• Desafío al corazón. {3}

9:26


Capítulo 3.

|| Al siguiente día. Narra ____||
¿Sabes cuando estás durmiendo y sientes esa presión en tu cabeza? ¿Cuándo y de repente suena una música impertinente y tú estás durmiendo? ¿Cuándo de repente, viene visita, tus hermanos, tus propios padres o el perro y hacen escándalo? ¿Cuándo te despierta el panadero? ¿El señor del taladro de todas las mañanas? Pues nada en comparación con esta sirena que anuncia la llegada de un nuevo día. Una melodía ensordecedora que hasta el que tiene el sueño más profundo logra despertarse de un solo brinco.
-¿Qué es eso? – digo frotando mi ojo izquierdo.
-Eso es el tormento de todos los días. – dice Anahí riendo mientras se pone en píe.
-Vamos anda. – dice moviendo enérgicamente a Paula y a Ash.
-¿Y qué pasa? – digo aún con los ojos pegados.
-Pasa, que es hora del desayuno. Todos tenemos que bajar. – respondió acompañando una risa contagiosa.
-¿Y si no quiero comer?
-___, no seas tan antisocial. – carcajeó Ash mientras tiraba de mi brazo. – Venga, ve a ducharte, que estás dormida.
-Pero…- me cortó.
-Ni peros ni nada, te duchas, te preparas y luego nos dejas a nosotras. – dijo señalando la escalera. Como cuando nuestras madres nos ordenan a ponernos las zapatillas (¡No estés descalza!)
-Me das miedo. – reí. – Eres peor que mi madre.
-Puede llegar a ser peor que una madre. – dijo Paula carcajeando mientras Ash le tiraba un cojín desde la otra punta de la habitación. -¡Oye! – carcajeó.
-Ya bajo, no tardo.
Entré en el cuarto de baño y tras quitar mi ropa, abrí lentamente el chorro. Dejé que se fuera templando el agua mientras dejaba mi mente en blanco y observaba los champuses. Habían unos 14. ¿Por qué tantos? Metí un pié, luego el otro y ya estaba dentro, cerré la mampara y dejé que el agua cayera sobre mí. Cerré los ojos.
|| Narra Justin ||
Bajamos a desayunar, como todos los días.
-Hola hermosa. – le susurré en el oído a Jasmine, sentándome justo a su lado.
-Hola Justin. – sonrió dando la vuelta con su dedo a uno de los rizos que finalizaban en su cabello. - ¿Por qué no viniste anoche? – dejó caer su rizo.
-En realidad tenías que venir tú. – elevé una ceja.
-Yo fui. – frunció el seño. – Pero no estabas.
-¿Ah sí? – carcajeé.
-¿Te estás quedando conmigo?
-Claro que no, preciosa. – acaricié su mejilla. Ella mojó sus labios.
-Entonces, ¿Dónde estabas?
-Estaba hablando con Braun. – mentí.
-¿Tú?
-Yo.
-Mentiroso. Estabas tirándote alguna otra.
-¿Me vez capaz de hacer eso? – sonreí divertido.
-Eres capaz de hacerlo. – asintió. Lo hicimos en la habitación del conserje. – mordió su labio inferior. Noté como se me subía, absolutamente todo.
-Inolvidable día Jasmine. – carcajeé divertido mientras me acercaba a su boca y la devoraba al completo. Sentí como su mano se encendía por la mesa de madera del comedor y ascendía hacia mis pantalones.
-Para. – reí sobre sus labios. – Aquí no.
-¿Por qué? – preguntó picara mientras masajeaba mi erección.
-No lo hagas.
-Pero, te gusta. – me separé de su boca dejando caer su labio inferior y la miré.
-¿Habitación?
-Hecho. – dijo poniéndose en píe, tirando de mi mano. Las puertas del comedor se abrieron y entró el monstruito y sus amigas.
-Espera, mejor desayunemos. – dije volviendo a sentarme.
-¡Pero Justin! – se quejó Jasmine.
-Queda mucho día hermosa. – le miré divertido.
|| Narra ______ ||

Bajamos al comedor, Ash, Any, Pau y yo. Any vestía con un traje cortito muy veraniego y unas sandalias oscuras, su esmalte de uñas resaltaba con su ropa y llevaba el pelo alisado. Ash, llevaba un pantalón corto vaquero, con una blusa caída a un lado de color turquesa y unas converse del mismo tono, ella sin embargo llevaba una cola alta dejando al descubierto sus ojos color miel. Pau, vestía una falda negra, una blusa de tirantas rosa palo y unas sandalias del mismo tono. Ella, llevaba el pelo suelto y rizado. Y por el contrario, yo, llevaba un pantalón de chándal Adidas y una blusa de mangas cortas negra. ¡Ah! Y mis playeras Nike de toda la vida. En mi pelo, hice mi cola de caballo de toda la vida. Coloqué mis lentes e hice una mueca en el espejo observando mis aparatos, dentro de poco, ya tenían que quitármelos. De hecho, hacía medio año que ya deberían habérmelos quitado. Aunque como veréis, después de la gran historia que el dentista nos contó a mí y a mi madre, aún los llevo. No recuerdo el por qué.
Entramos en el comedor y observé el frente, allí estaba el niñato mimado, besándose con la plástica. Asquerosos. ¿No les da vergüenza, hacer exhibicionismo? En ese momento él se despegó de ella y le susurró algo, luego ella se puso en pié y le cogió de la mano. Ash tiró de mi, dándome una bandeja.

-¡Estás parada! - ¿Qué te pasa? – me pregunto.
-Nada. – reí y cogí los cubiertos.
-Que rico. – dijo Any señalando unas tostadas.
-Sí, yo también voy a comerlas. – Puse los cubiertos sobre mi bandeja y cogí un vaso de zumo. Las chicas comenzaron a caminar hacia al fondo.
-Oye, oye – llamé a las chicas. - ¿Y por qué no vamos mejor a las de allí? – dije señalando en la otra dirección. No me apetecía estar cerca del estúpido y menos con lo que pasó ayer. Las chicas me miraron y rieron. ¿A caso tenía cara de payaso? Olvídenlo, pregunta poco adecuada. Sin dirigirles la mirada al grupito de los idiotas, nos sentamos justo en la mesa de atrás. Sentí como las miradas se clavaban en nosotras. Los miré a todos. ¿Creían que iban a intimidarme? No, no lo iban a conseguir. Yo era más fuerte e inteligente, que todos ellos. Puros, niñatos descerebrados que solo les llega la cabeza para pensar como se pone un condón y que esmalte de uña pega con el día de la semana.
-¿Algún problema? – pregunté observándoles.
-Tu cara. – dijo el rubio.
-¿Tú has observado la tuya? – sonreí. El estúpido miró al rubio, éste tenía el seño fruncido.
-¿Y tú? ¿Algún problema? – volví a sonreír falsamente esta vez a la plástica de Jasmine que me observaba por encima del hombro.
-¿No te estás pasando de lista conmigo? – se puso en píe. Retándome.
-¿Y tú? ¿Piensas que por creerte la Barbie del pueblo te voy a tener miedo? – solté una carcajada. Anahí me dio un codazo. – No soy como las otras Jasmine.
-No te aguanto. – se levantó de su mesa y el rubio la agarró por el brazo.
-¿Ya basta no, monstruito? – dijo Justin observándome.
-¿Ya le dijiste a tu novia que ayer viniste a verme? – carcajeé. Sabía que eso ‘mancharía’ su reputación. No precisamente por estar en la habitación de una chica, si no…porque yo soy esa chica.
-¿Cómo? – dijeron Any, Ash y Pau a la vez. Yo las observé y elevé una ceja.
-¿Qué dice el feto Justin? – pregunto el rubio observando a Justin, casi inmóvil. Igual que el otro chico moreno, sólo que él miraba atónito la escena sin pronunciar palabra. Luego estaba el otro chico. Este si me llamaba la atención. También era moreno, tenía el pelo de cortito y de puntas, sus ojos eran azules y creo que se llamaba Logan. Recuerdo que él, separó a Jasmine la primera vez que me la encontré. Este chico me miraba de otra forma, me desconcerté por un momento con su mirada, ninguno de los dos la quitaba. Pestañeé dos veces y volví a mirar a Justin.
-El feto, no dice nada. – Justin me miró furioso. – El feto miente. ¿Verdad? – elevó una ceja esperando un ‘Sí, es cierto’.
-No, no lo es.
-¿Cómo que no lo es? Más quisieras tú que yo apareciera en tu habitación. – me levanté de mi asiento y me acerqué a él. Todos me observaban.
-¿Entonces qué significa esto que tienes ahí? – señalé su mejilla y sonreí. Él me miró fijamente a los ojos, traspasando el fuego y odio que sentía por mí.
-¿Y a ti que te importa?
-Los dos sabemos muy bien. – carcajeé y di media vuelta para volver a mi sitio, pero una mano me lo impidió.
-¿Qué haces tonteando con mi chico? – dijo la morena. Observé mi muñeca.
-Suéltame estúpida.
-¿Me vas a responder?
-Yo no tonteo con ningún idiota descerebrado. – Lo observé, solté la mano de Jasmine y me senté al lado de las chicas. – Y ahora con vuestro permiso, me gustaría tomar mi desayuno.
Mantuvieron la mirada en mí varios segundos, incluso juraría que llegó al minuto. Justin me miraba con furia, recordando la bofetada que ayer recibió de mi parte. Jasmine me miraba con ganas de tirarme de los pelos y los demás, murmuraban entre sí. Después de una gran encuesta de preguntas por parte de las chicas y tomar nuestros desayunos, subimos a nuestras habitaciones.


-¿Nos quieres explicar ahora, que significó todo eso? – preguntó Ash tirándose en la cama.
-Nada. – me elevé de hombros.
-Cuéntanos ____. – dijo Pau sentándose en el suelo.
-Nada, de verdad. – me senté en mi cama.
-Vamos. No sabes mentir.
-Está bien. – suspiré. Ayer me estaba duchando y vino Justin preguntando por ti. – señalé a Any. – Yo estaba saliendo de la ducha y sentí un ruido. Pues cuando salí, él estaba abajo buscándote. – Ellas abrieron mucho los ojos. – Total, que le dije que se marchara y entré de nuevo en el cuarto de baño, yo estaba con una toalla. Él subió y porreó la puerta, diciéndome que saliera. Yo me negaba pero al final salí, replicándole que se largara de la habitación. Después de ganarme algunos insultos, uno que colmó mi paciencia pues…se ganó el sello de mi mano en su cara. – me elevé de hombros y carcajeé en esto último. – Cuando estaba a punto de quedarme dormida, volvió a venir. Esta vez hecho un fuego. Me decía que se iba a vengar porque le había dejado la marca de mi mano en su cara. Bueno, eso antes de decirme que me iba a dar un besito de buenas noches. – Ellas abrieron mucho más aún los ojos. – Luego, se marcho. Y eso es todo.
-¿Por qué esas cosas no me pasan a mí? – dijo Pau.
-¿Por qué preguntó por mí? – frunció el seño Any.
-Hay no sé. – me puse en píe. – A mi no me vuelvan loca. Paso de ese estúpido.
-Pero….- les corté.
-¿Qué vamos a hacer hoy?
-¡____! – gritaron.
-¿¡Qué!? – me exalté.
-¡Es sábado! – rieron.
-¿Y qué?
-Que no podemos salir de aquí, ya tuvimos nuestro mes de descanso fuera. Hasta el próximo mes no podemos salir. – me explicó Ash.
-Ah. – suspiré. – Que aburrido.
-Hasta que te acostumbras. – dijo Anahí tirándose en la cama, suspirando.
-¿Por qué no hacemos algo? – pregunté.
-¿Y qué hacemos?
-No lo sé. ¿Por qué no me enseñan un poco la universidad? Sólo conozco nuestra clase, el comedor y esta habitación.
-Claro, vamos. – Pau tiró de mi mano. – Pero quítate ese pulóver, hace mucho calor.
-No, no tengo calor. – negué rápidamente.
-Vamos, quítatelo. – dijo tirando de él.
-No, Paula no. – me alejé. Las tres quedaron mirándome. Sentí un pequeño pinchacito en mi estomago. Desde que había llegado aquí, me la pasaba con pulóveres grandes, de manga larga. No quería que vieran mis cortes en mis muñecas. No quería que también se burlaran por eso.
-Lo siento. – dijo Pau rápidamente, con algo de brillo en sus ojos.
-No, lo siento yo. – tragué saliva. – Algún día os contaré. – suspiré.
-¿El qué? – frunció el ceño.
-Nada, nada sin importancia. – tragué saliva. - Vamos. – sonreí.
-¿Ustedes se vienen chicas? – preguntó Pau.
-Sí. – se pusieron en píe y salimos de la habitación.
Me mostraron cada rincón de la universidad. Todo. Era enorme, era realmente enorme. Pienso que podría llegar a perderme. Por todas partes hay pasillos. Son blancos y casi todos los armarios, puertas y ventanales son de madera, el suelo de la biblioteca también es de madera, de parqué. Habian muchos libros, era como el paraíso para mí, que me encanta leer y también escribir. Seguro que algun día vendré.
-¡____! – me gritó Anahí en la puerta de la biblioteca. Yo tenía un libro en mis manos titulado ‘A un lado del corazón’ me estaba leyedo la sinopsis y tenía muy buena pinta.
-¿Qué? – pregunté exaltada. Ash y Pau rieron. Anahí sonrió. – Oye, ¿Me puedo llevar este libro? – pregunté.
-¿Un libro? – preguntó Ash con los ojos como platos.
-¿Es raro? – fruncí el seño.
-Bueno. – se elevó de hombros. – No es raro, sólo que aquí nadie lee. – respondió sincera.
-Desde luego a mí me dicen rara. Pero es que los raros sois vosotros. – cogí el libro en mis manos y solté una pequeñita carcajada insonora. – Anda vamos.
Estabamos bajando las escaleras de la biblioteca cuando un grupo de chicas y chicos se quedaron mirandome como si fuera un mostruo verdadero. ¿Por qué todo el mundo me trata así? ¿Por qué todo el mundo se fija en un puto exterior? ¿Por qué nadie busca en el interior de las personas? ¿¡Por qué!? Yo sin duda soy fuerte, pero a veces es difcil. A veces es muy dificil. A veces dan ganas de llorar y llorar y llorar hasta que no salgan más lagrimas. Pero no. Tienes que aparentar ser fuerte aunque por dentro estés destruida. Respirar hondo, contar y seguir adelante.
-¿Estás bien? – me preguntó Pau colocando su mano en mi hombro.
-Sí. – asentí y solté una pequeña sonrisa finjida. Ella curvó sus labios. Sabía que le estaba mintiendo.
-____, mira. – dijo Ash señalando a lo lejos.
-¡Que es eso! – dije anonadada.
-Esto es la parte más bonita del campus. – carcajéo Any.
-¡Yo quiero ir! ¡Enseñenmelo!
Tras caminar por un pasto verde hermoso, llegamos a un sitio aún más precioso.
-¿Tenemos piscina? – pregunté casi boquiabierta. – Esto es enorme.
-Sí. – carcajeó Any.
-Es muy bonito.
-¿Te apetece bañarte? – preguntó. Y recordé las marcas de mis muñecas. Hacia meses, que no iba a la playa. Siempre tuve miedo, miedo de que la gente se burlara de mí.
-No, no. – negué.
-¿Por qué?
-Porque no tengo ganas.
-Eres bipolar. – carcajeó.
-Lo sé. – dije demasiado seria. Pau tosió.
-¿Y que es eso? – señalé a lo lejos, una especie de caseta blanca.
-Ah, eso es una cafetería. – respondió Ash.
-¿Qué hora es? – pregunté.
-Las 2:30.
-Tengo hambre. – reí.
-Yo también. – dijo Pau.
-Y yo. – nos imitó Ash.
-¿Vamos a comer? – sonrió Any.
-¡Sí! –dijimos las tres al unísono.
-¡Oh dios mio! ¡Se están muriendo mis neuronas! – imité con un tono aterrorizado recordando la primera vez que hablamos en la habitación. Ellas carcajearon.
Yendo hacia la cafetería, le dije a las chicas que me iba a subir un segundo a nuestra habitación. Quería dejar el libro allí. Subiendo las escaleras para llegar a esta, un chico se estampó contra mí, tirando el libro al suelo.

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