• Desafío al corazón. Capítulos {83, 84, 85 y 86}

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|| Narra Justin ||

Menudo follón tío. Bajo las escaleras dejando a Michelle en la habitación con la palabra en la boca. Me dijo algo así como, “Primo, por qué no me acompañas a comprarme un nuevo vestido” Le he dado dinero para que se marche sola.

-        ¡Hermanito, ven! – me gritó Jazzy desde la cocina. Bajo rápido las escaleras, saltando el último escalón de golpe. Entro en la cocina y ___ está atendiendo a Jaxon mientras Jazzy mastica un pedazo de pan.
-        ¿Qué pasa princesa? – le respondo acercándome. Me pongo de cuclillas a su lado. ___ se aleja un poco. Sonrío de lado.
-        ¿Por qué no vamos al parque hoy con ___? – pregunta. Yo elevo una ceja y la observo. Ella sigue hablando con Jaxon, haciendo como quién no quiere la cosa.
-        ___...- la llama mi hermana. Ella gira la cabeza y le sonríe.
-        ¿Qué?
-        ¿Quieres ir al parque conmigo y mi hermanito?
-        ¿Con Jaxon? ¡Claro!
-        No, no, con Justin. – balbucea. Ella me mira un segundo y vuelve a clavar la mirada en Jazzy.
-        Justin no puede ir, tiene que hacer muchas cosas hoy. ¿A que sí Justin? – me mira forzando una sonrisa falsa. Yo suelto una pequeña risa y niego con la cabeza.
-        No, no tengo nada que hacer hoy. – ella me mira fijamente enfadada y yo vuelvo a reír.
-        ¿Entonces? ¿Vamos al parque? – dijo con una amplia sonrisa. Ella cogió aire y lo soltó de golpe.
-        Está bien. Iremos al parque.
-        ¡Bien! – celebró la pequeña.

 Luego le dijo algo a Jaxon y él comenzó a dar palmitas con sus manos. ___ carcajeó al verlos así y a mí se me formó una grietita en la parte derecha del corazón. Hacía mucho tiempo que no la escuchaba reír tan de cerca. Luego me observó y fue abandonando poco a poco su sonrisa. Se puso en pie y cogió en brazos a mi hermano.

-        Súbela a la habitación. – me dijo. Yo asentí y cogí a Jazzy en brazos mientras subíamos las escaleras. Ella se sentó en la cama de mi hermana mientras yo la observaba.
-        Espera un momento, ya vengo. – me dijo.

Me senté en la cama al lado de Jaxon mientras él me miraba con intriga. ¿Qué estaría pensando? Rápidamente vino ___ con dos prendas de él en sus manos. Lo cogió en brazos y se lo llevo al cuarto de baño. Lo aseó y luego lo dejó en la cama, mientras lo secaba con la toalla. Algunos mechones de su cabello se le cuelan en la cara y algo exasperada se los quita y colocaba detrás de la oreja. Seca a Jaxon y poco a poco le coloca la ropa. Luego con un pequeño peine lo intenta peinar. El cabello de mi hermano es rubio, totalmente. Yo cuando era pequeño era rubio, pero él lo es aún más.  Suelta una pequeña risa al ver como lo ha peinado. Parece ser que ahora ni le incomoda mi presencia. Aunque…tampoco es que me mire. Vamos, pero si pasa de mí. Al final esto de darle celos no está funcionando mucho. Joder, pero si antes me salía genial. Me mira. ¡No, no dejes de mirarme!

-        Listo Jaxon. – le da un beso en la mejilla y él confuso, le da un pequeño piquito en la boca sin querer. Ella eleva una ceja riéndose y él, que no entiende le sonríe. Luego me mira de nuevo sin dejar de reír.
-        Vaya “bro”, me la quieres quitar ¿O qué? – le digo cogiéndolo en brazos.

Él sonríe y me abraza. Ella no dice nada, de hecho borra la sonrisa y corre ahora a por Jazzy. La coge en brazos y después de lavarle la cara y mojarle un poco el cabello, se sienta de nuevo en la cama y comienza a prepararla. Jazzy le sonríe y de vez en cuando me mira a mí y me guiña un ojo. ___ no dice nada, simplemente curva sus labios y sigue preparándola.

-        Lista hermosa. – le dice mientras la observa sonriente. Jazzy se mira en el espejo y le sonríe. Luego se levanta, y sale de la habitación.

___ se pone en pie, me mira de reojo y sale con Jazzy de la mano. Yo suelto un suspiro exasperado y salgo don Jaxon en brazos. Al llegar a la planta baja, ella toma un poco de agua. Se coloca un poco el cabello y camina hasta el salón, dándome fuerte en el hombro. Saca un gloss de su pequeño bolso y se perfila los labios en el espejo. Luego lo guarda en el bolso y coge a Jazzy.

-        Vamos.
-        Oye espera.- le digo. Ella se gira y me mira. – Cógelo un segundo, tengo que ir al baño. – sonrío y ella deja a mi hermana en el suelo, coge a Jaxon y yo corro al cuarto de baño. Me miro al espejo, me lavo la cara, luego las manos y vuelvo al salón.
-        ¿Ya?
-        Sí.

Abrimos la puerta y nos dirigimos al parque en silencio. La miro de vez en cuando. Ella no me hace caso. No sé qué está pasando y me agobio. Los niños juegan, ella los mira y corre a jugar con Jazzy. Yo me quedo en el banco observándolos.  Pasa casi media hora.

-        Jus. – me susurra Jaxon. Lo observo sorprendido. Es la primera vez que me llama. Lo obervo sorprendido y luego sonrío.
-        ¿Qué pasa peque?
-        Casa. – balbucea. Quiere volver a casa. Observo a ___ está en el columpio con Jazzy. Le hago señas a ella y luego ___ se gira para observarme.
-        Vámonos ya, Jaxon quiere volver a casa. – le digo algo alto. Ella asiente y saca  a mi hermana del columpio. Se acercan a nosotros de la mano.
-        ¿Le pasa algo? – me pregunta observándolo.
-        No lo sé. Pero supongo que querrá algo. – me elevo de hombros.- No sé.
-        Está bien, vamos.

Y volvemos a casa. Jaxon corre a beber agua. Quería agua. Luego se sube en el sillón y se queda dormido como un tronco. Jazzy se acuesta a su lado y en cuestión de segundos están dormidos los dos. ___ los arropa y luego coge su bolso.

-        Me voy ya. Nos vemos mañana. – me dice rápido caminando hasta la puerta.
-        Oye espera un momento. – le digo saltando del sillón. Ella se para y me mira.
-        ¿Podemos hablar? – le pregunto. Ella niega sonriendo y luego se acerca y me da un beso mojado muy cerca de los labios.
-        No tenemos nada que hablar Drew. – me dice con la mirada clavada en mí. – Adiós.

Y cierra la puerta. Me quedo unos segundos pensando. Necesito colocar los pensamientos. ¿Qué acaba de pasar? Me rasco la nuca y luego me giro con el ceño fruncido. ¿Qué ha significado ese beso tan peligroso? ¿Y ese “Drew”? No entiendo nada. No entiendo absolutamente nada.

|| Narra ___ ||

-        ¿Entonces? ¿Estás seguro que no te importaría?
-        Que no ___, de verdad que no me importa.
-        Joder Danny, pero… ¿Estás seguro de que no te haría daño?
-        Que no joder, que si me hiciera daño no te ayudaría. Venga, si tampoco hay que hacer tanto ¿no?
-        No. Con que te acerques un poco a mí, basta para que se ponga totalmente celoso.
-        Pero…
-        Que no ___, venga, si a mí me da igual.
-        No te creo. – carcajeo. Él eleva una ceja y sonríe de lado.
-        Vale, lo acepto. Igual me sigues gustando un poco pero…
-        Pero es que yo no quiero hacerte daño. De hecho se lo iba a proponer a Darío…
-        ¿Darío? ¡Qué dices!
-        Joder Danny, que yo no quiero que nuestra relación se rompa por esta bobería.
-        Pero que no va a pasar nada. – dice exasperado.
-        Es que Justin es muy bruto…
-        En resumen, que temes a que me pegue una buena hostia ¿No?
-        Sí, algo así.
-        Tranquila, sé defenderme. – yo elevo una ceja. El carcajea. – Que no, que no va a pasar nada. Además, ¿No te tengo que comer la boca no?
-        Últimamente estás bastante directo.
-        Ya. Es que me he dado cuenta que si no hablo así contigo, no llego a ningún lado.
-        Eres un idiota. – carcajeo. Él sonríe de lado.
-        No me has contestado. – dice observándome.
-        ¿El qué? – frunzo el ceño. - ¡Ah! Pues…no creo que haga falta. De todas formas no sé, algo tendremos que hacer para que se note algo real.
-        Oye que por mí no hay ningún problema…

Le golpeo en el hombro. Él carcajea y me abraza por la espalda.

-        Que es broma mujer. Además, tengo asumido eso de que no te gusto para nada.
-        Pues eso es mentira. Eres muy buen chico...y además eres muy lindo. – acepto. El me suelta y me gira suavemente.
-        ¿Te estás burlando de mí?
-        No. – carcajeo. – Estás muy guapo, has cambiado mucho desde la última vez que nos vimos.
-        Anda que tú no. – dice sarcástico. Vuelvo a golpearle en el hombro.
-        Me va a salir un morado al final. – carcajea. Luego se pone un poco más serio y me mira fijamente a los ojos. – Entonces, ¿Qué? ¿Soy tu “novio”?
-        Danny, ¿estás seguro? – pregunto esta vez totalmente seria.
-        Lo estoy. – asiente con seguridad. Yo sonrío y él me da un suave beso en la mejilla.

Yo no sabía que nuestra historia iba a ser tan efímera, pase por tu vida como si lo nuestro fuera a durar para siempre, que ilusa.

……………….....................................................................

|| Narra Justin ||



Empiezo con las primeras máquinas, me caliento en seguida, series de repeticiones para ablandar los músculos. Cargo poco, lo mínimo.  He vuelto al gimnasio. Me viene bien para descargar tensiones. Una chica, alta, morena, de cuerpo diez y ligeramente maquillada, me mira. La observo curioso. Es bonita. Pero no me gusta su estilo. Hago en seguida la primera serie de cien. Miro a lo lejos. Dos chicos, uno algo corpulento entrena a otro a penas de fuerza física.  Otra chica se me acerca. La miro. Un mechón de pelo rubio castaño descubre a trozos su cuello suave. Ojos azules, dulces y serenos. Un perfil delicado, pero decidido.

-        ¿Eres nuevo? – me pregunta sentándose en la máquina que está justo a mi lado. Yo la observo un segundo. Estoy sudando.
-        Sí. – contesto algo forzado.
-        Pues no estás tan mal para empezar. – suelta una carcajada.

Que lanzada tío. La observo y sonrío de lado. Ella me devuelve la sonrisa y comienza a hacer una serie. Miro al techo sin parar, uno tras otro, con las manos detrás de la cabeza, con los codos alineados, tensos. Segunda serie de cien.

-        Oye Bieber. – me susurra. Entrecierro los ojos.
-        ¿Qué? – le pregunto curioso. ¿Cómo se sabe mi nombre?
-        Hace tiempo que te veo por aquí.
-        ¿A mí? – se me escapa una carcajada. Sigo haciendo abdominales. - Pero si es la primera vez que vengo.
-        Pero no aquí.
-        ¿Dónde? – susurro esta vez yo. Me levanto poco a poco y casi no puedo ni hablar del dolor en los abdominales.

-        En el parque. Con una morena. – se levanta. La veo reflejada en el espejo, sonriendo. Se le entrevén los pezones en esa micro-camiseta. Lo sabe pero no se tapa.
-        Ah, sí. – suelto una carcajada.
-        ¿Es tu novia? – pregunta con interés. Comienzo a sentirme incómodo.
-        ¿No haces demasiadas preguntas para no conocerme de nada? – pregunto esta vez yo.

Abro mi botella de agua y tomo un sorbo. Se me caen unas gotas por el cuello, bajando por mis abdominales y perdiéndose dentro de mis boxers. Ella sigue con su mirada el recorrido y luego vuelve a clavar la mirada en mí. Sonrío de lado y guardo la botella en mi maleta. Luego me la echo al hombro y la miro por última vez.

-        Adiós castaña.

Luego le guiño un ojo y subo del gimnasio, no antes sin chocarle la mano a algún que otro conocido. Llego hasta mi coche.






Abro la puerta trasera y tiro la maleta dentro. Luego abro mi puerta y entro. Meto la llave. Acelero una vez. Dos. Suspiro y pongo música. Esa no me gusta. Cambio de pista. Esta tampoco. Esta me recuerda a ella. Esta también. Apago la radio. Acelero. Cambio de marcha y me mantengo lejos. No me paro en ningún semáforo. Hoy todos están verdes para mí. Adelanto a los coches que están parados en el semáforo, después sigo recto, giro a la derecha, izquierda. Un tipo medio calvo me toca la bocina con retraso. Estoy llegando a casa.



 Pero a lo lejos diviso a ___. Ah, y al otro tío. Al lado hay un charco. Sonrío. Cambio de marcha. Velocidad. Los mojo enteros.

-        ¡¡Gilipollas!! – me grita Danny. Freno. Me bajo del coche. ___ está empapada. Sonrío sin darme cuenta. Ella apreta los puños y agarra a Danny.
-        Oye tío, no es mi culpa que estéis tan cerca de la carretera. – me elevo de hombros. – Además, agradecérmelo. Mirad que calor hace hoy. – abro mis manos y luego carcajeo.
-        No me hace gracia. – dice él. Ella se tuerce la blusa. Luego se acerca a mí.
-        Ten cuidado. – me dice señalándome con el dedo.- Ten mucho cuidado.
-        ¿Me estás amenazando? – doy un paso y ella no se mueve. Está muy cerca, casi puedo sentir su corazón saltando sin parar. - ¿Me estás amenazando Maslow?
-        No te pongas de chulo conmigo. – carcajea y esta vez es ella quién avanza unos cuantos centímetros más. Se moja los labios, me coloca una mano en los abdominales y luego me mira a los ojos. – Porque no te va Drew. No te va. – sonríe, y luego me empuja con fuerza.

Se acerca a Danny y éste la abraza por la cintura. Ella le da un beso en el cuello y luego le quita las gotas que tiene por toda la cara con la yema de sus dedos. Bien, esto tampoco salió como quería. Me he quedado con ganas de tirarla, meterla en el coche, besarla, quitarle la ropa con los dientes y hacerle el amor mil veces sin parar. Pero me ha logrado dejar con ganas, y encima malditamente celoso. Carcajeo sin gracia.

-        Mejor ten cuidado tú.- contesto señalando a Danny. Él la agarra más de la cintura, incluso baja un poco más. Ella simplemente me mira sonriendo.
-        Nos vemos mañana en mi casa, fea.

Ella eleva una ceja y cancela la sonrisa. Esta vez río yo y camino hasta mi coche. Entro y acelero tres veces, dejándoles algo de humo en recuerdo de mi presencia.

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-        Paso de ir contigo a la ciudad. – me dice mientras corre escaleras abajo. La sigo.

Le he dicho que me acompañe a la ciudad, ayer por la noche mi madre le dijo que si podía encargarse de los niños hasta las ocho más o menos de la noche, que iba a pagarle las horas extras, ella tenía una reunión de empresa. Mi padre había venido a casa y se había llevado a los niños con él por lo que ___ ya no pintaba nada en mi casa. Es decir, que me habían jodido los planes. El momento reencuentro de ella con mi padre había sido todo un caso. Ellos hablaban abiertamente mientras yo jugaba con mi teléfono móvil en el sillón. Ella le había dicho que ya no estábamos juntos porque yo la había cagado. Más tarde le expliqué a mi padre que eso era broma, que la tía con la que “la estaba engañando” era Michelle. Él se descojonó. Literalmente. Pero me dijo que no jugara con ella. Me lo advirtió dos, tres y hasta diez veces. Luego se marchó. Dejándonos solos. Ahora le he dicho que me acompañe a la ciudad, que quiero comprar comida. Pero no quiere.

-        Venga ya, pero si está cerca.
-        ¿Pero quién te crees? ¡Que no te voy a acompañar a ningún lado! – me dice elevando la voz.

Se gira y corre a la cocina. Deja unos vasos dentro del fregadero. Me subo en el pollo de la cocina. Me mira de reojo. Sigue lavando la loza. Le escondo un mechón de pelo tras de su oreja. Me esquiva y me da un pequeño puñetazo en la barriga. Con jabón incluido.

-        Auch. – me quejo.
-        Te jodes. Déjame en paz.
-        Qué carácter. – carcajeo. Ella me mira furiosa y vuelve a clavar la mirada en los platos. Luego estornuda. Y vuelve a mirarme.
-        Eso te pasa por ir por ahí con poca ropa.
-        Yo me pongo la ropa que a mí me dé la gana. Como si quiero ir desnuda por ahí.
-        Eso estaría bien. ¿Por qué no lo haces ahora? – vuelve a mirarme. - ¡Oye! Que encima que acepto tu comentario. Con lo buen jefe que soy. – miro al techo.
Vuelve a estornudar.

-        Mira Justin, como yo me vaya a enfermar por tu niñatez de ayer…- coge una bocanada de aire.
-        ¿Qué? – río.
-        Nada.
-        Si te enfermas, yo te cuidaría.
-        Deja de tirarme los trastos. – coloca el último plato en la vajilla. – Ya no te sirve.
-        ¿No? – salto y me acerco.
-        No. – dice segura. Me acerco un poco más y tocamos pared. Ella ni se aleja, ni me deja de mirar, ni me aparta, ni…
-        ¿Ves? Ya no te sirve. Así que déjame. – me empuja.

Me acerco y la abrazo por la cintura desde atrás. Sé que cierra los ojos, aunque no pueda verla. Lo sé porque  siento su pulso a una velocidad de la hostia.

-        ¿Qué? ¿Me vas a decir que aún no sientes escalofríos cuando te hablo al oído? – susurro contra su oído.

Se crea un silencio de segundos.

-        ¿Me vas a decir que no te gustaría ahora mismo girarte y besarme sin parar? Porque yo sé que si tienes ganas. Pero eres cobarde. No te atreves. Has preferido volver a ser la aburrida de antes. – susurro de nuevo con la voz algo ronca. Acaricio suavemente su espalda sobre la fina tela de su camisa.
-        Tú has vuelto a ser la aburrida de antes y yo he vuelto a ser el mismo cabrón de siempre. ¿No? – subo un poco su blusa y acaricio esta vez su espalda, lo mínimo.
-        Pero reconoce que este cabrón, te sigue volviendo loca. Reconoce que quieres perderte de nuevo en mí. - hago hacia un lado su pelo, dejando libre su cuello suave y visible.
-         Reconoce que mis palabras acarician tus oídos. – susurro esta vez mordiendo levemente su cuello. - Reconócelo.
-        Nena, sabes que conmigo nada es fácil, eso ya lo sabes. – ella suspira ligeramente. Cree que no siento como el aire se desliza de sus labios. Pero sí que me doy cuenta. Vuelvo a susurrarle. -  Sabes que no me rindo nunca, que me pierden los impulsos y que el alcohol me pone tonto. Sabes que paciencia me falta y que ideas locas me sobran. Sabes que necesito mimos constantes, y que soy celoso y no tengo remedio. Sabes que estoy completamente loco y eso tampoco tiene cura. Que no me callo a no ser que me beses y que no puedo estar dos minutos seguidos sin pensar en ti. Eso también lo sabes.
-        ¿Has terminado? – habla por fin. Dejo de acariciarle la espalda. Pero la abrazo más fuerte. Uno de esos abrazos eléctricos.
-        No. Y también sabes que por muy cabrón que me ponga, te quiero aunque me enfade. – la suelto de golpe, dejándola casi débil. Y me voy. Pero me giro cuando estoy a punto de desaparecer por la puerta. - Aunque me saques de mis casillas.
     
      Me voy de la cocina y subo las escaleras hasta llegar a mi habitación. Caray. Siento coraje. Coraje de que no se dé cuenta de que la quiero. Lanzo el móvil al suelo. ¿No se da cuenta que la amo? Es cómo levantarme cada día, ver mi vida y, sin venir a cuento, reírme de ella, reírme del mundo, y al abrir los ojos verte sonriendo en mi frente. Que no, que esto no es un maldito cuento de hadas. Que esto jode demasiado. Que no soporto estar así con ella de nuevo. Que lo de los malditos celos es una mierda. A ver, Jasmine tenía una relación con un vagabundo llamado Aladín. Blancanieves vivía ni más ni menos que con 7 tíos. Pinocho era un mentiroso de mierda. Robin Hood era un ladrón. Tarzán caminaba sin ropa por una jungla. Un desconocido le comió la boca a la bella durmiente y ella se casó con él. Cenicienta se escapó por la noche para ir a una fiesta. Campanilla bebió droga para que Peter Pan no muriera. Finalmente Peter Pan se fijó en la rubia de ojos azules. Hércules defendió a su chica contra otros tíos que eran más fuertes que él y al final, se la llevó. ¿Y a mí de qué me culpa? Recojo el teléfono del suelo y lo tiro en la cama. Luego cojo la guitarra de la pared y me tiro yo detrás del móvil.

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     || Narra ___ ||

     Estoy sentada en el sillón, sí, en el sillón de tu casa. Aún no me he marchado. Estoy pensando en todo. En todo lo que ha pasado en este último momento y en todo lo que ha pasado antes de todo esto. A ver Justin, no te digo que mi falda sea perfecta, ni que use maquillaje de Channel. Tampoco te prometo que me peine todos los días, o que no se me olvide alguna vez pintarme las uñas. Pero tengo una sonrisa que nunca falla si me sigues haciendo feliz como lo hacías hace meses atrás y unas ganas de seguir adelante impresionantes, te lo prometo. Pues sí. El Porta tenía razón. “Y todo, absolutamente todo, puedes perder sólo por una estupidez. Guarda un parecido al comportamiento de los niños pequeños, como cuándo por el hecho de quitarle un juguete, quiere tenerlo, y se da cuenta de lo que eso significa.”

-        Te echo de menos como una imbécil.

      Lo peor son las noches, ellas tienen la culpa, se me ocurren unas ideas maravillosas de como mandarte finamente a la mierda, de cómo llamar tu atención para tenerte cinco minutos. Pero mis planes carecen de todo sentido y coherencia por las mañanas. Aquí me tienes, en el salón de tu casa comiéndome la cabeza como la más loca de todas. Quién te lo iba a decir a ti. Esperando que bajes las escaleras de un momento a otro y te quedes a dormir conmigo. Y ya me conozco todo eso de superar el pasado, seguir con la cabeza bien alta y bla, bla, bla y mira que lo intento, pero es verte, chico, y se me olvida todo. Por esa coraza a medio derribar. Tu aparente falta de sentimientos que es la mentira más grande del mundo. Sabía poco de ti por aquel entonces, solo que eras alto y valiente, que tenías los ojos dorados, que pese a que nunca dijiste que amabas la música, yo lo supe desde el momento en que te conocí. Sabía que te gustaba la pizza con mucho queso más que a un tonto un lápiz y ese afán de comprar guitarras. Oye ___, frena. ¿Por qué todo esto ahora? Sabes que quieres darle un poquito de celos y pagarle con la misma moneda. Frena otra vez. Para y piensa. Mierda. No puedo pensar. Lo estoy escuchando tocando la guitarra mientras canta algo. Y eso siempre solía hacerlo cuando no se encontraba bien.

………………………....................................……

Nuevo día.

Bajo las escaleras de casa y estoy hablando un rato con Rick y mamá. Veo que hay unas cuantas cartas sobre la mesa. Hay una color morado.

-        ¿Y esto? – pregunto curiosa. Mamá se encoge de hombros.

-        Ni idea, aún no las he mirado.
Dejo un montón a un lado y cojo la carta morada. No tiene nada. La giro. Mi madre me mira   con curiosidad.
-        Es para mí.
-        ¿De quién?
-        No sé. – contesto rápido. – Ahora vengo.

Corro escaleras arriba y me tiro en la cama. Estoy nerviosa. ¿Qué puede ser? La abro y dejo el sobre a un lado. Extiendo el folio y comienzo a leer.

“Anda, súbete conmigo de nuevo a esa montaña rusa donde el ritmo lo marca los latidos de mi corazón. Donde tú y yo lo único que tenemos que hacer es dejarnos llevar. Donde voy a quererte hasta la última letra de tu nombre. Porque eso es lo que me apetece hacer hoy. Hoy. Y todos los días de mi vida.”

Anónimo. Es anónimo. Joder Justin. Una serie de sentimientos escritos y unas ganas de abrazarte gigantes. ¡Ves! otra vez mi puta cabeza que piensa “átame” mientras escribe “suéltame” y así todo el día. Que si te odio... que si te quiero, que si te escupo…que en realidad quiero morderte, que quiero empujarte de mi mente. La verdad es que quiero que me hagas el amor despacio. Tú eras mi desastre, mi jodido desastre, mierda, y ahora siempre hace frío y nadie me muerde.

-        ¡¡___, te están llamando!!
-        ¿¡Quién!? – grito metiendo la carta en el sobre.
-        ¡¡Danny!!
-        ¡Ya bajo!

Y cuando estoy a punto de salir por la puerta, él se choca contra mí.

-        ¡Lo siento! ¿Estás bien? – dice entre risas. Yo me froté el hombro.
-        Sí, sí.- reí esta vez yo. - ¿Qué pasa? – carcajeo. - ¿Por qué tanta prisa?
-        Corre, ponte algo más…-me examinó. – Ponte un pantalón corto, y una blusa de tirantas.
-        ¿Por qué? ¿A dónde vamos?
-        A limpiar mi coche.
-        ¿Qué dices?

-        Venga ya, hazme caso. Justin está en la calle lavando el suyo.

Me pongo un pantalón corto y una blusa caída que me deja ver la barriga. Me suelto el pelo y bajamos a la calle. 


Sacamos la manguera. Danny saca unos cubos con espuma y subimos la música  a tope. Justin se hace con nuestra presencia al instante y mira a Danny de una forma…bastante interesante. Danny abre la manguera y juega conmigo mientras yo carcajeo. Comienzo a lavar los cristales. Él se me acerca por detrás y me susurra un “Esto va a ser divertido”. Justin toca la pita. Se quita la blusa y la deja en el capó. Joder. ¿Ha estado yendo al gimnasio de nuevo? Peligro. Acaba de coger la manguera. Sube más su música intentado que no se escuche la nuestra.
Me giro y exprimo la esponja en el cubo, llenándola de jabón. Danny gira la manguera hacia a mí y me moja entera, literalmente.

-        ¡Idiota! – carcajeo. El ríe más alto aún.

Tira su blusa también al capó de su coche. Se acerca a mí y me abraza. Luego me acaricia la espalda. Y siento un escalofrío. Y luego un recuerdo. Y no precisamente con Danny. Me pongo de puntillas y le doy un beso en la mejilla. Luego  él me da una palmada en el trasero y yo le miro con cara de pocos amigos.

-        Te has pasado. – vocalizo. Él ríe y sube más la música. Me giro. Justin me está mirando. Le sonrío. Que guapo es.

Comienzo a enjuagar el lateral del coche, y luego cojo la manguera para quitar el jabón. Doy una vuelta y desde esta posición veo a Justin de frente. Acaba de coger su manguera. Se está mojando entero. Y me está volviendo loca. Maldita sea, estoy hasta las trancas. Jodidamente hasta las trancas. Siento de nuevo las manos de Danny en mi estómago.

-        Lo estamos haciendo bien, tiene ganas de venir aquí y pegarme de hostias. – ríe divertido en mi cuello.

Me giro y me quedo frente a frente junto a él. Danny me sonríe y me esconde un mechón de mi pelo tras de mi oreja. Luego con su dedo pulgar me quita una gotita de agua que se me ha caído del pelo y se ha colado en mi mejilla.

-        Es normal que te quiera tanto. Eres muy bonita.
-        Y tú eres un estúpido. – sonrío de lado y me pongo de puntillas para abrazarlo.
-        Oye. – escuchamos una voz detrás de nosotros. Nos giramos. Es Justin con una sonrisa que no me gusta nada. Mira a Danny divertido y luego me mira a mí de arriba abajo. -  se te ha desinflado esa rueda amigo. Creo que debes cambiarla.

Luego se va carcajeando hasta su coche. Miro a Danny y me encojo de hombros. Yo se lo había dicho. Justin era un tío de hechos. No sé cómo coño pudo hacerle eso a la rueda tan rápido. Danny se acerca al maletero y saca otra rueda. Yo lo miro y luego miro la rueda.

-        Déjame.
-        ¿Sabes cambiar una rueda?
-        Sé ponerla, sácala y luego yo pongo esta.
-        Vale.

Se mete debajo del coche para colocar el gato. Saca la rueda en un “plis-plas” y luego me mira. Me agacho y comienzo a ponerla.

-        Oye, no sabes el panorama que hay desde aquí. Tendrías que verlo. El sol, redondo, perfecto. – dice Justin al otro lado. Danny se gira y le responde.
-        ¿Qué sol? Estás flipado. Si no se ve nada.

Me levanto. Ya está puesta. Miro a Justin curiosa. Él me mira carcajeando. 

-        Bueno ahora no, pero hace dos segundos estaba ahí. Lo juro. Un sol de ojos claros, pelo largo y vaqueros cortos. Una maravilla. Se veía por debajo de tu coche.
-        Eres un gilipollas, que lo sepas. - le contesto dándole la espalda.

Él suelta una gran carcajada y vuelve a mojarse de arriba abajo. Ese fue el chico del que yo me enamoré. Que alguien me ayude a superar esto, por favor. 

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