de curas. Me acerco a ella. La cojo en brazos a fuerza y cruzo la carretera. Ella me grita, me araña, me vuelve a gritar e intenta escapar.

-        ¡Que me sueltes! – espetó.
-        Qué horror, parece que no maduras. – le digo enfadado. – Estate quieta de una puta vez.
-        Justin, que me sueltes. Te voy a denunciar.
-        Pues denúnciame. ¿Qué mierda te ha pasado?
-        ¿¡¡¡Se puede saber a dónde vamos!!!? – grita con fuerza.

La dejo en el suelo. Hemos llegado al río. Ella me mira y yo la miro. Aparta su mirada de mí e intento subirle los vaqueros para curarle la herida. No se puede.

-        Quítate los pantalones.
-        Estás flipando.
-        ¿Y cómo quieres que te cure eso si llevas unos pantalones apretados?
-        Nadie te ha dicho que me cures.

Se levanta cojeando e intenta irse. Tiro de su mano y cae de nuevo al suelo. Bien. Le quito los pantalones yo mismo hasta dejarla en braguitas. Los tiro a un lado y le pongo betadine en la herida. ¿Qué mierda es esto? Es un corte profundo. Deslizo un pequeño algodón mojado por el contorno mientras que de sus labios se escapa un pequeño “tsssss” de dolor. Levanto un poco la mirada y la observo. Tiene los ojos cerrados y se está mordiendo el labio inferior de dolor.

-        ¿Qué te pasó?
-        Me caí. – responde sin abrir los ojos.
-        ¿Qué hacías sola?
-        Necesitaba estar sola. – abrió los ojos por fin y me miró. Luego rodó la cabeza y se volvió a morder el labio. Aprieto un poco más la herida y le ato un pequeño trozo de tela en la pierna. 
-        Ya está. – tiro la caja al río. Ella me mira curiosa y luego vuelve a bajar la mirada. Arrastra su pantalón y se lo pone encima. Yo suelto una pequeña risa. Me pongo en pie.
-        ¿Dé que te ríes?
-        De nada. – carcajeo. Ella me mira seria. Se intenta tapar aún más. Cojo un trozo de planta y comienzo a deshojarla mientras la miro desde arriba.
-        ¿Te importaría virarte?
-         ¿Para qué? ¿Me vas a clavar el cuchillo por detrás?
-        No gilipollas, aunque ganas ahora mismo no me faltan.
-        Entonces no me giro.
-        Me voy a poner los pantalones. ¿Serias tan amable de girarte? Gracias. – simula una sonrisa irónica. Yo niego riendo. Ella frunce el ceño y bufa con fuerza.
-        Nada que no haya visto. Tranquila.
-        Estás insoportable. Gírate.
-        No me voy a girar nena. Además, no puedes ponerte eso sola. – vuelvo a carcajear. Ella eleva una ceja e intenta ponerse los vaqueros sentada. Lo consigue hasta un poquito más debajo de las rodillas. Justo donde tiene la herida.
-        Vale, me rindo. Ayúdame.

Tiro la planta al suelo y doy una carcajada. La ayudo a levantar y poco a poco le subo los pantalones. Rozar su piel me hace estremecerme. Y a ella también pues siento su escalofrío. Después de vernos ayer pensé que me moría. Cada vez que nos quedábamos callados y me mirabas, ni siquiera podía aguantarte la mirada sin que la emoción me subiese desde el pecho y los ojos comenzasen a nublarse. Me alejo unos centímetros y ella se abrocha el botón sin dejar de mirarme. Rompo esos centímetros de nuevo. Diablos, acojona la velocidad a la cual va mi corazón cuando la tengo cerca. Me acerco un poco más. Le llevo un mechón de pelo tras de la oreja. El corazón comienza a latirle con fuerza. Siento unos escalofríos extraños por todo el cuerpo como si nunca la hubiese besado o como si fuera nuestro primer beso. ¡PUM! Disparo de sonrisas. Disparo de miradas. Disparo de suspiros. Disparo de caricias. Disparo de susurros. Disparo de palabras. Disparo de pasión. La agarro de la cintura. Hace ademán de alejarse, pero sólo consigue que la estreche más hacia mí y la tenga a menos de cinco centímetros.

-        Ay Maslow, Maslow. Soy un cabrón, un animal. Pero sientes…e incluso te dejarías besar ahora mismo.

Ella me da un puñetazo y trato de protegerme mientras río. La sostengo de la mano esta vez con algo más de dulzura y la atraigo hacia mí. Se vuelve a resistir. La miro a los ojos y me muerdo el labio inferior. Tiene el pelo suelto, largo, libre. Le acaricio el hombro y vuelvo a mirarla a los ojos. Sus ojos son intensos y hoy están más claros que nunca. Me inclino lentamente estrechándola contra mí. Le paso una mano por el pelo, apartándolo, dejando su cara al descubierto. Me comienza a corresponder el beso y ahora siento su mano agarrando con fuerza mi blusa. Creo que es relativamente imposible expresar lo que uno siente cuando está enamorado, creedme. Salvo el hecho de decir que te estremeces cada vez que sus labios rozan tu cuello, la sensación que te producen sus dedos deslizándose suavemente por tu espalda o cuando te susurra al oído un “te quiero”. Pero no de esos que se dicen por decir, no, de los que salen del corazón, solitos, sin que nadie les obligue. ¡PUM! Disparo hacia tu corazón. Beso lento su labio inferior durante casi un minuto, y luego comienzo abrirme paso dentro de ella un poco más profundo mientras la saboreo. Cuanto extrañaba esto. Se pone de puntillas por fin y me rodea el cuello besándome con más fuerza. Acaricio su espalda por encima de su blusa. Justo entonces se separa. La miro desconcertado, aturdido es la palabra exacta. Ella me mira y luego suspira, dejando salir toda la cantidad de emociones que supongo que llevaba dentro. Me he perdido.

-        ¿Qué pasa?
-        Nada. – dice negando colocándose la blusa. - ¿Me llevas a casa?
-        ¿Qué? – frunzo el ceño. - ¿Cómo que no ha pasado nada? Hace unos segundos me estabas besando y ahora vuelves a actuar como antes. No lo entiendo.
-        Es eso. No ha pasado nada.
-        ¿A qué te refieres? – elevo una ceja. Ella mira el suelo sin decir nada. Luego levanta la mirada y me mira seria.
-        No he sentido nada.
-        Mentira. – se me escapa una pequeña risa nerviosa. – Eso es mentira.
-        No he sentido lo mismo de antes.
-        No te creo.

Comienzo a caminar hacia arriba mientras ella camina un poco más lento. ¿Cómo que no ha significado nada? ¿Cómo que no has sentido nada? ¿Cómo que no has sentido lo mismo que antes? Pateo una piedra y llego a la carretera.

-        ¿¡Me quieres esperar!? – grita.

Me subo en la moto y la enciendo. Acelero una vez, dos. Y me voy. “Sé que quieres darme un beso, yo también me muero de ganas por dártelo” te dije, y aunque no quisieses admitírmelo los dos sabíamos todo lo cierta que era esa frase.

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