Justin y Kelly || En mi mente || {1}

8:39

Bueno, os voy a subir un pequeño relato que escribí hace hace menos de un mes. Es un relato, no es una novela y os lo voy a subir entero. Yo estaba de vacaciones en el sur de mi isla, en Gran Canaria. Y bueno, todo el rollo de las piscinas, palmeras, mis padres, guiris, me inspiró para escribir lo que espero que a vosotros os guste y haga soñar.



Hoy, es uno de esos días donde realmente te das cuenta, que la adolescencia es demasiado bipolar. Me llamo Kelly tengo 16 años y bueno, hace unos meses que mamá está planeando unas vacaciones. Estamos en verano y bueno, esas merecidas vacaciones acaban de llegar. Me encuentro en un Hotel. ‘’Gloria Palace’’ se llama. La verdad que es bastante bonito, hay muchos árboles, una piscina bastante grande, hay jardines y las instalaciones son bastante buenas. También hay un gimnasio. Y bueno, según me han dicho, por las noches hacen como pequeñas fiestas con todos los huéspedes del hotel. Bueno, en realidad eso es lo de menos, ya que no iré a ninguna. Últimamente, intento luchar con unos sentimientos bastante extraños. No me entiendo. Me levanto con ganas de comerme el mundo, de decir si a todos, de luchar, de soñar incluso de enamorarme. Pero luego, el día se va nublando y llega otro día más oscuro aún. Sin ganas de hacer nada y sacando de todos algo negativo. Luego están esos otros días, donde te invitan a salir tus amigos de siempre y no tienes ganas, cuando eso antes, no era así. No sé si es la edad, si me estoy volviendo anti-social o…si es que me estoy volviendo gilipollas. No sé. En realidad no sé. No entiendo nada.
-          ¡Kelly, sube eso! – me dijo mamá mientras observaba mi maleta. La de siempre. La negra con mi nombre atrás.
-          ¡Kelly! – volvió a exclamar con un tono un poco más elevado.
-          Que sí mamá, que sí. – dije bufando mientras le daba pausa a mi Ipod. Siempre me tiene que cortar en mi canción favorita. Si es que no lo entiendo. No entiendo la capacidad que tiene mi madre de arruinar los momentos en los que estoy en mi mundo.
-          ¡Déjate de escuchar a ese muchachito todo el día niña! – me dijo un tanto enfadada.
-          ¿No es ningún muchachito vale? Se llama Justin Bieber y es mi ídolo.

Cogí mi maleta y comencé a caminar rumbo al hotel. Cuesta abajo. Mamá había dejado el coche aparcado un poquito más arriba, la verdad que era bastante difícil aparcar en aquel sitio. ¿Muchachito? ¡Venga hombre! Volví a ponerme mis audífonos. ‘That should be me’ susurré observando la pequeña pantallita negra.  >>Play. Mamá se me adelantó, tenía que firmar y coger la tarjeta de nuestra habitación. Al llegar a recepción el señor le comenzó a decir una serie de cosas, las cuales yo no me di por enterada. Yo estaba escuchando mi canción, lo demás no me importaba. Además, estaba aquí casi por obligación, porque ganas, cero.

-           ¿Es aquí? – pregunté casi borde a mamá. Estábamos en frente de una puertita blanca, bastante bonita por cierto.
-          Sí. – asintió.
-          Vale.
-          Hija, tienes que cambiar esa actitud. – dijo mientras colocaba la tarjeta para poder abrir la puerta. Sí, ahora se utilizan unas tarjetas muy modernas, las cuales leen una codificación y abren la puerta.
-          Sí, claro.


Y así. Más de lo mismo. Mamá se puso a colocar su maleta y yo…ah sí, escuchando música. Música, música y más música. Mi vida dependía de la música. Sin ella no era nada. Mi vida dependía de la música y de él. Justin. ¿Habéis escuchado hablar de él? Seguro que sí. Justin, es un joven adolescente de 17 años que…

-          ¡Kelly! – gritó mamá. Bufé. Miré la pantallita y le di a Stop.
-          ¿Qué? – dije observándola.
-          Venga, prepárate, vamos a la piscina. – dijo sonriendo.
-          No, no tengo ganas. – volví a tirarme hacia atrás y darle a play. – Vete tú.
-          No Kelly. Ahora mismo te levantas de ese sillón, coges uno de tus bikinis y una toalla y bajas a la piscina. Te estoy esperando.

Y dicho eso, cerró la puerta y se fue. Respiré hondo. Comencé a escuchar unos ruidos en la habitación de al lado, risas. No le di importancia. Play. ‘Never let you go’

Pasaron minutos, juraría que diez. Pensé en mamá. Ella no se merece este comportamiento mío, está aquí intentando que sea feliz, dándome unas vacaciones y yo…volví a fugar. Cerré los ojos y me hice hacia atrás, me llevé las manos a la cara y fruncí el ceño. Suspiré.

Risas, más risas. Me quité las manos de la cara y apagué mi Ipod. Me quedé unos segundos en silencio. Volví a escuchar risas. Eran chicos. ‘Vótate bro’ ‘Man, eres un gay’ ‘¡Déjame la supra joder!  ‘Ju…’ ¡HAY, NO! Se me cayó el Ipod al suelo. Joder. Susurré encendiéndolo.

-          Te me rompes y me da algo. – susurré.

Golpearon la pared. ‘’Verás ahora’’ exclamaba uno riendo. ¿Se estaban matando? Esa voz, esa risa…juraría que la conozco. Volví a suspirar hondo. Me levanté y fui al cuarto. Abrí mi maleta y saqué un bikini. Uno de rayas azules, amarillas y blancas. Era bastante bonito. Me quité el coletero y dejé caer mi cabello. Mamá decía, que tenía que cortármelo. De hecho, estaba deseosa porque yo lo hiciera. A mí me encanta mi pelo, es oscuro. No es negro del todo. Y bueno sí, lo tengo bastante grande. Un poquito más arriba del trasero y en capas. A mí me gusta mucho. Me puse un pantalón pequeño vaquero, sin blusa. Tan solo con la parte de arriba del bikini. Me puse Gloss en los labios, cogí la tarjeta de nuestra habitación y mi Ipod y cerré la puerta.

Era extraño, ya no se escuchaban risas ni chicos hablando. Os voy a confesar algo. Quizás me llaméis idiota o obsesionada, no lo sé. Pero juraría que aquel era Justin. Esa risa. Sabría diferenciarla hasta en millones de kilómetros. Además…

-          Joder Kelly, siempre pensando en él. – dije en menos de un susurro.

Y además… ¿Justin aquí? Pero si estamos en España. ¡Es Justin Bieber! Déjate de boberías Kelly y supéralo. Supera que nunca vas a poder verlo. Nunca vas a poder verlo por la distancia. Por la puta distancia.

Bajé del ascensor y caminé recto hacia la piscina. Había mucha gente. Seguí con la mirada hamaca a hamaca, buscando a mamá. Hasta que la vi, bronceándose. Extendí mi toalla en la hamaca de al lado. Luego, me quité el pantalón y me tumbé. Cerré los ojos. Mundo de fantasía.

|| Narra Justin ||

-          ¿Bro, vamos a la piscina? – pregunté saliendo de la terraza y entrando en la habitación.
-          ¿Ahora? –  preguntó Ryan con el seño fruncido.
-          No, mañana.
-          Já-já-já.
-          Venga anda aburrido. – le tiré una almohada. – levántate de la cama y vamos.
-          ¡Hey! ¿Qué te pasa? – dijo riendo mientras se ponía en píe.
-          Tengo calor tío. – reí. Me quité la blusa.
-          ¿Habrán Beliebers ahí bajo? – preguntó Ryan observándome.
-          No sé. ¿Por qué? – reí.
-          Porque como te vean no nos van a dejar tranquilos. Bueno…ni a ti, ni a mí.
-          ¿A ti por qué? Fruncí el seño mientras él se miraba en el espejo. Haciendo caras muy raras.
-          Ser amigo de Justin Bieber, tiene sus ventajas. – esto último lo dijo lanzándole un beso al espejo, poniendo morritos.
-          Creo que quiero vomitar.
-          No vomites man, aún queda nuestra noche de pasión. – me miró acercándose.
-          Déjate de rollos tío. – le empujé riendo. – Vamos anda.

|| Narra Kelly ||

Llevaba como media hora bronceándome, el calor ya empezaba a notarse. Me senté y observé a mamá. Ella aún seguía ahí. Miré al frente y vi la piscina. Era enorme. No terminaba. Habían palmeras, rocas, incluso un cocotero. La verdad que era hermoso. Me puse en píe y caminé hacia el borde. Me senté y dejé caer los pies. Son como las tres de la tarde. No hay nadie, supongo que todos están almorzando. Estábamos mamá, yo, una pareja y dos señores mayores. Dirigí mi mirada al agua. Está limpia. Muy clarita. Me encanta el agua. Comencé a hacer circulitos con mi pierna mientras en mi cabeza viajaban mil y un pensamientos distintos. De pronto se escucharon risas. Chicos. Esas risas me sonaban. Me estaba empezando a volver loca. Negué con la cabeza, dejando que se fueran de nuevo esas ideas. Me lancé al agua y comencé a nadar.

|| Narra Justin ||

Ryan y yo bajamos a la piscina, no había mucha gente. Sólo una chica en el agua. Pero la vi fugazmente, ya que se sumergió muy rápido. Eso sí, tenía un cabello muy largo.

-          ¿Aquí? –  me preguntó Ryan señalando una hamaca.
-          Sí, aquí mismo. – elevé los hombros y dejé las zapatillas en un lado.
-           Vamos. – dijo Ryan haciendo un gesto con la cabeza.
-           Ahora voy yo. – dije mientras me tumbaba en la maca. Tenía puestas unas gafas.
-          
-           Había una señora al lado mío. Parecía que se iba a quemar viva, estaba muy roja. Estuve un rato tomando sol, hasta que ya no pude aguantar más. El día estaba muy fuerte. Me incorporé y observé a Ryan.

|| Narra Kelly ||

Estaba nadando, de punta a punta. Al salir a la superficie miré hacia mi frente. Me aclaré los ojos y pestañeé unas cuantas veces. Me quedé observando al chico que estaba en el agua, unos metros más lejos. No podía ser. Volví a aclararme los ojos. Él estaba nadando de lado a lado y cuando salía sacudía su pelo. Era rubio. Volví a sumergirme.  Salió a la superficie casi a la misma vez que yo. Me observó. Pude verlo. Pude ver sus facciones. No me lo podía creer. ¿Ryan? No, no Kelly no. Volví a sumergirme y nadé lejos, detrás de unas palmeras. Apoye mis manos en el muro y dejé caer mi cabeza en ellas. ¿Qué me pasa? ¿Por qué siempre pienso en cosas relacionadas con Justin? Suspiré. Joder, pero es que, se parecía mucho.

|| Narra Justin ||

-          ¡Ryan!! – grité.
-          ¿Qué? – me contestó con el mismo tono.
-          Vamos a comer. – dije haciendo un gesto con la cabeza en forma de marcha.
-          Voy.

Salimos de la piscina, volví a ver a aquella chica. Esta vez estaba refugiada en sus brazos. Aún no le había visto el rostro. Tan solo su cabello.

-          Tío. – me dijo Ryan mientras entrabamos en el buffet.
-          Dime. – dije cogiendo una bandeja.
-          Había una chica en la piscina, que estaba tremenda.
-          La vi.
-          ¿Sí? Tenía un cuerpazo seguro.
-          Bueno, solo vi su cabello. – reí.
-          Eres medio raro Bro.
-          ¿Por qué? – dije frunciendo el ceño mientras ponía pizza en mi bandeja.
-          Eres un poco vomitivo a veces.
-          Y tú un poco gilipollas.
-          La tengo grande.
-          Ahora el que quiere vomitar soy yo.
-          Subnormal. – reímos a la vez mientras nos sentamos en una de las mesas.
-          Escuché por ahí - se metió un trozo de pizza en la boca - que esta noche – tragó y volvió a comer - hay una fiesta.
-          Tío come y luego me hablas. – dije yo llevando un trozo a mi boca. Tragué. - ¿Qué fiesta?
-          No sé – elevó los hombros y bebió de su Coca-Cola. – Se lo escuché a unos señores cuando bajábamos. Leí que todas las noches hacen fiestas aquí.
-          Ah, pues tendremos que ir.
-          ¿Estará ella? – preguntó con una sonrisa picara.
-          No se Bro. – reí.
-          Estaba tremenda, te lo aseguro. Solo la vi cuando salió del agua y me miró, pero fue muy rápido. No sé que le pasó, pestañeo unas veces y nadó hacia la otra punta. ¿Me habrá conocido?
-          ¿Quién te crees? – dije elevando una ceja.
-          Ryan. Amigo de Justin Bieber, reconocido por todas las Beliebers, gracias a eso.
-          ¿Estás insinuando que es una Belieber?
-          No sé. ¿Y si lo es?
-          Pues tendré que conocerla.
-          Y… ¿Si te llegara a gustar no te la comerías porque es Belieber?
-          ¿Comérmela?
-          Besarla, joder.
-           Ah. Pues, no sé. ¿Por qué no iba a hacerlo?
-          Y yo que sé. Por eso pregunto. – rió y volvió a meterse un trozo de pizza en la boca.


Ryan y yo seguimos hablando de ese tema durante un rato. La verdad no me importaría tener nada con una Belieber de hecho creo que es una experiencia bastante bonita. Un poco extraña no voy a engañarme. Sería como estar con una persona que sabe más que mi mismo. ¿Pero tampoco tiene que ser así del todo no? Bueno no sé. Además, no sé qué hago ahora pensando en esto.

|| Narra Kelly ||

-          ¿Vas a ir esta noche a la fiesta? – me preguntó mamá al otro lado del sillón.
-          ¿A qué fiesta? – dije observándola.
-          Sabes que todas las noches hacen…- la corté.
-          Ah, no. No iré.
-          ¿Por qué no vas? – preguntó sonriéndome.
-          No sé mamá. No conozco a nadie.
-          ¿Y qué más da? Igual hay un Justin Bieber por ahí. – dijo riendo. Eso me descolocó. Un flashback de la tarde en la piscina se apoderó de mi cabeza. Aquel chico tan parecido a Ryan…
-          Hija. – dijo seria mirándome – Que era broma.
-          Y eso es lo peor. – dije suspirando.
-          Olvídalo. – suspiró resignada.
-          ¿Irá mucha gente? – pregunté dándole vueltas a mi Blackberry.
-          No lo sé. Vete, diviértete un poco. – dijo sonriendo.

Yo respiré hondo y volví la mirada a mi móvil.  No sé cuánto tiempo estuvimos viendo la tele, pero se pasó el tiempo muy rápido. Se empezaba a escuchar música.

-          ¿Qué hora es? – pregunté.
-          Las…- observó su pequeño reloj de plata. – 10:30.
-          ¿Tan tarde? – dije asombrada.
-          Pues sí. – asintió.
-          Iré a ducharme.
-          ¿Vas a bajar a la fiesta? – preguntó.
-          No lo sé. – dije cerrando la puerta del baño.

|| Narra Justin ||

-          ¿Al final que vamos a hacer?
-          Pues mira, yo me quiero comprar un yate para cuando estemos en californ…- le corté.
-          Ryan…- él rió.
-          ¿Te refieres que si vamos a bajar?
-          Sí. – asentí.
-          Claro. Yo tengo que encontrar a esa chica.
-          Estás obsesionado. – dije negando mientras habría mi maleta.
-          No Bro, tenías que verla.
-          ¿Te gusta esto? – dije mostrando una camisa.
-          Demasiado gay.
-          Demasiada envidia. – reímos.

|| Narra Kelly ||

Salí del cuarto de baño envuelta en una toalla. Entré en nuestra habitación y cerré la puerta. Me tiré en la cama. Quizás era hora. Hora de comenzar a cambiar. Me puse de píe y caminé hacia mi maleta. Me preparé. Un pequeño traje negro, bastante pegado. La verdad me hacía unas curvas bastante bonitas. Nunca me gustó mi físico, pero a decir verdad, me gustaba verme con este. Me  puse unos tacones corridos negros también, no tenían mucho tacón. Tampoco iba a ir a un gran sitio, de hecho, no sabía ni cómo eran estas cosas aquí. Observé en la pequeña pantallita la hora que marcaba, eran las 11 de la noche. La música estaba bastante alta, también habría allí algún señor hablando por un micro. No sé que me pasaba, sentía algo raro. ¿Un presentimiento? La verdad no sé. Terminé de plancharme el pelo y me comencé a maquillar. Me perfilé los ojos y me peiné las pestañas. Me eché un poquito de colorete y pinté mis labios de un color rojo fuerte.

-          Ke…- se cortó mi mamá misma. - ¿Vas a bajar? – dijo observándome mientras yo colocaba mi falda en el espejo.
-          Sí. – dije casi en un susurro.
-          Qué bueno hija. – dijo sonriendo. – Estás muy guapa. Hace tiempo que no te arreglas así.
-          Ya. – se me escapó una carcajada.
-          ¿Estoy bien?
-          Hermosa.
-          Exagerada. – reí. – Bueno, voy a bajar.
-          Vale, diviértete. – Cerramos la puerta y salimos al pequeño salón. – Ten cuidado también.
-          Si mamá. – reí.

|| Narra Justin ||

-          ¿Qué tal estoy? – pregunté a Ryan. Este estaba lavándose los dientes.
-          Aiksdjaisaoidsjaouhi.  – susurró.
-          ¿Qué? – dije frunciendo el ceño. Escupió. Se pasó la toalla por la boca.
-          Sexy.
-          Venga ya idiota – reí. - ¿Me queda bien esto?
-          Sí Bro, estás lindo.

Me limité a reír mientras negaba con la cabeza y entraba en la habitación. Terminé de prepararme y me eché perfume. Ryan tardaba más que una chica.

-          ¿Ya? – pregunté sentado observándole.
-          Sí. – dijo atándose el ultimo zapato.
-          Vale, vamos.
-          Apaga la televisión. – dije saliendo por la puerta.
-          Oye. – gritó.
-          ¿Qué? – retrocedí, apoyándome en la puerta.
-          ¿Cogiste la tarjeta?
-          Sí. – asentí.
-          Bien, vamos. – cerró.

|| Narra Kelly ||

-          ¡Kelly! – dijo mamá con un tono elevado desde la habitación. Paré.
-          ¿Qué?  - dije observándola con el seño fruncido.
-          Toma. – dijo dándome la cámara de fotos.
-          ¿Para qué quiero esto? – reí sin ganas.
-          No sé. Pero para algo te la compré. – rió ella también para más tarde cerrar la puerta.


Quedé observando la puerta durante unos segundos. Luego negué y reí. Subí en el ascensor. Al bajar, me quedé observando recepción. La verdad que había gente por todas partes. Caminé hacia la piscina, allí era donde iba a originarse la fiesta. Había un ambiente bastante bueno, me gustaba. Al llegar a la piscina, observé la barra, habían muchos chicos de mi edad,  también muchas chicas. Unos chicos me estaban observando, seguí caminando. No conocía a nadie y yo no sabía qué hacer, a donde dirigirme o donde sentarme. Todos se lo estaban pasando muy bien, unos bailaban, otros tomaban, otros reían, otros se besaban, otros estaban comenzando a conocerse y así mucha gente. Era al aire libre, la piscina estaba cubierta de pétalos de colores y también personas en ella. Retiré mis tacones y me senté en el borde de la piscina, muy lejos de donde estaba la gente. Sola. Csi mis ideales hubieran caído por la borda, y se hubieran esparcido en un gran saco de estiércol.  Porque al contrario de como imagine siempre, pienso que estoy más sola de lo esperado. Que la confianza se está convirtiendo en algo demasiado complicado, es un compañero ausente en mi vida. A pesar de que se de sobra que se encuentra junto a mí, no consigo verlo. Me detuve mirando al cielo. Habían muchas estrellas. Unas latían rápido, otras con menos sintonía. Como mi corazón. A veces latía tan despacio, tan apagado, con tan pocas ganas de seguir latiendo y otras en cambio, latía con fuerza, con mucha fuerza. Latía rápido, con ánimos, con ganas de seguir luchando y soñando. Había una estrella. Una estrella que me llamó la atención. Se vislumbraba cada 2 segundos, tik, tik, acaba de alumbrarse. Tik, tik, otra vez. Tik, tik, nuevamente. Han pasado 6 segundos desde que leías eso. 6 segundos que nunca más podrás volver a recuperar. ¿No es raro? No nos damos cuenta, pero cada segundo de nuestra vida, son instantes que deberíamos saber aprovechar. Pero no, no lo hacemos. No lo hacemos.  Nos pasamos la vida imaginando y soñando, pero no luchamos para conseguir esas cosas que queremos. Pero todos somos iguales. Esperamos que haya alguien o algo que nos ayude a conseguirlo, esperamos que suceda. Sin embargo, no luchamos por esas cosas. Como yo por ejemplo. Y de repente, sin avisar, se me cuela una frase. ‘Posibilidades encerradas en pequeñas cajas que inundan esta corta vida, con límites desconocidos y sorpresas inesperadas. Sorpresas inesperadas. Sorpresas inesperadas.’ Frunzo el ceño. ¿Sorpresas inesperadas? Y, boom. Otra frase. "Es justamente la posibilidad de realizar un sueño, lo que hace que la vida sea interesante." Pero esa si la reconozco. Justin. Me hallo aquí, observando el cielo mientras las estrellas no paran de vislumbrar, teniendo que pestañear por su resplandor. Haciendo circulitos en el agua, mientras mucha gente está divirtiéndose y pasándolo bien. ¿Pero y que hago yo? Si no conozco a nadie. Y suspiro. De repente en mi mente, se origina una canción. That should be me. ¿Esa debería ser yo? ¿Yo? ¿Quién? Niego, niego con la cabeza. Ese chico siempre en mi mente. La gente me verá y dirá que si estoy loca. Pero me da igual, absolutamente igual. Río de nuevo viéndolo en mi mente. Sonriendo. Y lo siento cerca, es raro, le siento cerca, bastante cerca. Pero no Kelly, no está cerca. Y aunque me repito mil y una vez; "Justin, no eres imposible, tan solo un poco improbable." sigo enfrentándome a la tristeza de lo que siempre soñé y nunca tendré, para variar. Con lo que daría yo, por poder verle tan solo un segundo.  ¿Recordáis lo que os dije antes del corazón? ¿Cuándo a veces iba lento y otras veces iba muy rápido? ¿Lo recuerdas? Ahora mismo no tiene mucha fuerza. Una sombra, me corazón se encoje.

|| Narra Justin ||

A última hora, me había cogido unas gafas de sol. Ryan y yo estábamos bajando del ascensor y una oleada de fans se me tiró encima. Así que, decidimos ir a por algo que me cubriera un poco. Cogí unas gafas negras que me cubrían bastante y…también tuve que cambiarme de ropa. Tuve que quitarme mis supra. Me puse unas Adidas que había traído Ryan. Me puse un pantalón vaquero y una camisa morada. Las deportivas también eran moradas. Cogí una gorra, mis gafas y me puse una chaqueta por encima.

-          ¿Mejor? – susurro un poco cansado mirándome en el espejo. No me gusta esconderme. Pero, si no lo hago, creo que no podré pasarlo bien esta noche.
-          Sí Bro, vamos. – dijo Ryan apoyado en el marco de la puerta.
-          ¿En serio ahora mejor tío? – volví a preguntar observándole.
-          Sí, ahora pareces un raro. – soltó una pequeña risa.
-          Bueno…-elevé los hombros- vamos. – cerré la puerta.

Bajamos a la piscina, esta vez si no me reconocieron. Pedimos un ron con Coca-cola y estuvimos hablando con unas chicas. No me reconocieron.  A Ryan sin embargo sí. Preguntaron quien era yo y él rápidamente dijo que era Derek. Su primo. Nos lo estábamos pasando bien, hasta que Ryan, volvió con lo mismo.

-          ¿Dónde estará? – me dijo casi en un susurro.
-          ¿Quién? – elevé una ceja.
-          La chica. – dijo con una sonrisa divertida.
-          Y yo que sé. – reí y comencé a caminar lejos de la música.
-          ¿A dónde vas? – casi gritó. Por un segundo todos miraron hacia mí dirección.
-          Ahora vuelvo. – dije riendo mientras caminaba.

Aquello estaba oscuro, no había nadie allí. La piscina, era grande. Y cuando digo grande, es que lo era muchísimo. Habían muchas palmeras y unos pasillos enormes  para caminar, la piscina estaba en el centro. Observé a lo lejos. Vi una sombra en el agua.  Me quité las gafas y me escondí tras de una palmera. Efectivamente, allí había alguien.  Volví a ponerme las gafas y caminé en aquella dirección. Al llegar, había una chica. La chica del pelo largo. La chica de la cual  Ryan me había hablado. De repente, me sentí nervioso. Coño, que me pasaba. ¿Y si te conoce Justin? Pensé. No, no me va a conocer, además,  ¿Por qué tiene que ser Belieber? Venga Justin, digo, Darek.

-          Hola. – susurré intensificando el tono de mi voz. Ella miró rápidamente hacia atrás. Me observó, me miró a la cara. Estaba comenzando a traspasar con su mirada los cristales de mis gafas. Yo aún no la había mirado a los ojos, no me atrevía. No Justin, tranquilo.
-          Hola. – dijo observándome. Volvió a dirigir su mirada al agua.
-          ¿Puedo sentarme? – pregunté señalando al lado de ella. En el borde de la piscina. Ella elevó los hombros. Ni una palabra. Bueno, al menos no grita.
-          ¿Cómo te llamas? – pregunté observándola. Ella me miró. Tenía los ojos azul, azul… juraría que ese azul no lo había visto nunca.  No podría descifrar el color de sus ojos. Ahora observé sus labios, tenía unos labios carnosos y mojados, su textura se notaba suave y… ¡Coño Justin, que le estás mirando los labios!
-          Oye. – dijo ella observándome con el ceño fruncido.
-          ¿Qué? – pregunté dirigiendo mi mirada al suelo.
-          No me vuelvas a mirar así.
-          No, lo siento.

Y se creó un silencio. Un poco incomodo.

-          ¿Cómo te llamas? – me preguntó curiosa observándome.
-          Derek. – susurré.
-          ¿Cómo?
-          Derek.
-          Te pareces mucho a….
-          ¿A quién? – sonreí. Observó mis labios.
-          Tus labios, tus ojos, tu sonrisa, tu voz…- paró. Volvió a mirar mis ojos.
-          ¿No te puedo engañar verdad? – dije sin pensar.
-          ¿Qué dices? – frunció el ceño.
-          Nada. –  Subí mis gafas.
-          Eres muy raro.
-          Gracias. – rió. Reí también. Volvió a nublarse su sonrisa. Otra vez silencio.
-          ¿Qué edad tienes? – preguntó.
-          Diecisiete.  – volví a observarla. Apartó su mirada.
-          ¿Y tú?
-          Dieciséis.
-          ¿Por qué llevas gafas? – volvió a preguntar.
-          ¿No preguntas mucho? – reí. ¿Qué haces Justin? Me pregunté a mi mismo.
-          Eres un poco estúpido.
-          Gracias. Tú eres muy simpática.  – dije irónico. Ella me observó y elevó una ceja.
-          Tengo que irme. – dijo incorporándose. Me puse en píe. - Adiós.

Y sin tiempo a nada,  echó a caminar.  Quedé observando cómo desaparecía.  Joder, Ryan tenía razón. Era preciosa. Estaba tremenda. Desapareció. Dirigí mi mirada de nuevo al agua. Me quité las gafas. Joder, pensé. Volví a sentarme y ahora, comenzaba lo que era la tortura. No dejaba de pensar en… ¡Un momento! ¿No le has preguntado cómo se llama Justin? ¡Joder! Pegué una patada en el agua. Me salpicó agua en los ojos, me reí un segundo y las retiré rápidamente.  Estaba realmente casado de ser Justin Bieber.  ¿Derek? Elevé una ceja.  Comencé a escuchar una música. Muy bajita. Miré a mí alrededor, no había nada.  ¿De dónde provenía? Elevé mi mirada y miré en donde ella estaba sentada. Había un Ipod en el suelo. Me levanté y lo cogí en mis manos. Me volví a sentar esta vez en donde ella estaba antes.  Coloqué el audífono en mi oído. That should be me. Sentí escalofríos. Mi canción. Miré el fondo de pantalla. Una foto mía. Más escalofríos. Era Belieber.

……………………………………………..
-          Y… ¿Si te llegara a gustar no te la comerías porque es Belieber?
-          ¿Comérmela?
-          Besarla, joder.
-          Ah. Pues, no sé. ¿Por qué no iba a hacerlo?
-          Y yo que sé. Por eso pregunto. – rió y volvió a meterse un trozo de pizza en la boca.
………………………………………………

‘Posibilidades encerradas en pequeñas cajas que inundan esta corta vida, con límites desconocidos y sorpresas inesperadas.’



Estuve mirando la pantallita mientras mi canción sonaba, varios segundos. Me levanté de un solo golpe y comencé a caminar hacia donde había dejado a Ryan. Guardé el Ipod en mi bolsillo y comencé a caminar. Al llegar, me llevé una sorpresa. Se estaba besando con una de las chicas que habíamos visto antes.  Fui a la barra y me pedí otra copa. Después de bebérmela, intenté decirle a Ryan que iba a subir a nuestra habitación, pero…no había manera. Metí la mano en mi bolsillo izquierdo y me di cuenta que tenía yo la tarjeta. A sí que entré en recepción y subí en el ascensor. Llegué a mi habitación y me tiré en el sillón.

|| Narra Kelly ||

Aquel chico era muy raro. Me sonaba, me sonaba muchísimo. Su voz me era muy conocida.  A pesar de tener aquellas gafas que tapaban casi todo su rostro, había algo más allá de esas gafas que llamaban mi atención. Deje que esos pensamientos me invadieran y toqué en la puerta. Mamá me abrió enseguida y fui directamente a mi habitación.

-          ¿Ya llegaste? – preguntó apoyada en el marco de la pared.
-          Si. – dije suspirando mientras me tiraba hacia atrás en la cama.
-          ¿No te gustó el ambiente?
-          Sí, la verdad que estaba bien. – Dije desganada. Ella suspiró  y se fue a la cocina.

Joder, no sé que me pasaba. Sentía algo en el pecho, algo raro.  El poco pelo que podía verse por un ladito de su gorra, rubio. Su dentadura, sus labios. Sus manos. Su cuerpo. Pero sobretodo, su voz. Sentía que conocía a esa persona. Respiré hondo y cerré los ojos fuertemente por un segundo. Por instinto llevé la mano a mi vestido, claramente no tenía bolsillos. Mi corazón comenzó a acelerarse.  Me levanté rápidamente y observé la cama. No estaba. Me puse en píe casi a la misma velocidad a la que pestañeamos, no estaba en el suelo. Fui al pasillo. Tampoco. Me detuve y comencé a pesar. Cerré los ojos. ¡Claro! Pensé.

-          Ahora vuelvo mamá. – dije mientras abría la puerta y sin tiempo a contestar la cerré.

Corrí hacia donde había estado minutos antes, rastreé aquella zona unas cuantas veces. NADA, no había nada. También busqué por el camino que hice cuando volvía, pero no, no encontraba mi Ipod. ‘’Mamá me va a matar’’ pensé.  Estaba muy nerviosa. Era un regalo que me había hecho abuela y abuelo antes de fallecer. Joder. Se me saltaron unas pocas lágrimas al pensar en mis abuelos. Recordé que había puesto un mensaje de alerta cuando entraban a mis notas, la verdad no sé por qué lo puse. Espero que si se lo encuentran me lo devuelvan. De vuelta a mí habitación, pensé no decirle nada a mamá, quizás mañana lo encontraría. Antes de entrar en la habitación, me di cuenta que la de al lado, estaba encendida.

|| Narra Justin ||

Subí a mí habitación. Cerré la puerta y me quité las gafas y la gorra tan solo entrar, las tiré al sillón de cuero y detrás de ella, me tiré yo. Estuve mirando al techo de la habitación unos cuantos minutos.  Con la mente en blanco. Se me cerraron los ojos por un segundo. Y apareció esa chica. Volví a abrirlos rápidamente. Llevé mi mano a mi bolsillo, tuve que levantar un poco mi cadera para poder sacarlo de mi bolsillo trasero.  Lo encendí. Al ascenderse me pedía una contraseña. Joder. ¿Pero, si no se su nombre? Mm…. ¿Qué puede ser? Elevé una ceja. Justin Bieber, escribí. Y comenzó a rodar, a rodar, a rodar. Y entró. Se me escapo una pequeña risa al pensar que la contraseña era mi nombre. Era un poco…extraño. Entré en su música. Casi toda era mi música. De hecho solo había como 5 canciones que no eran mías. Salí de su música para entrar en sus archivos. Imágenes. Puse una. Era preciosa. Sus ojos, su pelo, su cuerpo, sus labios. Realmente hermosa. Había una foto de una señora, supongo que era su madre, se parecían mucho. Salí de sus imágenes y entré en sus notas. Eso me llamó la atención. Según entraba, había un mensaje de alerta.

‘’ Hola, este aparato para mí es muy importante. Tiene un valor familiar demasiado fuerte, por favor, si te lo has encontrado, te rogaría que me lo devolvieras. Llámame al 671970281 si lo has encontrado. Por favor, te doy lo que quieras a cambio.’’

Ahora mismo, me siento como un autentico estúpido. ¿Por qué me traje esto? Suspiré bastante fuerte. Me puse en píe y abrí la cristalera para poder salir a la terraza.  Me senté en el suelo, observando el cielo. Hacia 3 días que había venido aquí de vacaciones, quería probar algún sitio nuevo, algo tranquilo y me habían aconsejado esto.  La verdad que me encantaba. Miré de nuevo el Ipod. Saqué mi móvil de mi otro bolsillo y di click en Sms.

‘’Hola,  tengo eso que se te perdió. No te preocupes, está en buen estado.’ – enviar.

Tarde más en enviarlo que en recibir una respuesta.

‘’¿De verdad? ¿Te conozco? ¿Dónde puedo ir a buscarlo? Muchas gracias’’ – Kelly.
‘’No, no me conoces. Bueno sí. Da igual, el caso es que podemos quedar donde quieras. ¿Cómo te llamas?’’ – Justin.
‘’¿No, si? ¿Quién eres? Me llamo Kelly. ’’ – Kelly.
‘’Mañana, a las 10:20 en la piscina.’’
‘’Está bien. Gracias.’’

Y dejé caer el teléfono. Tocaron a la puerta, me levanté y fui a abrir. Era Ryan. Borracho.

-          ¿Bro? – dije observándolo.
-          Que aburrido eres,  ¿Dónde estabas?  ¿Viste lo buenas que estaban aquellas? – dijo riendo mientras se tambaleaba.
-          Te pasaste. – dije mientras cerraba la puerta y pasaba su mano por mi cuello para llevarlo al sillón.
-          Me lié con 3. – dijo riendo aún más.
-           ¿Quién te trajo? – dije riendo mientras lo tiraba al sillón.
-          El ascensor. – volvió a reír.
-          Duérmete anda. – dije riendo mientras me levantaba.
-          No, dame un besito. – dijo poniendo morros.
-          Gilipollas. – volví a reír  y me dirigí a la puerta.
-          ¿A dónde vas? – preguntó.
-          Voy a por algo de comer. No salgas de aquí – dije carcajeando para luego salir.

Bajaba al buffet, cuando recordé que no llevaba puesto ni las gafas ni la gorra. Así que me tapé un poco con mi chaqueta. No habría mucha gente, ya que era bastante tarde. Todos estaban en la piscina. Cogí un bocadillo, algo rápido y lo primero que vi. Caminé hasta recepción, apreté el botón del ascensor y justo cuando iba a abrirse, tocaron mi hombro. Por detrás de mí.

-          Derek. – dijo una voz dulce.
-          Derek, ¿Puedo hacerte una pregunta? – Era ella, era Kelly.
-          ¿Sí? – dije endureciendo la voz.
-          ¿Por qué no me miras? – preguntó curiosa.
-          Ahora no podemos hablar, tengo que irme.

Y corrí escaleras arriba, casi 9 pisos. Estaba muerto. No sé por qué hacía eso, porque la evitaba. Joder Justin, pero si eres su ídolo. Entré en la habitación y cerré, Ryan estaba tirado en la cama, se había quedado dormido. Le pegué un bocado a mi bocadillo y lo dejé encima de la mesa de madera del salón. Entré en el cuarto y me tiré en la cama. Escuché una voz, una voz preocupada.

|| Narra Kelly ||

 Bajé al buffet por algo de comida y estaba ese chico tan raro, tapado. Aunque, esta vez, podía ver su cabello. Era, rubio. Tenía el mismo corte de pelo de Justin. Me llamó la atención su parte trasera, ya que era exactamente igual que…no. ¿Por qué huyo de mí? Si, realmente ese chico es muy raro.

-          Joder tío. – susurré tirándome en mi cama.
-          ¿Y si no me dan el Ipod y me están engañando?


Pasaron unos minutos, seguía en silencio mirando el techo de mi habitación. Escuché un ruido en la habitación de al lado pero no le di importancia. Sin tiempo a más, cerré mis ojos.

(…)
-          Vamos Kelly, despierta. – susurró mamá. Gruñí.
-          ¿Qué hora es? – dije adormilada mientras bostezaba y comenzaba a abrir lentamente los ojos.
-          Las 11 y media.
-          ¡¡¿QUÉ?!! – dije pegando un bote.
-          Pero si siempre sueles despertarte a esta hora. – dijo mamá extrañada.
-          Pero...he quedado.

Me puse en píe muy rápido cogí mi móvil. Fui hacia el cuarto de baño. Cerré la puerta y desbloqueé mi teléfono. Tenía varios mensajes.

-          ‘’¿Sueles llegar tarde a todas partes?’’
-          ‘’Estoy empezando a cansarme…’’
-          ‘’¿Dónde estás? Parece que no estás muy interesada en recuperarlo.’’

>>Nuevo mensaje.

‘Lo siento, lo siento, me he quedado dormida, en 15 minutos estoy en la piscina’.

>>Enviado.

Me duché en tiempo record. Salí del baño envuelta en una toalla, corrí a mi maleta y saqué un pequeño pantalón corto desgarrado con flecos. Un cinturón marrón y una blusa caída turquesa y marrón. Me puse unas sandalias turquesa y unos pendientes marrones. Mi pelo es liso así que solo tuve que pasarme un peine. Un poco de rímel y Gloss y lista.

-          Ahora vuelvo mamá. – dije sin tiempo a que contestara.
Apreté el botón del ascensor, tardó un poco. Hasta que al fin llegó y después de un minuto llegué a la planta. Me bajé, di los buenos días a la chica de recepción y fui a la piscina. Ahora sí que había gente. Madre mía, susurré. Caminé hacia la piscina. Paré justo detrás de unas palmeras muy grandes. Comencé a buscar con la mirada. Pero si no sé ni si es un chico o una chica. ¿A quién demonios busco? Mi móvil tembló.
‘’Vete detrás de las palmeras que están al final de la piscina, donde no hay nadie.’’

Coño, empezaba a tener un poco de miedo. ¿Para qué tan lejos y sin nadie? Respondí.

‘’ ¿Por qué tan lejos? ¿Por qué donde no hay nadie?’’  - enviado.
‘’ Ve a donde digo, no tengas miedo.’. – me respondió.

Eso me tranquilizó. Comencé a caminar, ya se podían ver esas palmeras tan grandes que  me había dicho. Llegué y comencé a mirar a todas partes.

-          ¿Me prometes que no vas a gritar? – dije escondido detrás de una de las palmeras aún con el tono de voz endurecido.
-          ¿Derek? – dijo ella con un tono asustado.
-          Si. No, en realidad no. ¿Pero me prometes que no vas a gritar? Esperé respuesta pero no contestó.
-          ¿Qué? – dijo segundos más tarde. Tomé aire y salí con una sonrisa en la cara.

|| Narra Kelly ||

Y de pronto, lo vi. Y no me lo podía creer. Yo tan solo le observaba. Esto era una broma. Mis manos comenzaban a sudar, mis ojos empezaban a humedecerse, mi corazón iba a mil por hora y no podía creer que fuera tan rápido.  Y es que, por fin estoy viendo sus ojos. Y lo tengo enfrente. Sus ojos color oro y su tez clara, su pelo rubio y la boca que siempre soñé. Es raro, porque es la persona por la cual siempre has soñado, pensado, visto en revistas, en videos, la persona por la cual has escrito, a la que defiendes, a la que te hace sonreír, la que te hace sentir extraña cuando pasa algo que no esperas. En ese video, cuando comienzas a analizar cada uno de sus movimientos, sus gestos y hasta sus facciones. Cuando despiertas por la mañana pensando en él, la costumbre de cuando te llaman, salir corriendo y verlo en la tele y que sin explicación se te dibuje una estúpida sonrisa en la cara. Tatuarme su nombre sobre mi piel si tengo un bolígrafo a mano en clases. Y joder. Esa persona está ahora delante de ti y lo más que quiero es moverme, articular, decir algo. Pero estoy petrificada. No puede ser. Era él. Ahora mismo está diciendo algo, pero es que de verdad Kelly, ¿Qué te pasa?

-          Oye. – dijo él riendo. - ¿Estás bien?
-          Sí….no.
Y de pronto, se acercó a mí y me abrazó. Estoy volando, lo juro. ¿Esto es real? Porque si no lo es no quiero despertar. Hace tiempo que no sueño de esta forma tan real. Se apartó.
-          ¿Mejor? – preguntó sonriéndome.
-          Sí, mucho. – sonreí.
-          ¿Esto es una broma? – dije observándolo. A él se le escapó una ligera carcajada.
-          No. – dijo negando con una sonrisa.
-          ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo viniste?
-          Hace tres días. – dijo observando mi vestuario. Me intimidé. – Quería tranquilidad y un poco de espacio y me recomendaron venir aquí.
-          Ah. – respiré hondo.
-          ¿Eres así siempre? – dijo riendo.
-          ¿A sí cómo?
-          Tan…callada.
-          No, créeme que no. Pero cuando estás frente a tu ídolo de cara a cara, siendo la persona que siempre has deseado conocer y con la cual mantener una conversación, tu mundo se para.
-          Eres muy linda. –  dijo sonriéndome.  Me sonrojé. Mi mundo comenzaba a pararse de nuevo. Tenía la sonrisa más bonita del mundo.
-          Toma. – me tendió mi Ipod.
-          Muchas gracias. – sonreí. - ¿Cómo lo tienes tú?
-          No me preguntes. – volvió a reír.
-          Está bien. – asentí. El se quedó cayado observándome. ¿Era así siempre o qué? Yo sabía que con las chicas era…no sé, lo había leído en muchos sitios, pero vamos, que me estoy muriendo.
-          ¿No me preguntas nada? – carcajeó.
-          Estoy en shock. – dije y me di la vuelta, observando la piscina. Me acerqué y me senté en el borde, con los pies cruzados. Él me siguió y se sentó a mi lado.
-          ¿Por qué? – preguntó observándome. Yo miraba el agua. No me atrevía a mirarle.
-          Tú no lo entiendes. – dije negando.
-          Explícamelo. – susurró. Sentí algo raro en mi tripa.
-          Es difícil de explicar Justin. – decir eso, me pareció casi imposible y… hasta me sonó…raro.
-          Pues, hazlo fácil. – volvió a decir. Otra vez mi tripa. Lo observé y sonreí. El hizo una mueca con la boca y volví a reír.
-          Vale. – asentí. – A veces, mi mundo solo se centra en ti. Pienso el 60% de mi día en ti. Me acuerdo de ti todos los días. A veces te enviaba mensajes en Twitter, que por cierto, nunca me respondiste. Cosa que veo normal. Tienes muchas fans. Yo sólo me conformaba con que supieras que existía una Kelly en el mundo, que te quería mucho. A veces salías en un video sonriendo y otro día salías medio triste. Otros te volvías bipolar y todo el mundo decía que habías cambiado. Habían otros días, que pensaba que nunca iba a poder ir a un concierto tuyo, cosa que nunca he podido hacer. Siempre estabas lejos. Y ahora…- lo observé, estaba observando mi cabello. Me miró a los ojos y me regaló una pequeña sonrisa, solo se le podía ver una franja de su dentadura. – ahora estás aquí, me acabas de sonreír y….no sé. Tú estás viviendo tu presente, vives deprisa. Sin embargo, yo vivo lento, atascada en sueños.

-          ¿Puedo abrazarte otra vez? – me preguntó. Esa pregunta me molestó. Claro que podía abrazarme.
-          No. – negué riendo.
-          ¿No? – dijo elevando una ceja divertida.
-          Claro que puedes abrazarme tonto.  – dije abriendo mis brazos y abrazándole esta vez yo. Olía tan rico. Cerré los ojos por un instante. Me separé.
-          ¿Tonto? – dijo con el ceño fruncido.
-          Derek. – dije bromeando.
-          ¿Derek? – volvió a fruncir el ceño.
-          Justin. – susurré.
-          ¿Kelly? – dijo sonriendo.
-          A sí me llaman. – reí.
-          Tienes un nombre muy bonito.
-          Gracias. – sonreí.
-          Me gustan tus ojos. – dijo observándome segundos sin apartar su mirada.
-          No me mires así. – dije dirigiendo mi mirada a el agua rápidamente a la vez que reía.
-          ¿Por qué?  - rió.
-          Porque…me pongo nerviosa. – dije sonrojada.
-          Oye, no te sonrojes. – dijo riendo. Me puse aún más colorada.
-          Ya, déjame.- dije riendo mientras le daba un pequeño golpecito en el hombro y me ponía en píe. El se puso en píe también.
-          ¿Nos hacemos una foto? – le pregunté.
-          Claro que no tonta.  – esta vez elevé yo una ceja. El carcajeó y sacó su Iphone.
-          ¿Qué haces? – dije riendo.
-          ¿No nos vamos a sacar una foto?
-          Pero, con mi cámara…
-          Vale, pero también con mi móvil. Quiero tenerla de recuerdo.
-          Está bien. – dije nerviosa.
-          Ven. – dijo poniendo su mano en mi cintura y acercándose a mí. En ese momento, la electricidad invadió cada rincón de mi cuerpo. Puso su teléfono móvil justo delante y sonrió. Sonreí yo también y el flash marcó, nuestra primera foto.
-          A ver. – tenía mi mano rodeando su cintura y el la mía, mientras observábamos la foto.
-          Es linda. – dijo observándome, era un poco más alto que yo. Miré hacia arriba. Rápidamente miré hacia abajo. Estaba muy cerca y el corazón casi se salta de mi pecho.
-          Es muy bonita.  – dije con tono nervioso.
-          Sí. – dijo él.
-          ¿Voy a poder verte de nuevo? – pregunté.
-          No lo dudes. – asintió seguro.
-          Vale. – reí.
-          ¿Por dónde vas tú? – pregunté.
-          Por un sitio secreto. – rió.- es que si voy por allí, me verán todos.
-          Está bien. – sonreí.
-          ¿Vamos a tomar algo? – me preguntó.
-          ¿Estás loco? Te van a ver.
-          A Derek no lo conociste. – dijo riendo.
-          Bueno…-reí. – Está bien. – asentí.
-          Me esperas aquí, vuelvo en un segundo.

Y luego echó a correr. Ahí iba, mi sueño. No puedo explicar qué es realmente este sentimiento, solo puedo decirte qué se siente y ahora mismo hay un millón doscientas treinta y seis mil cuatrocientas veinte mariposas en mi estomago.

-          Ya. – dijo sonriendo colocándose su gorra y sus gafas aviador.
-          Confieso que Derek me gustaba.  – dije riendo mientras caminábamos hacia la salida del hotel.
-          Pero te gusta más Justin. – dijo riendo.
-          Eso no es verdad. – negué mintiendo. Él elevó una ceja. Reímos juntos.
-          ¿A dónde vamos? – pregunté.
-          Allí.  – dijo señalando un parque.
-          Vale. – reí.
-          Espera, ven. – dijo tirando de mi mano. Otra vez escalofríos.
-          ¿Quieres algo? – dijo sonriendo. Estábamos en un puesto de chuches.
-          No gracias. – sonreí.
-          ¿Segura?
-          Sí. – carcajeé.
-          Está bien. Pues…yo quiero….de eso – dijo señalando unas nubes – y de eso. – dijo señalando unas fresas – y de eso – señaló unos ositos. – y también de eso. – señaló por ultimo unas bolitas de chocolate. El señor, al final rió. Yo lo observaba, aguantándome la risa. Pagó su bolsita y nos fuimos. Comencé a reír.
-          ¿Qué pasa?
-          Nada. – dije descojonándome literalmente.
-          ¿Por qué te ríes? – se formó una sonrisa en su cara.
-          De nada, de nada. – dije intentando parar de reír.
-          No me engañes. – dijo elevando una ceja mientras sonreía. Nos sentamos bajo un árbol en el suelo.
-          Es que… no sé. – reí. El también rió.
-          ¿Quieres? – dijo mientras se metía en la boca tres fresas a la vez.
-          No gracias. – negué riendo.
-          ¿De verdad?
-          De verdad – asentí. Todas tuyas. – reí. El me miró.
-          Cuéntame. – dije observando cómo comía.
-          ¿El qué? – dijo observándome mientras masticaba.
-          Cuéntame de ti. De tu vida.
-          ¿Qué te cuento de mi vida? – rió.
-          Soy como tú. Lo único que decidí ser…no lo sé. En realidad yo no decidí ser quien soy ahora. Yo quería cantar y que a la gente le gustara escuchar mi música. Este quien soy ahora, se fue formando con el tiempo porque las cosas fueron saliendo bien. Y…bueno, ¿te la resumo? Mi vida es la mejor, es la vida soñada. Hasta que una cámara y un rumor, sacan lo peor de ti.
-          Eso debe de ser duro. – asentí y metí mi mano en su bolsita. Saqué una nube y mordí un cachito. Rápidamente él me la quitó y se la comió. Yo elevé una ceja.
-          ¿No decías que no querías? – dijo riendo mientras se la comía.
-          Eres un guarro. – reí y volví a meter mi mano en su bolsita. Esta vez saqué una fresa. Mordí y volvió a quitármela.
-          ¡Justin! – dije un tanto alto. La gente nos observó. Rápidamente se tiró hacia adelante y quedó encima de mí.
-          ¡Shhh! – dijo poniendo su dedo índice sobre mis labios, silenciándome. Bien, sus labios estaban llenos de azúcar. Y…los míos también. Lo sentía muy cerca, encima de mí. Fuegos artificiales por todas partes, de todos los colores, desde el más claro al más oscuro. Retiró su dedo de mi labio, pero se quedó observándome.
-          ¿Qué? – dije observándole esta vez yo.
-          ¿Te dije que tenías unos ojos preciosos?
-          Sí, y yo te dije que me ponías nerviosa. – dije levantándome.
-          Perdón. – susurró.
-          Nada.
-          ¿Quieres? – dijo riendo.
-          ¿Me lo vas a quitar? – elevé una ceja.
-          No. – dijo poniendo los ojos en blanco. Cogí una y me la comí rápido, el rió. Me quedé en silencio un segundo.
-          ¿Qué  pasó? – dijo serio.
-          Nada.
-          En serio, ¿Qué paso Kelly?
-          No es nada, soy un poco tonta. – reí. Es que no sé, esto es raro. – El me observó y sonrió.
-          ¿Supongo que es normal no? Soy…soy tu ídolo.
-          Ya, mi ídolo.
-          ¿Qué? – hizo una mueca.
-          Que es raro que esté ahora mismo así con mi ídolo.  – reí.
-          No es raro.
-          Ya, pero creo que tu lo ves como que eres mi ídolo. Pero yo no lo veo así. Los sentimientos se bifurcan.
-          ¿Se bifurcan?
-          Sí.
-          ¿Eso qué significa?
-          Significa que hay veces que no siento cosas de ídolo a fan. Si no de persona enamorada a persona inalcanzable.
-          ¿Estás diciendo que…?
-          Justin… te sorprenderías si supieras cuantísimas veces, en esos momentos, así porque sí, aparece tu imagen en mi mente.  A veces, solía  imaginar tu sonrisa y escuchar a lo lejos como reías.  Otras veces tenía la costumbre de inventar mil momentos, mil situaciones, que tú y yo podríamos vivir algún día, aún sabiendo que si alguna vez experimentas todo eso, no será a mi lado. No sé, son cosas extrañas. Aunque yo no las veo de ‘Ídolo’ como tú dices, a ‘Fan’.
-          ¿En serio imaginas esas cosas?
-          ¿Nunca has sido fan de alguna chica?
-          Sí…- le corté.
-          ¿Y nunca has deseado…?- me corté a mí misma.
-          ¿Qué? ¿Deseado qué?
-          Nada. – negué y me puse en píe.
-          Kelly, dime. – dijo tirando de mi mano.
-          Nada. – sonreí. Vamos.

Volvimos al hotel. De camino, me dijo que le gustaría verme esta noche en la fiesta. Así que le dije que me llamara por teléfono ya que él ya lo tenía. Habíamos llegado.

-          Hasta la noche Just.  –  me despedí con la mano y comencé a caminar.
-          ¿No me das un beso? –  Mi corazón volvió a pararse por un instante. Me di la vuelta y le sonreí. Me acerqué y besé su mejilla. El cerró los ojos. Cosa, que no entendí pero me gustó.
-          Adiós. – volví a repetirme.
-          Adiós bonita. - dijo sonriendo.

Sonreí al escuchar ese ‘Adiós bonita’ ¿Sabes Justin? Confieso que, en realidad, tengo una adicción un tanto descontrolada hacia ti.




|| Narra Justin ||
Después de haberme dado ese beso, se fue caminando. Era hermosa joder, me encantaba. Subí en el ascensor, habían dos, el de la recepción y el que era para subir directamente a las habitaciones. Yo siempre solía coger ese porque no había nadie. Monté en el ascensor. A decir verdad, tardó un poco en subir y ya estaba comenzando a faltarme aire.  Cuando la puerta se abrió saqué la tarjeta de mi bolsillo y la pasé por la pequeña cerradura. Rápidamente se abrió.

|| Narra Kelly ||

Estaba…estaba en una nube. Este era mi sueño y estaba segura que no quería despertar. ¿Por qué es un sueño verdad?

-          ¿Dónde estabas? – preguntó mamá un tanto enfadada.
-          Fui a dar una vuelta. – dije sonriendo.
-          ¿Con quién? – Era absurdo decirle con quien había ido a dar una vuelta, no iba a creerme.
-          Sola.
-          ¿Y a donde fuiste?
-          Al parque.
-          ¿Y…? – le corté.
-          Voy a cambiarme, no entres. – dije cerrando la puerta de nuestra habitación, dejando a mamá una vez más con la palabra en la boca.

Me tiré en la cama, mirando fijamente al techo. Casi se podría decir que sueñas despierta, recuerdas, te transportas a momentos, los sientes. Y vives cada imagen que pasa por tu mente, la vives como si fuera real, casi como si pudieras tocarla. Como ha cambiado todo. Es como…no sé. No sé explicarme. No sé cómo explicar lo que se siente ahora mismo. Acabo de estar con él y ya lo extraño. Pero es que es tan ilógico.  ¿Será que la vida me ha premiado de alguna forma? Es Justin, y no es Justin un simple Justin es Justin Bieber y es la persona que más me ha enseñado en el mundo después de mi madre. Esa persona que me ha hecho refugiarme en sus canciones, en sus letras y en su voz. También resaltar eso de perderme en sus ojos y observar sus labios en una foto bien editada. ¿Estaré enamorada de este chico? No, supongo que lo quiero demasiado. Pero… ¿Por qué está siempre, en mi mente?

El día paso, paso casi volando. Más rápido que un cerrar y abrir de ojos. Cuando me di cuenta, ya era de noche. Y con otro cerrar y abrir de ojos, amaneció.

(…)

-          ¿Qué hora es? – le pregunté a mamá. Habíamos ido de tiendas al centro comercial que estaba al lado. Ya íbamos de vuelta al hotel.
-          Las 9:30. ¿Por qué? – dijo sonriendo.
-          ¿Mamá te puedo contar algo?
-          Claro. – asintió sonriendo. Nos sentamos en un banco, unos metros más lejos del hotel.
-          ¿Todo bien? – me preguntó algo preocupada.
-          Sí, todo genial. – se me escapó una pequeña risa nerviosa.
-          ¿Entonces?
-          Verás mamá, quizás no me creas. No sé.
-          ¿Por qué no iba a creerte? Haber cuéntame. – dijo regalándome una sonrisa segura.
-          Conocí a Justin. – dije sonriendo.
-          ¿Qué dices Kelly? – volvió ella reír. En serio, ¿Qué es lo que pasa? – se puso seria.
-          Mamá. – dije seria esta vez yo. – No estoy bromeando.
-          Kelly, sé que lo quieres y tu mayor sueño es conocer a ese chico. Pero hija…- fuimos cortadas por un chico. Un chico rubio. Un chico con los ojos claros.  Oh dios mio ¿Ese era Ryan Butler?
-          Hola. – dijo acercándose mientras me sonreía.
-          ¡Hay dios! – pensé poniéndome en píe. El se acercaba con algo en la mano.
-          Hola. – dije tímida cuando ya estaba cerca.
-          Me mandaron esto para ti. – dijo entregándome un pequeño papel  mientras no me dejaba de mirar a los ojos.
-          ¿A mí? – dije frunciendo el ceño.
-          Sí a ti. – se le escapó una carcajada.
-          ¿Quién? – dije riendo. El miró a mi madre y luego me miró a mí elevando una ceja. Era, lo obvio.
-          Ah vale. – dije rápidamente. Él rió.
-          ¿Y donde esta? – pregunté.
-          Ya sabes, arriba. – dijo riendo.
-          Ah ya. – se me escapó una pequeña risa casi insonora.
-          ¿Quién es? – pregunto mamá.
-          Ah, es…es Ryan. – dije mirando a Ryan. El elevó hombros y sonrió.
-          Hola, soy Ryan. Ryan Butler. – dijo dándole dos besos.
-          Ah. – rió mamá. – Pero sigo sin entender. ¿Es tu amigo? – preguntó observándome.
-          Bueno, en realidad es amigo de…- Ryan me cortó.
-          Sí, soy su amigo. – afirmó sonriendo. Yo le observé y volví a fruncir el ceño. ¿Por qué había dicho eso?
-          Ah. – dijo mamá riendo, Ryan me observaba con una sonrisa extraña mientras yo le miraba confundida.
-           Bueno, tengo que irme. – dirigió una mirada hacia mi mano, donde se encontraba el papel que minutos antes me había entregado. – Que sigan bien. - Nos regaló una última sonrisa. Yo y mamá susurramos un ‘hasta luego’ y el desapareció entre los pequeños arbustos. ¿Ryan Butler presentándoseme y dándome una nota?

|| Narra Justin ||

-          ¿Ya? – dije levantándome a velocidad del sillón mientras él entraba en la habitación.
-          Sí.  –  rió mientras de un tirón se quitó la blusa y la tiró encima del sillón.
-          ¿Y? – quizás soné demasiado entusiasmado.
-          Nada, le di la nota y me vine. – se elevó de hombros. – Está más buena incluso de cerca.
-          No te pases. – elevé una ceja.
-          ¿Qué te dijo? – pregunté.
-          ¿Tío, no te está interesando demasiado esa chica?
-          ¿Qué? – elevé el entrecejo. La verdad que desde la primera vez que la vi, no he podido sacarla de mi mente. Pero….supongo que es normal. Es mi fan. ¿Cómo no me va a interesar?
-          Es que estás raro. Ya te habrías tirado a más de 4 tías aquí si hubieses querido. ¿No nos íbamos a relajar? – Estiró las manos y se dejó caer en el sillón. Yo me llevé la mano al cuello y suspiré.
-          Pf. – respiré hondo y me tiré al sillón.

|| Narra Kelly ||

Mamá me preguntó qué era lo que le había querido decir cuando fuimos interrumpidas por Ryan. Al final le negué todo, la verdad no sé por qué. Subimos a nuestra habitación a dejar las bolsas de nuestras pequeñas compras. Mamá entró un segundo al baño y yo, aproveché para leer aquella misteriosa nota.

‘’Esta noche en los arbustos a las 10:30. JB.’’

 Mientras lo leía se originó una gran sonrisa en mi rostro. ‘JB’ ‘JB’ ‘JB’ repetía constantemente en mi mente. Mamá abrió la puerta y yo no pude evitar asustarme un poco. Me guardé la nota como pude en un puño, estrujándola.

-          ¿Qué pasa? – preguntó mamá riendo mientras se colocaba la blusa.
-          Nada. – me elevé de hombros. - ¿Qué va a pasar? – miré al suelo.
-          Hija, que rara estas últimamente por Dios.
-          Cosas de…la adolescencia.
-          Menuda adolescencia que estáis teniendo los de vuestra generación.
-          Pf, si tú supieras. – asentí. Estaba incomoda.
Luego, después de prepararnos y yo guardar la nota en mi maleta de viaje, bajamos a la piscina.  Esta vez había mucha gente. Yo me di unos cuantos chapuzones y me bronceé otras cuantas veces.  Le busqué con la mirada otras tantas, pero no le vi. Normal, no va a bajar aquí tan campante. Después de casi 4 horas volvimos a nuestra habitación. Donde nos preparamos para bajar a almorzar al buffet. Me puse un pequeño pantalón corto vaquero, una blusa muy básica de color blanca y unas sandalias del mismo tono. Al llegar al buffet, mamá se puso espaguetis a la boloñesa. Yo no sabía que comer, habían mil cosas. Y al final, por lo que me decidí fue por unos trozos de pizza. Lo más típico. Elegí un Nestea bastante frío de melocotón y mamá, una fanta de naranja.

|| Narra Justin ||
Llegamos al buffet. Tenía un hambre terrible. Tras servirnos nuestro almuerzo yo y Ryan nos sentamos para comer. Dirigí mi mirada dos mesas más lejos de la nuestra, 3 metros más lejos.
-          Que sí, es ella. – dijo Ryan respondiendo a mi mente.
-          ¿Qué? – elevé una ceja haciéndome el disimulado mientras llevaba un trozo de pizza a mi boca.
-          Que sí es ella. – volvió a decir.
-          Pero si yo no he dicho nada. – se me escapó una muy débil sonrisa.
-          Pero te conozco. – asintió. Negué para luego levantarme y coger casi 4 porciones más. Volví a sentarme. La estuve observando. De repente se levantó y se dirigió al mismo sitio donde había estado yo segundos atrás a por pizza. Ella dirigió su mirada hacia a mí  y quedó como congelada por un segundo observándome. Sentía la mirada de Ryan clavada en mi rostro. Luego me sonrió, observé su franja de dientes. Su dentadura era perfecta, blanca y perfilada. Volví a dirigir mi mirada a sus ojos y se la devolví. Ella no dijo más nada. Cogió su comida y volvió a ir a su sitio. Suspiré.

-          A esto es a lo que me refiero cuando digo que estás raro. – dijo él riendo. – Aunque bueno, lo veo normal. Esta muy…-le corté.
-          Sí, está muy buena. Está tremenda. Está muy…- me cortó esta vez él.
-          Muy rica, muy…-le corté.
-          Ya. Para. – le lancé una mirada de pocos amigos para luego estallar en carcajadas.
-          Es preciosa, pero yo que sé. – miré mi plato.
-          No tío, no te enamores, no le hagas esa putada. – dijo él negando.
-          ¿Cómo me voy a enamorar? – elevé una ceja. – Sólo me parece bonita y me gusta su forma de ser. De todas formas, ¿A qué te refieres con…putada?
-          Ya sabes lo que hay Bro. – asintió seguro. – Tú sabes que tu vida es perfecta hasta que las cámaras y los rumores comienzan a enrollarlo todo. Y creo que no se lo merece.
-          Ni ella, ni nadie.
-          No, tú tampoco te lo mereces, pero tú – me señaló.- elegiste esto.
-          Yo no elegí ser perseguido por cámaras y bombardeado por rumores falsos Ryan. Ya sabes que te decía de pequeño ‘Tío, a la gente le gusta lo que hago’.
-          Es cierto, no elegiste eso. Pero todo eso, conlleva tu nuevo mundo.

Volví a bufar. Una vez más, Ryan tenía razón. Estoy harto de todo, de ser la súper estrella, de ser el chico que no puede vivir su adolescencia de forma normal, harto de chismes y paparazzi. Tal vez enamorarme, vivir ese sentimiento sin importar el que dirán.
Solo quiero ser yo mismo. ¿Tanto pido?


Después de comer, decidimos ir a la piscina. Había reservado una hora y media de piscina solo para mí, para que no pudieran verme. Tras esa hora y media llegó el atardecer y volvimos  a subir a nuestra habitación. Hicimos algunas llamadas con Chaz, él no pudo venir porque estaba con su novia de vacaciones. También hablé con mamá y con Scooter. Volvimos a por nuestra cena y después de esto, comenzamos a vestirnos para la fiesta. No podía vestirme muy…muy Justin Bieber. Sí eso. Tenía que disfrazarme un poco.  Después de salir de la ducha, echarme desodorante y peinar mi cabello, me puse un chándal verde con unas letras en amarillo, la verdad eran un poco llamativas para querer ir disfrazado. Calcé unas verdes también y me puse mis gafas carrera, me eché el gorro del chándal por encima y me puse un poco de perfume. Ryan esta vez, estuvo más rápido que yo.

|| Narra Kelly ||
Esto no. Esto tampoco. Este….no, demasiado corto. Demasiado largo. Demasiado provocador.
(15 minutos más tarde)
-          Pues así. – dije observándome en el espejo.

Llevaba una falda vaquera muy cortita con una blusa caída hacia un lado color turquesa y unas sandalias del mismo tono. Recuerdo que la primera vez, todos iban, hasta en bañador. Esta vez, me había maquillado un poco mejor. Me había puesto alineador de color negro y me ricé las pestañas. Como mi color de ojos es azul, resaltaba bastante. Dejé mi pelo caer, liso. Me puse un poco de colorete y un poco de brillo labial. Perfume y…ya estaba lista. Le dije a mamá que me iba y bajé rápido. Otra vez, era impuntual. Llegué a la piscina. Luego, recordé que tenía que ir a donde nos vimos por primera vez. Era un poco lejos. Comencé a caminar a una velocidad considerable, no iba corriendo, pero tampoco iba caminando. Y al llegar, no había nadie. Observé cada rincón, o eso juraría. Estaba muy oscuro, aquella parte siempre estaba oscura, tan solo el reflejo de la piscina, daba un poco de luz.

-          ¿Jus…Derek? – pregunté temerosa.
-          Vale, es raro. Mejor, sale ya. Por favor.
-          No juegues conmigo. – advertí mirando detrás de un árbol.
-          ¿Estás o no estás? ¿Estoy hablando sola? – repliqué. Se escuchó un ruido.
-          Venga ya, Justin,  que me acojono. – di dos pasos hacia atrás y justamente, sentí unas manos en mis ojos. Sentí su respiración muy cerca de su oído, mi corazón comenzaba a acelerarse.
-          Hola. – susurró en mi oído aún sin quitar sus manos de mi rostro. - ¿Quién soy?
-          No lo sé. Últimamente la gente que conozco, sufren problemas de identidad. - reí. Escuché que él soltó una pequeña carcajada casi insonora y su aire rebotó contra mi oído, lo que hizo que mi bello se pusiera de punta. – Bueno, en realidad, creo que sé quién eres.
-          ¿En serio? ¿Quién soy?
-          ¿Por qué mejor no me lo dices tú? – dije sonriendo.
-          ¿Por qué mejor no me saludas? – dijo riendo y retirando sus manos de mis ojos. Me di la vuelta y se quedó observándome. Yo le sonreí, cosa que él no dudó en devolverme. Abrió sus brazos y le abracé con todas las fuerzas del mundo. Luego me separé lentamente y le di un, largo beso en su mejilla. Me separé riendo mientras él me observaba con una ceja elevada.
-          Lo siento, fue lo que quise hacer el otro día. Pero no, no podía. – Dios, me estaban comenzando a subir los colores.
-          ¿Ah sí? – elevó una ceja.
-          Sí. – asentí riendo.
-          Me gustó mucho. – dijo mientras se acercaba a mí y estaba vez, era él, el que me abrazaba y me daba un beso en mi cabello. Oh, mi tripa.
-          ¿El qué? – se me escapó una carcajada nerviosa. Olía tan rico.
-          Nada, nada.  - dijo rápido. – Me gusta tu olor. – volvió a reír.
-          Gracias. – asentí y me separé. - A mí también me gusta mucho el tuyo. – dije tímida. El me sonrió.
-          ¿Ah sí? – dijo elevando una ceja divertida.
-          Sí. – asentí sonriendo.
-          ¿Y a que huelo? – dijo riendo.
-          Mmmm…-puse cara pensativa. No lo sé. – reí. A hombre, hueles a hombre y me gusta.
-          Oh, huelo a hombre. – carcajeó. – Menos mal. – suspiró bromeando.
-          Idiota. – reí haciendo una mueca. Bastante graciosa supongo ya que él no paraba de reír. Comencé a caminar. ¿A dónde vas? – me preguntó mientras me seguía.
-          No sé. Aún no he averiguado nada de este sitio. –  alcé la voz. Se había quedado un poco más atrás.
-          Pero espérame. – me detuve. Esperé que llegara y comenzamos a caminar. Se originó un silencio.
-          Oye Kelly…-rompió él, el silencio.
-          Hm. – simulé un sí mientras caminábamos.
-          Tú por casualidad no tendrás…
-          ¿El qué?
-          No tendrás…
-          ¿No, tendré…? -le miré. Dirigió su mirada hacia el otro lado.
-          No tendrás…es decir...no bueno, claro, claro que tienes. – asintió él.
-          ¿Novio? – pregunté. El me miró alarmado.
-          ¿Te refieres a eso no? ¿Quieres saber si tengo novio?
-          Sí. – dijo un tanto extraño. ¿Qué le pasaba?
-          No, no tengo novio. Hace 9 meses que un chico se coló en mi vida. Lo era todo para mí. Pero pareció ser que yo para él no lo era. – Recordé aquel tiempo que estuve con Raúl. Aunque la verdad, ya no me dolía en absoluto. – Y desde entonces no he vuelto a tener a más nadie. Creo que no hay nadie para mí en este mundo. – carcajeé.
-          ¿Por qué no puede haberlo?  - preguntó apoyándose en un árbol mientras me observaba con decisión.
-          Porque…- le observé. Estaba expectante esperando una contesta. Yo elevé los hombros. – no lo sé. Creo que la felicidad no se creó para mí. - dicho esto dejó su posición y comenzó a acercarse a mí con un paso bastante lento. Mi corazón estaba anunciando la llegada de un infarto en breve. Yo le observaba con el ceño fruncido mientras señalaba una franja de dientes. Se detuvo delante, casi sentía su aliento rozar mis labios. Como en mis sueños. Tan solo que esta vez era real. Me miraba a los ojos, sin quitar su mirada, creo que fueron 10 segundos. Un brillo extraño resaltaba en ellos, un brillo que no supe descifrar. De repente, se dirigió a mi oído.
-          La felicidad Kelly…-susurró contra este. – La felicidad se creó para todos.

Y dicho esto abandonó mi oído y volvió a quedar frente de mí, observó mis labios. Un momento. ¿Observó mis labios? ¿Observó mis labios? Un momento, ¿Acaba de mirarme la boca? Dirigí mi mirada a sus labios y rápidamente volví a mirarle a los ojos. Este sonreía. De repente, comenzó a caminar. Yo me quedé unos segundos como mismo me dejó. Quieta. Observando el árbol del cual minutos antes estaba él apoyado. ¿Qué estaba pasando? ¿Se estaban haciendo realidad todos mis sueños?
Desperté de ese pequeño stop cuando me viré y no estaba. Genial. Comencé a caminar en dirección a la piscina y le vi sentado en el borde. Me acerqué.

-          ¿Y por qué estás tan seguro de eso?  - Pregunté observándole. Él por otra parte, miraba el agua entretenido.
-          Porque todos tenemos derecho a la felicidad.
-          ¿Por qué estás tan seguro de eso? – Al decir eso, me observó. Como él primer día. Intimidante.
-          Porque todos nos merecemos ser felices Kelly. Todos.
-          Justin, ¿Tú eres feliz? – pregunté. El sin quitarme mirada, sonrió débilmente.
-          Soy feliz. Soy muy feliz. – asintió. – Pero siempre, se podría estar mejor. –  Me reí. No pude evitarlo. Otra vez, quedó observándome. Noté como el ritmo de mi corazón aumentaba. Se puso en píe, cosa que me asustó.
-          ¿Sueles ser así de hiperactivo siempre? – reí entre dientes mientras me ponía yo también en píe.
-          Normalmente. – asintió carcajeando.
-          ¿Jugamos? – preguntó.
-          ¿A qué? – elevé una ceja.
-          Escóndete. Tendré que buscarte.
-          ¿Al escondite? – carcajeé ingenua.
-          SÍ. – dijo decidido.
-          No te rías de mí. ¿A qué quieres jugar?
-          Quiero jugar…-se acercó nuevamente de esa forma peligrosa. – Al escondite. – carcajeó y volvió a alejarse.
-          ¿Por qué haces eso? – dije con el ceño fruncido.
-          ¿El qué? – volvió a acercarse. ¿Esto?  - dijo mojándose los labios mientras me observaba. Tomé fuerzas. Y, me acerqué yo.
-          ¿Sabes que yo también se jugar? – pregunté pícara. Se sorprendió de esto, creo que no lo esperaba. Luego reí.
-          No eres el único que sabe esas técnicas… – reí mientras comenzaba a caminar. – Bieber. – dije escupiendo esta última palabra. El negaba mientras se mostraba una sonrisa en su rostro. Me escondí tras un árbol bastante grande. Creo que habían pasado unos 3 minutos y no él no aparecía. Me estaba empezando a aburrir así que decidí salir. De repente, sentí un gran peso en mi espalda y unas manos en mi cintura. Y no era precisamente lo mejor para mi corazón.
-          Te encontré. – susurró en mi oído, abrazándome.
-          Me toca. – reí mientras el apartaba sus manos y comenzaba a correr. Podía llegar a ser como un niño pequeño. Y ese punto me encantaba.
Tras varios segundos, comencé a buscarle. Árbol por árbol. Esquina por esquina. Habían pasado como 6 minutos y no le encontraba. Esto comenzaba a aburrirme. De pronto le vi correr, reí ante esto y comencé a correr tras de él.
-          No corras tanto. – dije mucho más atrás de él.
-          ¡Cógeme! – gritó corriendo sin parar.
-          ¡Estúpido que tú eres un chico! – grite mientras corría a mucha más velocidad que yo. Me comenzaba a faltar el aire. Nunca he sido buena corriendo, siempre me caso bastante rápido. De pronto, le volví a perder. Paré por la falta de aire. Me quedé de nuevo en el borde de la piscina, esta vez de píe mientras recobraba aliento. Volví a buscarle, esta vez con un poco más de aire. No avancé ni 2 metros de la piscina cuando le escuché correr detrás de mí, di la vuelta a velocidad y corrí hacia él empujándole. Empujándole. Empujándole sin darme cuenta, que la piscina estaba justo detrás. Escuché un ‘¡Kelly!’ para después escuchar el sonido del agua. Las gafas flotaban, su chándal se había inflado, su pelo mojado, sus ojos, sus labios. Sus ojos de nuevo. ¿Por qué me mira así? Hay no… ¿Por qué me mira así?

-          Lo siento. Juro que lo siento. – dije observándole arrepentida. El sin embargo, me miraba vengativo.
-          No. No, Justin no – negué con la cabeza mientras caminaba hacia atrás. Él salió de la piscina mientras caminaba hacia mí. Otra vez de forma lenta.
-          ¿Qué acabas de hacer Kelly? – me preguntó con cara seria.
-          ¿Te has enfadado? – pregunté parándome en seco. No respondió. Se acercó corriendo a mí, esta vez sin dejarme tiempo ni a reaccionar y me cogió en peso.
-          Ni se te ocurra lanzarme a la piscina o te mato. – advertí.
-          ¿Por qué? – preguntó caminando con algo de dificultad por mis pataleos. Me colocó en el borde, agarrando mis muñecas y poniéndose delante de mí. Sólo tocaba con los pies el borde, el resto de mi cuerpo estaba hacia atrás.
-          Como me lances al agua, eres historia. – advertí elevando una ceja.
-          ¿Te dije que me gusta tu cabello? – dijo soltando una mano suya y llevándola a este mismo. Me hice más hacia atrás, rápidamente puse mi mano en su cintura, para agarrarme. Cosa que no debería haber hecho, ya que le pegué más a mí.
-          ¡Suéltame! – protesté para que me dejara en paz.
-          ¿Segura? – dijo riendo.
-          Pero suéltame, me refiero a que me dejes…-me cortó. O bueno, más bien me cortó el agua cayendo por mi rostro.
-          ¿Pero tú eres tonto? - pregunté observándole desde abajo.
-          Anda, ayúdame. – dije dándole mi mano para que me ayudara a subir. El la tomó y tiré de la suya, haciendo que cayera también al agua. Conmigo.
-          Estúpido. – dije riendo mientras le lanzaba agua.
-          Hace unos segundos me querías. – dijo riendo mientras nadaba tras de mí.
-          No era mentira, yo nunca te quise. Siempre fui Hater. – mentí obviamente riendo mientras intentaba nadar un poco más lejos. A pesar de que no estábamos en lo hondo se me hacia pesado por la ropa.
-          Amo a mis Haters… ¡KELLY! – me gritó.
-          ¿¡QUÉ!? – me paré en seco.
-          Mira aquello. – dijo señalando el cielo. Yo miré rápidamente hacia arriba. De repente, volví a sentir sus manos en mi cintura. Esto…esto era ilegal.
-          ¿Qué haces? – pregunté nerviosa. Él estaba detrás de nuevo. Siempre leí que le gustaba abrazar por atrás, y sí, todas mis respuestas y preguntas quedan confirmadas. Bip. Bip. Bip. Bip…
-          ¿Para ser Hater no te pones muy nerviosa? – me preguntó con voz sensual muy cerca de mi oído.
-          Oye. – dije separándome.
-          ¿Qué? – preguntó perdido.
-          A mi estas cosas no. – dije riendo mientras negaba.
-          ¿Cómo? – volvió a preguntar.
-          Que…tú. – le señalé. – Yo...-me señalé. Negué con la cabeza y le miré.
-          No entiendo. – dijo carcajeando. Obvio entendía. Se estaba haciendo el tonto.
-          Que... tu y yo…cerca, abrazándome, así…- ¿Qué estaba diciendo?- Que no. – negué y carcajeé esta vez yo nerviosa. El me miraba, riendo también.
-          Sigo sin entender.
-          Coño Justin, que si entiendes. No te hagas el tonto. Que me pones nerviosa. Que me encantas y me pones nerviosa si te tengo cerca. Que no, que luego yo no me controlo y si no me controlo, no me controlo. Y luego hago algo, de lo que igual….luego me arrepiento, y si me arrepiento.  – se acercó riendo mientras yo movía las manos bastante. – Claro si me arrepiento ¿Qué pasa si me arrepiento? ¡Y no! No me puedo arrepentir, porque claro, eres tú, pero es que soy yo, bueno, aquí lo importante… ¡Es que eres tú! Y no, no. – me calló con su dedo anular en mis labios. Esta vez de frente mientras observaba la franja de sus dientes y un brillo dorado en sus ojos.
-          ¿Por qué hablas tanto? – dijo haciendo un gesto con los labios. No pude evitar reír. Otra vez llevó su mano a mi espalda. Peligro.
-          Tú no lo entiendes. – negué.
-          ¿Por qué no debería entenderte? – sentí el borde de la piscina en mi espalda. Estábamos apoyados en el borde. No por favor, sacarme de aquí. Sacarme de aquí antes de que haga lo creo que vamos a hacer y luego me arrepienta. Que después no voy a volver a verlo joder, sacarme.
-          Porque…- dirigí mi mirada a sus labios. Eran tentación. Moría por probarlos. ¡No Kelly no! Volví a mirar sus ojos, me había visto observarle los labios. Genial. – lo siento. – Yo no le vi la gracia a esto último, pero él comenzó a reír.
-          Idiota. – dije empujándole. Di un pequeño saltito y me subí al borde. Luego, comencé a caminar.
-          Me gusta tu ropa. – dijo carcajeando. ¡¡NO!! ¡¡MI ROPA!! Pensé. Corrí rápidamente detrás de un árbol.
-          Ah, bien. –rió mientras estrujaba su chaqueta. ¿Ahora te vas a quedar ahí todo el día?
-          Lo que haga falta. Por dios, ¿Por qué no me recordaste que estábamos mojados? – pregunté avergonzada.
-          Porque saliste echa una fiera. – volvió a carcajear. – Anda, vamos.
-          No.
-          Vamos arriba.
-          Que no.
-          Kelly…
-          Que no. Que no me muevo de aquí hasta que me seque.
-          Pero si te acabo de ver.
-          Me da igual. Me da vergüenza.
-          Venga, vamos.
-          ¡QUE NO, JUSTIN! – grité. Alguien escuchó este nombre y el corrió hacia a mí detrás del árbol. Puso su mano en mi boca, observándome a los ojos. Quizás demasiado juntos. Quizás demasiado. Quizás demasiada presión para mi corazón que esta vez, si anunciaba la llegada de explosión.

Sentía su corazón casi latir contra el mío. Su mirada, observando mis ojos. Su mano izquierda, colocada en el árbol, mientras la otra hacia presión en mi boca. Estaba al borde del colapso.

-          ¡Sh! – susurró nuevamente. La persona que me escuchó parecía que ya se estaba alejando. Sus pasos se escuchaban cada vez más lejos. Me comenzaba a faltar el aire. Sin darse cuenta, estaba haciendo mucha presión sobre mi boca.
-          Jus...-susurré a penas. Él elevó una ceja. Me soltó cuando ya no había nadie. Respiré hondo y lo observé. Luego dirigí mi mirada a mi vestuario. Corrí al árbol de al lado. Él rió.
-          ¿Te vas a quedar ahí todo el rato? – preguntó sin verme.
-          Sí.
-          Está bien, pero no grites.
-          Vale.
-          Kelly, no seas cabezota. Mejor ve a cambiarte que te resfrías.
-          No.
-          Yo también me iré a cambiar.
-          Vale.
-          ¡KELLY! – gritó. Reí muy bajito, él no podía verme, tampoco me escuchó.
-          ¿Qué?
-          Haz lo que quieras. – dijo sentándose en el árbol. Esperándome.
-          ¿Te vas a quedar ahí? – pregunté.
-          Sí.
-          Está bien.

Pasaron unos minutos. Los minutos más largos de mi vida, ninguno hablaba. Yo tenía la blusa empapada y se transparentaba mi ropa interior cosa que no quería. No se me veía más nada, ya que llevaba una falda vaquera. La cabeza no se me había mojado, tan solo las puntas de mi cabello. Solo era eso. La blusa. Pero me daba mucha vergüenza. De repente, Justin comenzó a tararear muy bajito. Mi piel de repente, se erizo. Estaba escuchando a mi ídolo cantar. Y eso era demasiado increíble. Tarareaba my favourite girl. Muy bajito.

-          Esa canción me encanta. – dije sincera detrás del árbol. No me respondió.

Luego comenzó a cantar That should be me, muy bajito también. La sintonía entraba en mi corazón. Su voz era tal cual la soñé siempre. Incluso, mejor.

-          Esa es mi preferida. – volví a sincerarme. Otra vez, no respondió.
-          ¿Me vas a responder? – pregunté.
-          Justin.
-          ¿Te has enfadado? – pregunté esta vez más preocupada. Observé mi blusa, ya casi no se notaba nada. Decidí salir. Me quedé de píe justo al lado de él.
-          ¿Hola? – dije con una ceja elevada. Él miró hacia arriba y sonrió. Luego se levantó muy rápido y quedó de nuevo cerca de mí.
-          Hola. –  dijo con su perfecta sonrisa.
-          ¿Por qué me ignoras? – pregunté.
-          No te ignoro. – negó.
-          Eres terriblemente…- me cortó.
-          Terriblemente sexy.  – bromeó sin ni siquiera reír. Tan sólo me observaba.
-          No era exactamente eso lo que quería decirte. – dije con el ceño fruncido.
-          Yo no he dicho que vaya para mí. – volvió a reír. Mantuvo una pequeña sonrisa, esta vez observando de nuevo mis labios. Fue un segundo. No más. Un segundo. Volvió a mirarme a los ojos. Esta era la segunda vez que lo hacía y yo no sabía por qué.
-          ¿Qué te pasa Justin? – pregunté. Eso le sacó de onda. Pestañeó dos veces y luego me miró a los ojos, esta vez con más fuerza.
-          Nada. ¿Y a ti? – preguntó usando mi mismo tono. Yo elevé la comisura del labio. Luego me di la vuelta y comencé a caminar. Él sabía perfectamente que me gustaba.
-          ¿A dónde vas? – me preguntó desde atrás con un tono elevado.
-          A mi habitación. – dije caminando y dejándole allí. Entré dentro del hotel, por la parte de atrás. Acababa de descubrirlo. ¿Por qué esto no estaba señalizado? Apreté el botón.
-          Espérame. ¿Qué te pasa? – me preguntó corriendo hasta donde yo estaba. Esperando el ascensor.
-          Nada. - dije falsamente. No me gustaba que se acercara tanto, que me mirara de esa forma, que me tocara, que…no. Si me gustaba. Me encantaba. Pero no quería ser otro jueguito más de Justin Bieber. Un amor de verano. No. Porque yo realmente le quiero y luego él se marcharía. Se habría tirado a una chica y yo, me quedaría con ganas de estar con él. El ascensor se abrió y entramos. Pulsé la planta 8.
-          ¿Estás en la planta 8? – preguntó observándome.
-          Sí. –asentí. - ¿Por qué? – le miré con el ceño fruncido.
-          Yo también. – sonrió.
-          Ah. – sonreí. Estaba tardando más de lo normal. Me estaba comenzando a poner nerviosa y el aire me faltaba. No decíamos nada. Todo esto es muy raro. Yo, aquí, de vacaciones, en un hotel, con mi ídolo, hablando y dentro de un ascensor. Donde ahora no hablamos y él me acaba de decir algo.
-          ¡Kelly! – exclamó moviendo mi brazo.
-          ¿Qué? – dije observándole con el ceño fruncido. Salimos del ascensor.
-          Estás extraña. ¿Te pasa algo? – preguntó. En su mirada podía verse algo de  preocupación.
-          No, no. Lo siento. – dije sincera. No sabía porque estaba siendo así.
-          Linda. – cogió mi mano. ¿Linda? Otra vez esos nervios en mi tripa.
-          ¿Qué? – se me escapó una risa nerviosa.
-          ¿He hecho algo que haya molestado?
-          No, ¡Claro que no!
-          Está bien. – sonrió y me abrazó. Otra vez pude oler su perfume. Yo era un poquito más bajita que él, le llegaba por el cuello. Eso me gustaba. De repente besó mi cabello y se apartó.
-          ¿En qué habitación estás? – preguntó.
-          En aquella. – dije señalando la 125-B. Él me miró.
-          Yo estoy en esa. – dijo señalando justo a la de al lado.
-          Con que eras tú. – dije recordando el primer día que llegué.
-          ¿Quién? – preguntó perdido.
-          Nada, nada. – reí.
-          ¿Te voy a ver mañana? – me preguntó. Pensaba que era yo la que tenía que hacer esa pregunta.
-          Eso depende de ti. – reí. – Tú eres el famoso. Él carcajeó.
-          Tengo reservada la piscina de 12:30 a 2:30.  ¿Te vienes conmigo?
-          ¿Te cierran la piscina? – pregunté casi boquiabierta.
-          Yo soy el famoso. – dijo riendo. Su risa era contagiosa.
-          Cierto. – sonreí.
-          ¿Entonces? – dijo haciendo una mueca.
-          Está bien. – reí.
-          ¿Dónde nos vemos? – pregunté.
-          Mmmm…-me miró. En mi habitación.
-          Ah… bien. – reí. El comenzó a reír muy fuerte.
-          Nos vemos mañana entonces. – sonreí.
-          Seguro. – sonrió. Adiós linda. – dijo besando mi mejilla. Muy cerca de la comisura de mis labios. Luego comenzó a caminar, de esa forma tan peculiar que él tiene. Antes de cerrar la puerta, me miró y sonrió para más tarde, cerrar la puerta.

Entré en mi habitación. Mamá ya estaba durmiendo. Me cambié y me acosté. Después de recordar todo lo que había pasado, quedé dormida completamente. Él día siguiente, sería bastante largo.

-          Kelly.
-          Kelly.
-          ¡Kelly! – me estaban zarandeando.
-          ¿Qué? – dije adormilada.
-          Hija, voy a ir a casa de tu tía Macarena.
-          ¿A dónde? – me froté un ojo.
-          A casa de tu tía Macarena. ¿Te quieres venir o prefieres quedarte?
-          Me quedo. – bostecé.
-          Está bien. Volveré en la noche. Es que está mala y sabes que tu tío está en Alemania.
-          ¿Qué tiene? – dije rápidamente.
-          Nada grave, esta mala con gripe. – rió.
-          Ah, está bien. –reí. ¿Qué hora es? – pregunté.
-          Las 12.
-          ¿EN SERIO? – giré sobre mí misma, retirando las sabanas. Me puse en píe y después de unos pequeños saltitos llegué al cuarto de baño.
-          ¿Qué pasa? – me preguntó mamá extrañada con una sonrisa en el rostro.
-          Nada, nada. - reí.

Rápidamente me lavé la cara y me aseé. Fui a mi maleta y me puse un bikini muy bonito, era nuevo, aún no lo había estrenado. Ahora que lo pensaba, me moría de vergüenza. Justin me iba a ver en bikini. Tras ponérmelo solté mi cabello y me puse un pequeño traje de color rosa.

-          Hija, me voy. – dijo mamá observándome.
-          Vale, ten cuidado. – la observé y corrí hacia nuestra habitación.

Me había dejado la noche anterior el móvil allí. Sentí que mamá cerró la puerta. Yo me acerqué a la terraza, quería ver el día. Estaba buenísimo. Ya eran las 12:25. Miré hacia la esquina de mi terraza. Allí comenzaba la terraza de los de al lado. O sea, la de Justin. Salí de mi habitación después de haber hecho cuatro mil doscientos treinta y seis ejercicios de respiración y di unos leves golpes en la de él.

-          ¡Voy! – exclamó desde adentro. Sonreí. Rápidamente abrió la puerta. Tenía el pelo todo alborotado, de punta. Sus ojos estaban aún hinchados. Llevaba una bermuda amarilla y una blusa de tirantas blancas. Esto era el fin del mundo.
-          Buenos días. – reí.
-          Buenos días bonita. -  dio un pequeño bostezo al terminar la frase. Cosa que me hizo sonreír. No estaba segura si sonreí por el ‘bonita’ o por su manera tan graciosa de bostezar.
-          Creo que alguien se despertó hace poquito. – reí.
-          ¿Crees? – elevó una ceja divertida y luego carcajeó.  Acto seguido se acercó a la mesa de su salón y cogió algo que se encontraba allí. Se lo llevó al bolsillo y cerró la puerta de su habitación.  Caminamos hacia el ascensor. Me miró. Yo estaba atenta al ascensor pero en todo momento sabía que me estaba observando. Su mirada sobre mí, comenzaba a ponerme nerviosa. Lo miré. Él sonrió.
-          ¿Qué? – pregunté con un tono sensual pero gracioso.
-          Nada. – rió y entramos dentro del ascensor.

|| Narra Justin ||

Estaba guapísima. Llevaba un pequeño traje de color rosa que le quedaba espectacular. Sus ojos hoy, tenían un brillo especial. Podía quedarme minutos juraría que horas mirándola. Ayer moría por besarla, sus labios, son una de las tentaciones por las cuales me estoy intentando controlar. Me sacó de mis pensamientos.

-          ¡Justin!
-          ¿Qué pasa? – pestañeé unas cuantas veces
-          ¿Te vas a quedar parado ahí?  - dijo riendo ya fuera del ascensor. - Te van a ver.
-          Oh no, claro. – reí y pasamos por recepción. Dimos los buenos días a la chica y caminamos hacia la piscina. Hubo un momento que tuve que esconderme tras de un árbol, ya que habían unas chicas rondando por recepción.
-          Ten cuidado. – dijo ella riendo.
-          Avisa. – dije observándola escondido.
-          Espera.
-          Ya, vamos. – sonrió observándome.

Corrimos hasta la piscina. Allí un señor dio unas órdenes bastante extrañas. Había ‘reservado’ un tramo de la piscina, bastante grande. Y os preguntaréis… ¿Y Ryan? Pues a Ryan no le veo desde la noche anterior. Anoche no vino a dormir a la habitación. Me mandó un mensaje diciendo que estaba con una chica. Típico en él. Kelly, tendió una toalla en una de las hamacas libres y yo coloqué la mía justo al lado. De repente, comenzó a elevar su vestido. Eso hizo que mi interior se revolucionara. Miré al agua y quité mi blusa, tirándola a mi hamaca. Luego quité mis bermudas. Al observarla a ella, ya estaba en traje de baño. Estaba colocándose unos lacitos que salían de los lados de su bikini. Era imposible no mirar su cuerpo. Ryan tenía razón. Estaba muy…

-          ¿Estás muy despistado no?  - dijo cortando mis pensamientos una vez más.

|| Narra Kelly ||

Me quedé en traje de baño, se me había soltado uno de los lazos que agarraban la parte de abajo del bikini. Cuando levanté la mirada vi a Justin observándome algo hipnotizado. Nuestras miradas se conectaron por un momento, un momento en el que sentí un escalofrió, algo especial, algo que nunca había sentido.

-          ¿Estás muy despistado  no? – pregunté. Él hizo un gesto extraño y miró hacia el agua. Observé su cuerpo. No era legal.

Comencé a caminar hacia la barandilla donde comenzaban unos escalones para bajar a la piscina. Justin se tiró de cabeza, haciendo volar miles de gotitas por todas partes. Yo reí. Estaba fría, pero él día se mostraba bastante caluroso y eso ayudaba.

-          ¡Vamos! – dijo riendo mientras se sumergía.
-          ¡Está fría! – me quejé.
-          No, no está fría. – dijo riendo mientras nadaba hacia donde yo estaba
-          Ni se te ocurra mojarme. Yo entro sola. – advertí señalándole con el dedo anular. .
-          ¿Y si no?  - elevó una ceja divertida.
-          ¿Si no, qué? – fruncí el ceño. Se acercó más.
-          ¿Y si me salto las reglas? – dijo con una voz sensual. Mis ojos se abrieron rápidamente. Tragué saliva.
-          Sáltatelas.
-          ¿Segura? – dio un paso hacia adelante. Y sin tiempo a responder colocó su mano en mi cintura y me cargó en su hombro.  Después de unos cuantos pataleos, quejarme y darle unos pequeños puñetazos en su hombro, me metió en la parte honda, hundiéndome.
-          ¡Justin! – exclamé.

|| Narra Justin ||

La llevé hasta la parte honda, esto iba a ser divertido. Me era un poco difícil ya que estaba pataleando y pegándome puñetazos en el hombro.

-          Me vas a hacer un cardenal. – advertí riendo.
-          Me da igual, suéltame.
-          Está bien.

Y la solté. Cuando  salió al exterior, todo su cabello estaba mojado. La luz del sol, hacía que sus ojos brillaran aún más. Sus labios, carnosos, suaves y mojados estaban volviendo a convertirse en una de mis mayores tentaciones. Sí. Me encantaba. Esta chica me encantaba.

-          Estúpido. – dijo lanzándose sobre mí.
-          Me dijiste que te soltara. – dije riendo intentando zafarme de su agarre.
-          ¿Vas a seguir con eso? – exclamó. Se le escapó una pequeña carcajada.
-          Bueno…-me cortó. Hundiéndome. Cuando salí a la superficie la vi sumergida, nadando  lejos de mí. O intentándolo. Porque yo, me iba a encargar de que eso no pasara. Nadé hasta ella, tirando de uno de sus pies. Creo que nos pasamos una hora atrapándonos, soltándonos, atrapándonos y riendo.
-          Ya está, por favor. – dijo ella respirando hondo mientras reía. Se agarró del borde de la piscina. Me acerqué a ella, colocándome justo al lado, descansando también en el borde. Se originó un silencio. Tan solo se escuchaban nuestras respiraciones aceleradas. Me encargué de romperlo. La observé.
-          Cabe decir – respiré – que te he ganado. – volví a coger aire y luego se me escapó una sonrisa. Ella me miró y elevó una ceja.
-          Mentira. Has hecho trampa.  – hizo un gesto con los ojos muy gracioso. Volví a reír.
-          No he hecho trampa. – negué. Volvió a darme en el hombro.
-          Al final, me va a salir un cardenal en serio.  – advertí.
-          Te lo mereces. – rió y se acercó un poco a mí.
-          Oye. – elevé una ceja divertida.
-          ¿Qué? – preguntó.
-          Me debes algo. – dije pícaro.
-          ¿El qué? – elevó una ceja. Yo no te debo nada. – negó.
-          ‘’ Hola, este aparato para mí es muy importante. Tiene un valor familiar demasiado fuerte, por favor, si te lo has encontrado, te rogaría que me lo devolvieras. Llámame al 671970281 si lo has encontrado. Por favor, te doy lo que quieras a cambio.’’ – la imité con voz de chica. Ella carcajeaba sin parar. De repente paró y me miró a los ojos. Sentí como pasaba un escalofrió por mi cuerpo.
-          ¿Qué quieres a cambio Bieber? – susurró. Yo me acerqué a ella, de modo que quedé enfrente. No sabía si esto que iba a hacer ahora, era lo mejor. Por primera vez en mi vida, estaba nervioso.  Nunca me había pasado con las demás chicas. No sabía cómo iba a reaccionar.
-          Linda. – susurré. Llevé una de mis manos a su cintura. Ella rápidamente miró hacia abajo. Volvió a elevar la mirada. Y me sonrió. Llevó su mano a mi cuello, de modo que se enganchó en mí.
-          ¿Qué? – susurró utilizando el mismo tono que había usado yo anteriormente. Pero esta vez, mordiéndose el labio inferior. Una descarga de electricidad y deseo recorrió mi cuerpo.
-          Tu boca, me está llamando Kelly. – susurré.

Me acerqué a ella lentamente.  Me paré en seco a un centímetro de sus labios.  Su corazón iba a mil. Y el mío estaba haciéndole la competencia. Llevé mi mano a su cintura, elevándola hacia su espalda, dando pequeñas caricias. A pesar de estar en el agua, noté como su bello se erizaba. Y ya no aguantaba más. Cerré los ojos. Me rodeó con sus brazos. Y, toqué sus labios.  Comenzábamos a tocar nuestros labios, sin lengua. Toques con nuestros labios.  Sólo eso. Esas cosquillas que no salían de mi estomago, se fueron y luego vinieron más fuerte cuando ella enredó sus piernas alrededor de mi cintura. Eso fue lo que me desató. Elevé un poco su barbilla, y ella abrió su boca, dejando pasar mi lengua. Al parecer estábamos fabricados para esto, nuestras lenguas se movían en compás.

|| Narra Kelly ||

Algo que siempre quise poder probar, era mi deseo de tocar sus labios. Sentía todas esas, emociones, esa alegría, esa adrenalina. Todo estaba pasando, estaba pasando de verdad, todo era mágico y tan esperado. Siempre había querido esto, porque realmente estoy enamorada de él, y sentir sus labios, hace que mi corazón  se sienta de manera inexplicable, hace en mí una felicidad infinita. Tiró de mi labio inferior, yo reí sobre sus labios y él volvió a acariciar mi espalda, para luego bajar a uno de mis muslos. Una alarma saltó dentro de mi cuerpo. No sé cuánto tiempo llevábamos besándonos, sólo sé que había pasado mucho. Esto parecía irreal. Este era uno de mis mayores sueños.

|| Narra Justin ||

Ella rió sobre mis labios y eso me volvió como loco. Nuestro beso se estaba alargando demasiado, los dos necesitábamos oxigeno. Pero ninguno se separaba. Ella fue la que decidió separarse.

-          Mmmm…-lamió sus labios. - ¿Algo que decir? – dijo riendo débilmente.
-          Maldita seas – reí. – eres preciosa.
-          ¿Bromeas? – dijo con una ceja elevada. ¿Me has visto?
-          Te he visto. – me acerqué a su boca y tiré de su labio para luego dejarlo caer lentamente. – Y eres preciosa.
-          No. – dijo ella esta vez besándome. Eso me sorprendió. Se alejó. – No lo soy.
-          Kelly. – susurré contra su oído. Tus pestañas son las pestañas más preciosas del mundo, largas y onduladas. Tus ojos son los ojos más hermosos del mundo, no sabría descifrar su color. Tu boca, es…-se me escapó una pequeña risa. Tu boca es adictiva. Tu pelo es perfecto, tu carácter me encanta y tu cuerpo…- me callé para no cometer un error. - Estás buenísima. – dije sincero. Aunque creo que me sinceré demasiado.
-          Tonto. – dijo nuevamente dándome en el hombro. Yo elevé una ceja.
-          Lo siento. – susurró para luego, volver a hacerse dueña de mis labios.

Solté una pequeña risa, para luego ella volver a besarme. Esta vez, con más ardor. Reí sobre sus labios, y ella sonrió sobre los míos. Di una pequeña vuelta, estando esta vez yo apoyado en la pared. Ella se separó de mí, como medio metro y se hundió en el agua para luego volver a salir. Yo elevé una ceja. Me había dejado con ganas de más.  Al salir a la superficie me observó. Las gotitas caían por su cuerpo y eran como una dosis de adrenalina. Tiré de su mano, quedando esta vez mucho más cerca que antes. Esta vez fue ella la que elevó una ceja.

-          ¿Qué pasa? – preguntó sonriendo.
-          Nada. – me acerqué a ella y le di un pico fugaz.
-          Ah. – sonrió volviendo a enredar sus manos alrededor de mi cuello.
-          Siempre soñé con esto. - dijo sonriendo.
-          ¿Con qué? – pregunté ingenuo.
-          Contigo. – susurró ella antes de presionar sus labios contra los míos para luego dibujar el contorno de mis labios con su lengua. Me sorprendí al sentir como se aceleraba de repente mi cuerpo con ese simple contacto.
-          Deberías estar cansada. – susurré riendo contra sus labios. Ella se alejó un poco con el ceño fruncido.
-          ¿Cansada? – preguntó.  Se veía una franja de su dentadura. Teníamos esa misma cara pícara. Somos adolescentes. El mal pensar,  nos abunda.
-          De correr. – susurré acariciando su espalda.
-          ¿De correr? – preguntó esta vez perdida.
-          En mis sueños. – reí.
-          ¿Te estás quedando conmigo? – preguntó ésta vez riendo mientras volvía a enredar sus pies en mi cadera.
-          Estas dos últimas noches, me las he pasado soñando contigo. – dije sincero.
-          Yo me he pasado estos dos últimos  años, soñando contigo. – dijo estallando en carcajadas. No pude evitar contagiarme.

De repente se soltó de mí agarre y volvió a sumergirse esta vez, nadando lejos. Me sumergí también,  intentando atraparla, pudimos pasar otro rato así. Riendo. Llevábamos un rato lanzándonos agua el uno al otro. El tiempo estaba parado.

-          ¡Ya! ¡Para! – dijo cerrando los ojos mientras reía.

Tenía las manos hacia adelante, impidiendo que llegara el agua hasta sus ojos.  No pude evitar reír. La cogí por la cintura, atrayéndola hacía mí. Hice su cabello hacia a un lado y puse una de mis manos en su mejilla.

-          Esto es bastante extraño. – dijo ella riendo.
-          ¿El qué? – sonreí.
-          Esto. Todo. –  pasó su mano por mis ojos, quitando una gota que comenzaba a caer desde mi frente. Yo sonreí y rompí la distancia para volver a besar sus labios.  Los labios de Kelly eran más apetecibles de lo que pude llegar a imaginar. Eran mejores de lo que me imaginé en meses. Eran como los pétalos de color rosa, su sabor era muy rico y tierno. La había besado hacía tan solo 10 minutos y ya necesitaba hacerlo de nuevo. Era algo que me pedía mi cuerpo, mi cabeza y lo que más me asustaba; mi corazón.  Besé lentamente su labio inferior, para luego abandonarlo y llevar mi boca a su cuello. Besé cada una de las gotas que bajaban desde su cabello. El calor se comenzaba a notar.

-          Hey, para. – dijo ella riendo mientras me alejaba de su cuello.
-          ¿Qué gel utilizas? – pregunté curioso.
-          ¿Qué? – preguntó esta vez ella riendo pero a la vez, extrañada.
-          Sabes a frutas. – dije sincero mientras reía y volvía a besar su cuello.
-          No hagas eso. – volvió a repetir. – En serio, no hagas eso. – soltó una pequeña risotada al terminar la frase.
-          ¿Por qué? – susurré contra su oído. Se hizo hacia atrás, dejándome en el aire con una sonrisa algo extraña. Puso su débil mano en mis mejillas y se acercó a mí, tirando lentamente de mi labio para luego soltarlo, sin más.
-          Justin, no me tientes. – se le escapó una risa sensual, que hizo que todo mi interior se revolucionara de repente. Más adrenalina por todas partes. Por todas.

Y justo cuando me comenzó a besar de una forma más picante, un señor nos interrumpió. Mi hora y media de piscina había terminado. Kelly estaba algo avergonzada, ya que nos vio besándonos y se puso muy colorada, cosa que me hizo mucha gracia. Era muy tierna. Subió los escalones lentamente para salir de la piscina. Por favor, que se quitará Beyoncé de el medio. La seguí hasta llegar a nuestras hamacas. Ella se tiró en la suya y cerró los ojos. Nuevamente observé cada detalle de su cuerpo. ¡Por Dios Justin! ¿¡Qué te pasa!? Pestañeé unas cuantas veces. Era hermosa. Joder, era demasiado hermosa.  Abrió los ojos y me observó.

-          ¿Qué tienes? – dijo riendo.
-          No…nada. – reí algo tímido.
-          ¿Por qué te has puesto rojo? – dijo carcajeando.
-          Por nada Kel.  – reí rascándome la barbilla. Siempre suelo hacerlo cuando estoy nervioso.
-          ¿Cómo me has llamado? – en su rostro se formó una sonrisa preciosa.
-          ¿Kel? – reí. Ella se puso en píe y se sentó al lado mío. Al lado de mi hamaca.
-          Repítelo. -  susurró sonriendo.
-          Kel. - repetí.
-          Otra vez. – susurró.
-          Kel. – dije tirando de su mano. Se sentó encima de mi regazo.
-          Me encanta.  – susurró a casi 1 cm de mis labios mientras acariciaba mi cabello. Esto era como la gloría, pero más rustico.
-          Me encantas. – susurré esta vez yo. Era lo que sentía. Y es que me encantaba. Esto comenzaba a asustarme. Soy Justin Bieber. Estas vacaciones cobrarían su fin. Y eso me atemorizaba. Comenzaba a sentir ese sentimiento extraño que asustaba. Algo extraño por una persona que conozco hace 4 días. Y lo peor no era eso. Lo peor era que esa ‘cosa extraña’ hacia que mi corazón, palpitara como hacía tiempo no lo había hecho.
-          Creo que tenemos que irnos. – dijo sonriendo mientras besaba la comisura de mis labios. Se puso en píe y me tendió su mano, para levantarme. Así lo hice. Cogimos nuestras toallas y fuimos hasta nuestras habitaciones. Como antes. Sólo que con una diferencia. Esta vez, estábamos cogidos de la mano.

Pii, pi, pi, pi,pip.

-          ¿Me voy a preparar vale? – dijo sonriendo. Estábamos en la puerta de su habitación.
-          ¿Vas a tardar mucho? – pregunté. La tenía acorralada casi contra la pared.
-          No lo sé. – rió. – Me voy a duchar. Y....mm, -observó mis labios- y a vestirme, - sonrió. – Luego llamaré a mamá he iré almorzar. –finalizó la frase tocando mis labios con su dedo índice.
-          Me encanta la idea. – reí. – Sobretodo lo de almorzar. ¡Tengo un hambre!
-          ¿Pues ve a prepararte tú también y vamos a comer juntos vale? – sonrió.
-          Vale.  – asentí. – Me siento un privilegiado. – bromeé.
-          En realidad deberías. Eres el primer famoso que me besa. – dijo ella siguiendo mi broma. Yo elevé una ceja.
-          Y el último. – dije con la ceja aún elevada.
-          Bueno…-volvió a engancharse en mi cuello. – ¿Ryan se puede considerar famoso? Porque tampoco está nada mal.  – dijo negando.  Fruncí el ceño. Me habían recorrido celos por el cuerpo. ¡STOP! ¿CELOS YA? ¡NO!
-          No te pongas celoso. – dijo riendo. – Te conozco.  – Al terminar la frase volvió otra vez a besarme. Esto ya estaba pasando a segunda fase. Se separó por falta de oxígeno.
-          Que miedo. Olvidaba que eras Belieber. – dije haciendo un gesto extraño con la boca. Ella rió.
-          ¿No decías que no te importaba salir con una fan? Que sería una experiencia bonita y bla bla bla…
-          Era cierto.
-          Pues no te quejes. – me dio un beso fugaz.
-          No lo he hecho. – reí.
-          Hasta ahora anda. – dijo retirando mis manos de su cintura y pasando la tarjeta por la cerradura. Se abrió la puerta y entró. Me había quedado como un completo embobado.
-          Adiós linda. – reí. Llámame.
-          Está bien. – dijo sonriendo. – Adiós lindo. Me guiñó un ojo y luego, cerró la puerta.

________________________Continúa____________________

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