• Desafío al corazón. Capítulo {13}

10:07



• Capítulo 13.


4 horas después.
Una bola de papel saltó hasta mi mesa. Fruncí el seño. Vino de atrás. La desenvolví.• ‘Hola fea’.
Suspiré cansada y contesté.
• ‘Estúpido’.
Lo envolví y lo tiré hacia atrás. Le señora Avenue me miró con el seño fruncido. Le sonreí y ella viró la vista hasta Cloe, una chica de adelante. Ella estaba pintándose las uñas con sumo descaro. Volvió a llegarme el papel. Miré a Logan, que entretenido seguía dibujando. Volví a desenvolverla.
• ‘Me tienes que ayudar en algo.’
Lo leí. Lo releí. Lo volví a leer. Las llevaba claras si se pensaba que le iba a ayudar en algo. Justin seguía siendo el mismo estúpido del primer día. Irrespetuoso. Provocativo. Mujeriego. Egocéntrico. Vicioso. Infantil. Engreído. Imbécil e idiota. El mismo estúpido que me insultaba y me llevó a la dirección nada más empezar. Nadie iba a cambiar esa apariencia de mí sobre él.
• ‘Sigue soñando’.
• ‘Vas a ayudarme.’
• ‘No pienso ayudarte en nada.’
• ‘Me la debes de ayer.’
• ‘Yo no te debo nada. Tú viniste a joderme. La tendría que haber matado.’
• ‘Estás completamente loca’.
• ‘Muchas gracias, eres muy amable.’
• ‘No juegues. Espérame ahora cuando la alarma suene.’
• ‘Que no. Que no te voy a ayudar en nada, que me olvides idiota.’
Una escandalosa alarma de aviso de fin de clases hizo que me exaltara. Todos se levantaron en menos de un segundo y desaparecieron.
- ____, luego hablamos. - se despidió Logan depositando un beso en mi mejilla. Y convirtiéndose en otro de los desaparecidos.
Recogí mis cosas y salí de clases. Guardé mis libros en mi taquilla y una voz poco agradable interrumpió mis pensamientos.
-Fea, acompáñame.
-¿¡Vas a dejar de llamarme así de una vez!?
-Lo siento. Normalmente suelo ser sincero. – sonrió arrogante.
-Pues yo también soy sincera, pero no te recuerdo a cada segundo que eres un gilipollas. – el frunció el seño.
-Vamos. – tiró de mi brazo.
-¿Qué haces? – solté su agarre.
-Acompáñame.
-Que no te voy a acompañar a ningún lado joder, díselo a tu novia. – volteé comenzando a caminar. Volvió a tirar de mi agarre esta vez mucho más fuerte y tapó mi boca con una de sus manos. Me cogió casi en peso y comenzó a caminar sin parar.
-¡Que me sue.e.e.l…t.e.s..! – pataleaba.
-Cállate.
-¡Imb.é.cil que me baj.e.e.s!
-Me estás empezando a poner nervioso fea.
Abrió una puerta, estaba detrás de un cuarto muy antiguo. Habían fregonas y muchas cosas de limpieza, supongo que sería el cuarto del conserje. Intentaba gritar, soltarme, patalear, pero él era mucho más fuerte que yo. Tiró de una gran puerta verde y de repente, estábamos en la calle. Siguió caminando, sin pausa y apretó aún más su mano contra mi boca. ¿Acaso me iba a raptar? Un señor de pelo blanco, pasó por enfrente de nosotros. Justin me puso en el suelo, me acercó a él y apretó aún más mi boca. Me estaba comenzando a hacer daño. Mi corazón iba a mil. Observó mis ojos un instante y luego miró hacia un lado. Volvió a tirar de mí, esta vez caminando hasta llegar tras de unos árboles. Había una moto. Una moto morada. Quitó su mano de mi boca.
-¿Pero eres idiota? – dije intentando deshacerme de sus manos. - ¡¿Se puede saber que mierda estás haciendo?! – intenté empujarle.
-Súbete. – señaló la moto.
-¡¿QUÉ?!
-¡Que te subas!
-¡No me voy a subir en ningún lado! – grité y solté sus manos. Volvió a acercarse a mí, haciendo que mis pasos fueran hacia atrás.
-Mira Maslow, hazme caso.
-¿Me estás amenazando? - seguí caminando hacia atrás.
-No, simplemente te aviso. – tragó saliva. – Súbete en la moto.
-¿Y si no quiero? ¿Y si te denuncio? – tragué saliva esta vez yo. Se acercó aún más a mí.
-Está bien. – se alejó y montó en la moto. Me quedé observándolo. - ¡Vete! Vuelve a la universidad. Ahora te pondrán un parte de incidencia por salir de ella. ¡Vete!
Miré hacia atrás y volví a mirarle.
-¡Joder Justin! – pateé una piedra. – ¡¿Se puede saber que quieres de mi?! ¡Me estás haciendo la vida imposible! – noté como comenzaba a agitarme y una presión enorme subía a mi cabeza, acompañando unas lagrimas. Apreté mi mandíbula y le miré. Este ahora me miraba serio. - ¡Desde que entré aquí no paras de joderme! ¿Para qué quieres que me monte en esa puta moto? ¿PARA QUÉ? ¿Por qué? ¿¡Qué mierda quieres?!
-Maslow, súbete en la moto. – cerró los ojos.
-¡Que no me da la gana de montarme en tu estúpida moto!
-¡Que te montes en la moto!
-¡Que nunca he montado en una moto! ¡Que me da miedo! – grité. Justin me miró y su rostro cambió a uno totalmente divertido. Lo observé enfadada. - Además, ¿¡No ves que llevo una falda? – observó mis piernas. - ¡Que no me mires! – grité esta vez. Suspiré. Vi como se bajaba de la moto y volvió a acercarse a mí.
-¿Me vas a hacer caso?
-No, no te voy a hacer caso. – elevó una ceja. Suspiré resignada. - ¿A dónde vamos? – sonrió esta vez él ganador.
-Vamos…al paraíso. – carcajeó.
-Deja de joderme, ¿A dónde vamos? – giró y volvió a montarse en la moto.
-Me vas a enseñar algo.
-¿Qué? – pregunté exaltada.
-Sí. Me vas a enseñar algo. Y yo…-carcajeó. – A cambio, te enseñaré otra cosa. – volvió a sonreír. - ¡Súbete ya! – dijo en un tono más alto.
Tragué saliva. Miré hacia atrás. Volví a mirarlo.
-Me da miedo.
-No te va a pasar nada joder, súbete.
Me acerqué a él y miré la moto. Era bastante grande. Nunca había montado en una, les tenía pánico. Recuerdo que un día, papá nos contó que un amigo suyo había muerto en un accidente de moto. Volví a alejarme. Justin suspiró cansado y bajó de la moto.
-Súbete.
Lo miré. Tampoco podía quedarme como una miedosa. Suspiré y me acerqué.
-Súbete tú, primero. ¿No?
-No. – negó. – Tú irás delante.
-¡¿Qué?! – mi cara era de completo pánico. - ¡Yo no sé manejar una moto! – él comenzó a reír.
-No vas a manejar. Manejaré yo, pero tú iras delante.
Respiré hondo y bajé un poco mi falda. Justin no paraba de reír.
-No me hace nada de gracia. – le miré furiosa.
-A mi sí. Eres muy graciosa.
Resoplé y subí. Rápidamente él se colocó detrás y me abrazó. Sus manos rodeaban mi cuerpo, apretando el volante.
-¿Y yo que hago? – pregunté patosa.
-Coloca tus manos sobre las mías. – susurró casi contra mi oído. Estaba muy cerca.
-Las coloqué sobre las de él y luego, prendió el motor. Aceleró muy fuerte. Una. Dos. Tres. Cuatro veces.
-¡Deja de hacer eso! – grité. Volvió a carcajear. Su risa entró dentro de mi oído y recorrió todo mi cuerpo. Un golpe de electricidad me invadió.
Aceleró aún más fuerte y nos estacionamos en pista. El viento daba contra mi rostro. Justin apoyaba su cabeza contra mi hombro, cerca de mi oído. Parecía que en cualquier momento iba a salir volando. Tenía mucho miedo. Cerré los ojos.
-¿No te gusta? – preguntó. Otra vez ese escalofrió. - ¿No te sientes libre Maslow?
-¡Justin mira la carretera!
-No pasa nada. – carcajeó. - Confía en mí.
-¿Qué? ¡Cómo voy a confiar en ti! ¡Me acabas de sacar de la universidad y me tienes sin rumbo a un lugar que conozco subida en una moto a casi mil por hora! - Se acercó a mi oído, esta vez a propósito y rosó sus labios contra mi oreja.
-No seas tan sosa Maslow.
Una racha de viento nos azotó, Justin perdió un poco el control de la moto, pero rápidamente se estabilizó, por el contrario, mi coletero salió volando.
-¡Ah! – gritó él. - ¡Sujétate el pelo! ¡No veo!
Rápidamente me lo recogí. Mi corazón iba muy rápido, anunciaba con salirse en cualquier momento. Me comenzaba a sentir mareada y fatigada. Después de casi una hora, Justin estacionó debajo de un árbol y paró la moto.
-No te bajes. – le pedí por favor aún agarrando mi pelo.
-¿Por qué? – carcajeó.
-Estoy muy mareada. No te bajes.
-¿Qué tienes? – tocó mi hombro.
-No lo sé. Me duele la barriga y estoy mareada. - respiré hondo y cerré fuertemente los ojos. Todo me daba vueltas. – Muy mareada.
-Recuéstate.
-¿En dónde? – pregunté.
-Hazte hacia atrás, recuéstate sobre mí.
-No olvídalo. – negué. – Ya estoy mejor. Bájate.
-¿Segura? – preguntó. Su tono era de preocupación.
-Sí, bájate.
-Está bien.
Bajó de la moto y luego bajé yo lentamente. Al bajar todo comenzó a dar vueltas mucho más rápido. Y de repente Justin ya no estaba. Me derrumbé.
-¡Maslow! – notaba como me zarandeaban. - ¡Maslow! – abrí lentamente los ojos. Estaba tendida en el suelo, en el césped.
-¿Qué pasa? – pregunté sobándome el rostro. ¿Y mis gafas?
-Te has desmayado. – dijo Justin observándome.
-Todo por tu culpa. – negué poniéndome en pie mientras hacía fuerza contra mi cabeza. - ¿Dónde estamos? – pregunté observando mi alrededor.
No respondía. Volví a mirarle. Me observaba con una cara muy rara. Era la cara con la que miraba a Jasmine y a las plásticas de la universidad. Una corriente de aire volvió a sacudir mi pelo. Miré al suelo y mis gafas no estaban. Volví a mirarlo. Seguía observándome, paralizado.
|| Narra Justin ||

Nunca le había visto así. Su pelo era enorme y no era muy oscuro. Era castaño. Sus ojos eran muy bonitos, eran claros, pero no eran ni azules ni verdes. Y tampoco grises. El uniforme le quedaba extremadamente bien y…
-¿Se puede saber por qué me miras así? – me preguntaba con el seño fruncido. Pestañeé varias veces. - ¿Y me vas a decir dónde mierda estamos?
-Estamos en la empresa de mi padre. – asentí.
-¿Qué? – arrugó el entrecejo. Sonreí.
-Ahora te explicarán, yo tampoco sé que vamos a hacer.
-¿Cómo que no sabes que vamos a hacer? – resopló y volvió a apretar su cien, cerrando los ojos. Me levanté del suelo.
-Vamos allí. – señalé un restaurante. – Creo que tienes hambre.
-No como desde ayer.
-¿Cómo? – la miré.
-Que no como desde ayer.
-¿Por qué?
-Por la mañana no tenía hambre y a la hora del almuerzo, un chico con complejo de ninja me rapto. – me miró. Reímos. Volví a ponerme serio.
-Vamos.
Entramos en el restaurante y pedí una mesa. Un señor con un gran gorro blanco se acercó.
-Buenos días.
-Buenos días. – dijimos Maslow y yo a la vez.
-¿Qué queréis de tomar?
-Una Coca-Cola. – dije yo.
-¿Y usted? – le preguntó el señor. La miré.
-Un Nestea con limón, por favor.
-Muy bien. – asintió.
-¿Qué vais a comer?
-¡Pizza! – dijimos a la vez. Nos miramos con las bocas casi formando una ‘O’ y una ceja elevada.
-Vaya, ya veo que compartís muchas cosas. – carcajeó el señor. Fruncí el seño. – Lo siento.
-¿Pizza? – volvió a preguntar.
-Sí. – asentí.
-Muy bien. Enseguida os la traigo.
-Toma. – dijo entregándome mis gafas.
-Gracias. – asentí y me las puse.
|| Narra ___||
Lo miré. Me miró. Estaba en un restaurante, con el chico que me hace la vida imposible, el que me insulta, con el que tengo un castigo. Y de repente, me rapta. Ahora, lejos de la universidad. Con él. Y esperando nuestro almuerzo. Definitivamente, mi vida es un caos. Un caos completo. Y lo peor, es que me siento cómoda.

You Might Also Like

1 comentarios