• Desafío al corazón. {2}

9:24


• Capítulo 2.

Cerré la puerta y cogí mi maleta. Quedarme este mes aquí, creo que será lo peor. Todo sea por mi carrera de fotografía. Caminé por los pasillos de la universidad. Ya no teníamos más clases hasta el Lunes supongo. Me dirigí a la zona de habitaciones, al otro lado del campus. Tenía la habitación nº 21. Respiré hondo y abrí la puerta. Habían tres chicas dentro.
-¡Hola! – dijeron al unísono.
-Hola. – sonreí. – Creo que esta es mi habitación. – volví a sonreír.
-Sí, claro, ven. – dijo una de las chicas. Era rubia, tenía unos ojos azules como el cielo y un pelo rubio y largo precioso. – Esta es tu cama. – señaló.
-Muy bien. – asentí.
-Yo soy Anahí. – dijo sonriendo.
-Yo soy Paula. – dijo la morena.
-Y yo Ashley. Pero me puedes decir Ash. – sonrió la castaña.
-Yo soy ____. ____ Maslow. – dije con una pequeña risa.
-¿Qué tal tu primer día? - preguntó Anahí mientras se tiraba en su cama.
-Bueno. – me elevé de hombros. – Bien, supongo. – miré hacia mi maleta y saqué parte de mi vestuario.
-Que poco convincente. – dijo la castaña.
-¿Ya conoces a alguien? – preguntó Paula.
-Sí. – reí. – A vosotras. Creo que sois las únicas personas que me han tratado bien hoy aquí.
-¿Por qué dices eso? – preguntó Anahí.
-Por lo evidente. – dije señalándome.
-Tienes unos ojos muy bonitos ___. – dijo Paula observándome.
-Gracias. – sonreí y me volví a la cama, sentándome mientras ellas estaban en la de Anahí observándome.
-Es todo…. muy rosa. – reí. – Es bonita.
-Sí. – asintieron casi al unísono.
-¿Comparten neuronas? – fruncí el ceño y reí.
-Algo así. – carcajearon las tres.
-Arriba está el cuarto de baño. Subes esas escaleras y está. – dijo Paula.
-Está bien. – asentí.
-Llegaste un Viernes. – dijo Ash.
-Sí. ¿Es malo? – pregunté.
-No, solo que no tendremos más clases hasta el Lunes. – respondió.-
-Guay. – reí.
-Oye Any. – dijo Paula.
-¿Sí? – preguntó Anahí.
-¿Qué paso con Justin? – preguntó sonriendo.
-Nada. – sonrió.
-¿Os liasteis? – preguntó casi boquiabierta.
-¡No! – dijo molesta. – Tu bien sabes que a mí no me gusta Justin. – negó.
-Es cierto, te va Log. – dijo haciéndole cosquillas.
-¡Hay ___! – me observaron. Yo las miraba atónita.
-¿Sabes quién es Justin no? – preguntó Ash.
-¿El idiota mimado? – pregunté.
-Justin Drew Bieber. – dijo Anahí.
-Pues eso, el idiota mimado.
-Es el chico popular del instituto. Todas están locas por él. Todas le quieren. Dicen que nunca se ha enamorado, solo quiere a las chicas para divertirse, luego se olvida de ellas. Las deja y no quiere saber más nada.
-Aparte de mimado, mujeriego, egocéntrico, impulsivo, irrespetuoso, provocativo también ninfomano. - carcajeé.
-Sí, así se describe él. – rieron las tres.
-Encima tiene ese descaro. – negué.
-Justin es así. Todos le tienen miedo. No hay ni una sola chica que él se ligue y no caiga en su juego.
-Todas las chicas de aquí son gilipollas. – suspiré. Volví a mirarlas a ellas. –Menos vosotras claro. – me retracté para luego estallar en carcajadas.
El día se pasó volando. Las chicas y yo hablamos mucho, nos contamos muchas cosas. Yo les conté todo lo que me había pasado durante el día y aquel problema con la plástica de Jasmine. Ellas me dijeron que esa chica siempre traía problemas, que era mejor que no me acercara a ella. Después de un rato, ellas comenzaron a prepararse.
-Bueno, yo ya estoy lista. Voy al baño y bajo. – dijo Paula levantándose de la cama para luego subir las escaleras.
-¿A dónde vais? – pregunté.
-Al campus. Todas las noches bajamos, todos los de la universidad.
-Pues a mí no me apetece. – suspiré.
-Vamos. – dijo Anahí. – Te lo pasarás bien.
-No, en serio. Vayan vosotras. – asentí. – Yo prefiero quedarme aquí, acomodándome.
-Está bien. – dijo ella con una sonrisa.
-¡Vamos Pau! – gritó.
-Yo voy bajando. – dijo Ash.
-¡Ya voy! – dijo Paula bajando corriendo por las escaleras.
-¡Ten cuidado! – carcajeé, ella llevaba cara de velocidad.
-Cualquier cosa nos llamas ____. – dijo Anahí y cerró la puerta.
Me tiré hacia atrás en la cama y cerré los ojos fuertemente. Se avecinaba lo peor. Creo que estuve suficientemente tiempo con los ojos cerrados porque ya comenzaba a irme de la realidad. Me froté los ojos y me senté. Cogí mi mochila y metí mis cosas en mi armario. Cogí un pijama y subí al cuarto de baño. El baño era bonito. Era rosa, como no. Rosa y blanco y un espejo enorme. Habían cremas por todas partes, peines, maquillajes. Sin duda a las chicas le gustaba estar lindas, pero no eran plásticas como las otras. Simplemente les gustaba lucir bien. Coloqué mis gafas en el lavamanos y quité mi ropa para luego, meterme en la ducha. Abrí el chorro lentamente y dejé que el agua cayera sobre mi cabeza y despejara mis ideas. Después de una media hora de baño, salí de esta y me envolví en una toalla, cuando de repente, sentí un ruido en el piso de abajo. Abrí la puerta y bajé dos escalones.
-¡Any! – dijo una voz masculina.
-¿Dónde estás hermosa? – volvió a preguntar.
¿Qué mierda hace Justin en la habitación? Tragué saliva, cogí aire, respiré hondo.
-¿Qué haces aquí? – dije mirando hacia abajo. ¿No te enseñaron a tocar? – pregunté. Él se quedó observándome con detenimiento. Bien ___, ¿A ti no te enseñaron que a los chicos no les puedes salir en toalla de baño, mojada y con el pelo suelto? ¡Y menos a este estúpido!
-Estoy buscando a Anahí, fea. – dijo sin quitarme mirada, escupiendo la última palabra.
-Pues Anahí no está, así que te puedes largar. – volví a subir los dos peldaños que había bajado y cerré la puerta. Sentí como él también subía la escalera.
-¿Dónde se fue? – preguntó.
-No lo sé. – respondí desde adentro.
-Abre la puerta. – ordenó.
-No.
-Abre la puerta, quiero decirte algo.
-Todo lo que me quieras decir, me lo dices desde ahí.
-Abre la puerta te estoy diciendo.
-Que no me da la gana abrirte la puerta, Idiota. – Me coloqué un albornos.
-¡No me faltes! – gritó.
-¿Me lo dices tú? – carcajeé peinando mi cabello.
-Fea, abre la puerta.
-A ver si me entiendes. No me da la gana abrirte la puerta. – abrí la puerta. - ¿Me quieres dejar en paz y largarte? – le grité. Me asombré por la cercanía. Caminé alrededor de él y comencé a bajar las escaleras.
-¿No te has planteado un cambio? – preguntó carcajeando.
-¿Tú no eres lo suficientemente inteligente para entender que te estoy echando de mi habitación? – abrí la puerta y señalé fuera. – Adiós.
-No me voy a mover de aquí. – elevó una ceja y se tiró en mi cama carcajeando.
-¡Ya te estás levantando de mi cama!
-No. – negó serio.
-Mira Justin, yo no soy ninguna plástica idiota. – le advertí. El frunció el seño. – Te sales ya de mi habitación o voy a dirección y digo que estabas acosándome en mi propia habitación. – Se puso en pié y se acercó a mí. Le miré a los ojos. – Y no creo que te beneficie demasiado.
-Sé que no eres plástica. – asintió con una sonrisa arrogante. –Las plásticas son hermosas. ¿Y tú? ¿Tú que eres? O, ¿Quién eres? Eres horrib…-le corté.
Quedé observándolo unos segundos y luego, con toda la fuerza del mundo, estampé mi mano derecha en su cara.
-Encantada Idiota, soy ____ Maslow.
Le empujé hacia la puerta sin tiempo a que dijera nada y la cerré con todas mis fuerzas en su cara, dejándole con la palabra en la boca. Respiré hondo, camine hasta mi cama, me tiré en ella y subí mis sabanas. Cerré los ojos y la imagen de ese niñito insoportable me vino a la mente con tan solo cerrarlos. Suspiré pesadamente y me vino la imagen de mamá. Mi corazón dio un vuelquito, recordando sus palabras: ‘Si alguien te intenta hacer daño hija, sé fuerte. Sé valiente. ____ Maslow es una gran chica, no dejes que nadie te haga caer, cree en ti.’’ Volví a suspirar y una sonrisa simultánea dio el fin de ese horrible día. O eso pensaba yo.
|| Narra Justin ||
¿El monstro me ha pegado? ¿A mí? Pensé mientras caminaba hacia mi cuarto. Había quedado con Jasmine esta noche, pero se me habían quitado las ganas de todo. Abrí la puerta de la habitación, estaba solo, los chicos habían bajado al campus. Cerré con la misma y rápidamente quité toda mi ropa, quedándome en bóxers. Me miré en el espejo. Como hacía cada noche. Alabando el gran cuerpo que Dios me ha había dado.
-No puede ser posible. – acaricie mi mejilla. El monstro me había dejado una marca con su cachetada. – Es horrible, pero pega duro. – susurré furioso. – Esto no se va a quedar así.
Salí de la habitación, ardiendo en llamas. Me había dejado marca en mi rostro. Corrí los pasillos semidesnudo hasta llegar a su habitación, la ‘21’, mirando a todos lados. Me la jugaba si me veía el cuidador a esta hora de la noche y en la zona de chicas. Abrí el pomo de la puerta y entré rápidamente. Estaba todo oscuro. Encendí la luz.
-Buenas noches pequeño monstruito. – carcajeé mientras ella retiraba sus sabanas y se ponía en píe. Un pijama largo de vaquitas. ¿En serio?
-¿Qué haces idiota? ¿Otra vez aquí? – dijo colocándose sus lentes.
-Vine a darte el besito de buenas noches. – volví a carcajear mientras me acercaba.
-Justin. – dijo seria. Fruncí el seño. – A ver si te enteras. – sonrió. ¿No te aguanto vale? ¡Lárgate ya de mi habitación! ¡Desaparece! - gritó.
-¡Me marcaste la cara! – grité esta vez yo. - ¿¡Lo ves!? - me señalé la mejilla.
-¡Y como no te largues ya, te marcaré el otro lado! ¡ADIÓS! – gritó y se tiró en su cama.
-Esto no se va a quedar así. – la señalé.
-¿Me estás amenazando? – soltó una carcajada.
-Tómatelo como tú quieras. – y luego, recordé que tan solo estaba en bóxers. Y que este engendro, no había dirigido su mirada a mi cuerpo. Algo andaba mal. Era la única chica que a pesar de verme así, no me miraba. Algo andaba mal Drew, ¿Estás perdiendo dotes?
-Adiós. – volvió a decir y subió sus sabanas.
-¿No me vas a echar? - reí.
-¿Eso te daría gusto verdad? – preguntó.
-Sí, es muy excitante.
-42. – susurró.
-¿42? – fruncí el ceño.
-Esa es la habitación de Jasmine. Si te excitas, allí está ella. Bueno, entra en la que quieras. Seguro que todas te alabaran y se tirarán encima de ti.
-Seguro que…-me cortó.
-¡Lárgate Justin! – gritó.
Pestañeé y fruncí el ceño. Salí de la habitación, dando un gran portazo.
-¡Justin Drew Bieber! – gritó el cuidador.
-¿Qué? – pregunté observándole.
-Está en la zona de chicas. Sabe que aquí no puede estar a esta hora. – observó mi cuerpo. – ¡Y menos así!
-Ya me voy Jean. – le guiñé un ojo y seguí caminando. Él me miró furioso.
Llegué a mi habitación y volví a observarme en el espejo, se me había bajado un poco la hinchazón, me había pegado fuerte. ‘Estúpida’, susurre. Me alejé del espejo y abrí el cajón de Ryan. Todos tenemos uno, al lado de la cama. Rebusqué en sus cosas y encontré un cigarrillo, cogí el mechero y lo prendí. Me acosté en la cama y comencé a aspirar. Normalmente no fumaba, sólo cuando lo necesitaba. Quizás solo fumaba 3 cigarros en una semana, sólo lo hacía para relajarme. Estaba claro, para relajarme. Un chico como yo, no aguantaba tanta carga. Me levanté y lo tiré por la ventana. Quedé observando como caía, perdiendo su rumbo, siendo fragil y dejandose llevar por el viento, hasta caer al suelo.

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