Justin y Kelly || En mi mente || {2}

8:59

 -          A esto es a lo que me refiero cuando digo que estás raro. – dijo él riendo. – Aunque bueno, lo veo normal. Esta muy…-le corté.
-          Sí, está muy buena. Está tremenda. Está muy…- me cortó esta vez él.
-          Muy rica, muy…-le corté.
-          Ya. Para. – le lancé una mirada de pocos amigos para luego estallar en carcajadas.
-          Es preciosa, pero yo que sé. – miré mi plato.
-          No tío, no te enamores, no le hagas esa putada. – dijo él negando.
-          ¿Cómo me voy a enamorar? – elevé una ceja. – Sólo me parece bonita y me gusta su forma de ser. De todas formas, ¿A qué te refieres con…putada?
-          Ya sabes lo que hay Bro. – asintió seguro. – Tú sabes que tu vida es perfecta hasta que las cámaras y los rumores comienzan a enrollarlo todo. Y creo que no se lo merece.
-          Ni ella, ni nadie.
-          No, tú tampoco te lo mereces, pero tú – me señaló.- elegiste esto.
-          Yo no elegí ser perseguido por cámaras y bombardeado por rumores falsos Ryan. Ya sabes que te decía de pequeño ‘Tío, a la gente le gusta lo que hago’.
-          Es cierto, no elegiste eso. Pero todo eso, conlleva tu nuevo mundo.

Volví a bufar. Una vez más, Ryan tenía razón. Estoy harto de todo, de ser la súper estrella, de ser el chico que no puede vivir su adolescencia de forma normal, harto de chismes y paparazzi. Tal vez enamorarme, vivir ese sentimiento sin importar el que dirán.
Solo quiero ser yo mismo. ¿Tanto pido?


Después de comer, decidimos ir a la piscina. Había reservado una hora y media de piscina solo para mí, para que no pudieran verme. Tras esa hora y media llegó el atardecer y volvimos  a subir a nuestra habitación. Hicimos algunas llamadas con Chaz, él no pudo venir porque estaba con su novia de vacaciones. También hablé con mamá y con Scooter. Volvimos a por nuestra cena y después de esto, comenzamos a vestirnos para la fiesta. No podía vestirme muy…muy Justin Bieber. Sí eso. Tenía que disfrazarme un poco.  Después de salir de la ducha, echarme desodorante y peinar mi cabello, me puse un chándal verde con unas letras en amarillo, la verdad eran un poco llamativas para querer ir disfrazado. Calcé unas verdes también y me puse mis gafas carrera, me eché el gorro del chándal por encima y me puse un poco de perfume. Ryan esta vez, estuvo más rápido que yo.

|| Narra Kelly ||
Esto no. Esto tampoco. Este….no, demasiado corto. Demasiado largo. Demasiado provocador.
(15 minutos más tarde)
-          Pues así. – dije observándome en el espejo.

Llevaba una falda vaquera muy cortita con una blusa caída hacia un lado color turquesa y unas sandalias del mismo tono. Recuerdo que la primera vez, todos iban, hasta en bañador. Esta vez, me había maquillado un poco mejor. Me había puesto alineador de color negro y me ricé las pestañas. Como mi color de ojos es azul, resaltaba bastante. Dejé mi pelo caer, liso. Me puse un poco de colorete y un poco de brillo labial. Perfume y…ya estaba lista. Le dije a mamá que me iba y bajé rápido. Otra vez, era impuntual. Llegué a la piscina. Luego, recordé que tenía que ir a donde nos vimos por primera vez. Era un poco lejos. Comencé a caminar a una velocidad considerable, no iba corriendo, pero tampoco iba caminando. Y al llegar, no había nadie. Observé cada rincón, o eso juraría. Estaba muy oscuro, aquella parte siempre estaba oscura, tan solo el reflejo de la piscina, daba un poco de luz.

-          ¿Jus…Derek? – pregunté temerosa.
-          Vale, es raro. Mejor, sale ya. Por favor.
-          No juegues conmigo. – advertí mirando detrás de un árbol.
-          ¿Estás o no estás? ¿Estoy hablando sola? – repliqué. Se escuchó un ruido.
-          Venga ya, Justin,  que me acojono. – di dos pasos hacia atrás y justamente, sentí unas manos en mis ojos. Sentí su respiración muy cerca de su oído, mi corazón comenzaba a acelerarse.
-          Hola. – susurró en mi oído aún sin quitar sus manos de mi rostro. - ¿Quién soy?
-          No lo sé. Últimamente la gente que conozco, sufren problemas de identidad. - reí. Escuché que él soltó una pequeña carcajada casi insonora y su aire rebotó contra mi oído, lo que hizo que mi bello se pusiera de punta. – Bueno, en realidad, creo que sé quién eres.
-          ¿En serio? ¿Quién soy?
-          ¿Por qué mejor no me lo dices tú? – dije sonriendo.
-          ¿Por qué mejor no me saludas? – dijo riendo y retirando sus manos de mis ojos. Me di la vuelta y se quedó observándome. Yo le sonreí, cosa que él no dudó en devolverme. Abrió sus brazos y le abracé con todas las fuerzas del mundo. Luego me separé lentamente y le di un, largo beso en su mejilla. Me separé riendo mientras él me observaba con una ceja elevada.
-          Lo siento, fue lo que quise hacer el otro día. Pero no, no podía. – Dios, me estaban comenzando a subir los colores.
-          ¿Ah sí? – elevó una ceja.
-          Sí. – asentí riendo.
-          Me gustó mucho. – dijo mientras se acercaba a mí y estaba vez, era él, el que me abrazaba y me daba un beso en mi cabello. Oh, mi tripa.
-          ¿El qué? – se me escapó una carcajada nerviosa. Olía tan rico.
-          Nada, nada.  - dijo rápido. – Me gusta tu olor. – volvió a reír.
-          Gracias. – asentí y me separé. - A mí también me gusta mucho el tuyo. – dije tímida. El me sonrió.
-          ¿Ah sí? – dijo elevando una ceja divertida.
-          Sí. – asentí sonriendo.
-          ¿Y a que huelo? – dijo riendo.
-          Mmmm…-puse cara pensativa. No lo sé. – reí. A hombre, hueles a hombre y me gusta.
-          Oh, huelo a hombre. – carcajeó. – Menos mal. – suspiró bromeando.
-          Idiota. – reí haciendo una mueca. Bastante graciosa supongo ya que él no paraba de reír. Comencé a caminar. ¿A dónde vas? – me preguntó mientras me seguía.
-          No sé. Aún no he averiguado nada de este sitio. –  alcé la voz. Se había quedado un poco más atrás.
-          Pero espérame. – me detuve. Esperé que llegara y comenzamos a caminar. Se originó un silencio.
-          Oye Kelly…-rompió él, el silencio.
-          Hm. – simulé un sí mientras caminábamos.
-          Tú por casualidad no tendrás…
-          ¿El qué?
-          No tendrás…
-          ¿No, tendré…? -le miré. Dirigió su mirada hacia el otro lado.
-          No tendrás…es decir...no bueno, claro, claro que tienes. – asintió él.
-          ¿Novio? – pregunté. El me miró alarmado.
-          ¿Te refieres a eso no? ¿Quieres saber si tengo novio?
-          Sí. – dijo un tanto extraño. ¿Qué le pasaba?
-          No, no tengo novio. Hace 9 meses que un chico se coló en mi vida. Lo era todo para mí. Pero pareció ser que yo para él no lo era. – Recordé aquel tiempo que estuve con Raúl. Aunque la verdad, ya no me dolía en absoluto. – Y desde entonces no he vuelto a tener a más nadie. Creo que no hay nadie para mí en este mundo. – carcajeé.
-          ¿Por qué no puede haberlo?  - preguntó apoyándose en un árbol mientras me observaba con decisión.
-          Porque…- le observé. Estaba expectante esperando una contesta. Yo elevé los hombros. – no lo sé. Creo que la felicidad no se creó para mí. - dicho esto dejó su posición y comenzó a acercarse a mí con un paso bastante lento. Mi corazón estaba anunciando la llegada de un infarto en breve. Yo le observaba con el ceño fruncido mientras señalaba una franja de dientes. Se detuvo delante, casi sentía su aliento rozar mis labios. Como en mis sueños. Tan solo que esta vez era real. Me miraba a los ojos, sin quitar su mirada, creo que fueron 10 segundos. Un brillo extraño resaltaba en ellos, un brillo que no supe descifrar. De repente, se dirigió a mi oído.
-          La felicidad Kelly…-susurró contra este. – La felicidad se creó para todos.

Y dicho esto abandonó mi oído y volvió a quedar frente de mí, observó mis labios. Un momento. ¿Observó mis labios? ¿Observó mis labios? Un momento, ¿Acaba de mirarme la boca? Dirigí mi mirada a sus labios y rápidamente volví a mirarle a los ojos. Este sonreía. De repente, comenzó a caminar. Yo me quedé unos segundos como mismo me dejó. Quieta. Observando el árbol del cual minutos antes estaba él apoyado. ¿Qué estaba pasando? ¿Se estaban haciendo realidad todos mis sueños?
Desperté de ese pequeño stop cuando me viré y no estaba. Genial. Comencé a caminar en dirección a la piscina y le vi sentado en el borde. Me acerqué.

-          ¿Y por qué estás tan seguro de eso?  - Pregunté observándole. Él por otra parte, miraba el agua entretenido.
-          Porque todos tenemos derecho a la felicidad.
-          ¿Por qué estás tan seguro de eso? – Al decir eso, me observó. Como él primer día. Intimidante.
-          Porque todos nos merecemos ser felices Kelly. Todos.
-          Justin, ¿Tú eres feliz? – pregunté. El sin quitarme mirada, sonrió débilmente.
-          Soy feliz. Soy muy feliz. – asintió. – Pero siempre, se podría estar mejor. –  Me reí. No pude evitarlo. Otra vez, quedó observándome. Noté como el ritmo de mi corazón aumentaba. Se puso en píe, cosa que me asustó.
-          ¿Sueles ser así de hiperactivo siempre? – reí entre dientes mientras me ponía yo también en píe.
-          Normalmente. – asintió carcajeando.
-          ¿Jugamos? – preguntó.
-          ¿A qué? – elevé una ceja.
-          Escóndete. Tendré que buscarte.
-          ¿Al escondite? – carcajeé ingenua.
-          SÍ. – dijo decidido.
-          No te rías de mí. ¿A qué quieres jugar?
-          Quiero jugar…-se acercó nuevamente de esa forma peligrosa. – Al escondite. – carcajeó y volvió a alejarse.
-          ¿Por qué haces eso? – dije con el ceño fruncido.
-          ¿El qué? – volvió a acercarse. ¿Esto?  - dijo mojándose los labios mientras me observaba. Tomé fuerzas. Y, me acerqué yo.
-          ¿Sabes que yo también se jugar? – pregunté pícara. Se sorprendió de esto, creo que no lo esperaba. Luego reí.
-          No eres el único que sabe esas técnicas… – reí mientras comenzaba a caminar. – Bieber. – dije escupiendo esta última palabra. El negaba mientras se mostraba una sonrisa en su rostro. Me escondí tras un árbol bastante grande. Creo que habían pasado unos 3 minutos y no él no aparecía. Me estaba empezando a aburrir así que decidí salir. De repente, sentí un gran peso en mi espalda y unas manos en mi cintura. Y no era precisamente lo mejor para mi corazón.
-          Te encontré. – susurró en mi oído, abrazándome.
-          Me toca. – reí mientras el apartaba sus manos y comenzaba a correr. Podía llegar a ser como un niño pequeño. Y ese punto me encantaba.
Tras varios segundos, comencé a buscarle. Árbol por árbol. Esquina por esquina. Habían pasado como 6 minutos y no le encontraba. Esto comenzaba a aburrirme. De pronto le vi correr, reí ante esto y comencé a correr tras de él.
-          No corras tanto. – dije mucho más atrás de él.
-          ¡Cógeme! – gritó corriendo sin parar.
-          ¡Estúpido que tú eres un chico! – grite mientras corría a mucha más velocidad que yo. Me comenzaba a faltar el aire. Nunca he sido buena corriendo, siempre me caso bastante rápido. De pronto, le volví a perder. Paré por la falta de aire. Me quedé de nuevo en el borde de la piscina, esta vez de píe mientras recobraba aliento. Volví a buscarle, esta vez con un poco más de aire. No avancé ni 2 metros de la piscina cuando le escuché correr detrás de mí, di la vuelta a velocidad y corrí hacia él empujándole. Empujándole. Empujándole sin darme cuenta, que la piscina estaba justo detrás. Escuché un ‘¡Kelly!’ para después escuchar el sonido del agua. Las gafas flotaban, su chándal se había inflado, su pelo mojado, sus ojos, sus labios. Sus ojos de nuevo. ¿Por qué me mira así? Hay no… ¿Por qué me mira así?

-          Lo siento. Juro que lo siento. – dije observándole arrepentida. El sin embargo, me miraba vengativo.
-          No. No, Justin no – negué con la cabeza mientras caminaba hacia atrás. Él salió de la piscina mientras caminaba hacia mí. Otra vez de forma lenta.
-          ¿Qué acabas de hacer Kelly? – me preguntó con cara seria.
-          ¿Te has enfadado? – pregunté parándome en seco. No respondió. Se acercó corriendo a mí, esta vez sin dejarme tiempo ni a reaccionar y me cogió en peso.
-          Ni se te ocurra lanzarme a la piscina o te mato. – advertí.
-          ¿Por qué? – preguntó caminando con algo de dificultad por mis pataleos. Me colocó en el borde, agarrando mis muñecas y poniéndose delante de mí. Sólo tocaba con los pies el borde, el resto de mi cuerpo estaba hacia atrás.
-          Como me lances al agua, eres historia. – advertí elevando una ceja.
-          ¿Te dije que me gusta tu cabello? – dijo soltando una mano suya y llevándola a este mismo. Me hice más hacia atrás, rápidamente puse mi mano en su cintura, para agarrarme. Cosa que no debería haber hecho, ya que le pegué más a mí.
-          ¡Suéltame! – protesté para que me dejara en paz.
-          ¿Segura? – dijo riendo.
-          Pero suéltame, me refiero a que me dejes…-me cortó. O bueno, más bien me cortó el agua cayendo por mi rostro.
-          ¿Pero tú eres tonto? - pregunté observándole desde abajo.
-          Anda, ayúdame. – dije dándole mi mano para que me ayudara a subir. El la tomó y tiré de la suya, haciendo que cayera también al agua. Conmigo.
-          Estúpido. – dije riendo mientras le lanzaba agua.
-          Hace unos segundos me querías. – dijo riendo mientras nadaba tras de mí.
-          No era mentira, yo nunca te quise. Siempre fui Hater. – mentí obviamente riendo mientras intentaba nadar un poco más lejos. A pesar de que no estábamos en lo hondo se me hacia pesado por la ropa.
-          Amo a mis Haters… ¡KELLY! – me gritó.
-          ¿¡QUÉ!? – me paré en seco.
-          Mira aquello. – dijo señalando el cielo. Yo miré rápidamente hacia arriba. De repente, volví a sentir sus manos en mi cintura. Esto…esto era ilegal.
-          ¿Qué haces? – pregunté nerviosa. Él estaba detrás de nuevo. Siempre leí que le gustaba abrazar por atrás, y sí, todas mis respuestas y preguntas quedan confirmadas. Bip. Bip. Bip. Bip…
-          ¿Para ser Hater no te pones muy nerviosa? – me preguntó con voz sensual muy cerca de mi oído.
-          Oye. – dije separándome.
-          ¿Qué? – preguntó perdido.
-          A mi estas cosas no. – dije riendo mientras negaba.
-          ¿Cómo? – volvió a preguntar.
-          Que…tú. – le señalé. – Yo...-me señalé. Negué con la cabeza y le miré.
-          No entiendo. – dijo carcajeando. Obvio entendía. Se estaba haciendo el tonto.
-          Que... tu y yo…cerca, abrazándome, así…- ¿Qué estaba diciendo?- Que no. – negué y carcajeé esta vez yo nerviosa. El me miraba, riendo también.
-          Sigo sin entender.
-          Coño Justin, que si entiendes. No te hagas el tonto. Que me pones nerviosa. Que me encantas y me pones nerviosa si te tengo cerca. Que no, que luego yo no me controlo y si no me controlo, no me controlo. Y luego hago algo, de lo que igual….luego me arrepiento, y si me arrepiento.  – se acercó riendo mientras yo movía las manos bastante. – Claro si me arrepiento ¿Qué pasa si me arrepiento? ¡Y no! No me puedo arrepentir, porque claro, eres tú, pero es que soy yo, bueno, aquí lo importante… ¡Es que eres tú! Y no, no. – me calló con su dedo anular en mis labios. Esta vez de frente mientras observaba la franja de sus dientes y un brillo dorado en sus ojos.
-          ¿Por qué hablas tanto? – dijo haciendo un gesto con los labios. No pude evitar reír. Otra vez llevó su mano a mi espalda. Peligro.
-          Tú no lo entiendes. – negué.
-          ¿Por qué no debería entenderte? – sentí el borde de la piscina en mi espalda. Estábamos apoyados en el borde. No por favor, sacarme de aquí. Sacarme de aquí antes de que haga lo creo que vamos a hacer y luego me arrepienta. Que después no voy a volver a verlo joder, sacarme.
-          Porque…- dirigí mi mirada a sus labios. Eran tentación. Moría por probarlos. ¡No Kelly no! Volví a mirar sus ojos, me había visto observarle los labios. Genial. – lo siento. – Yo no le vi la gracia a esto último, pero él comenzó a reír.
-          Idiota. – dije empujándole. Di un pequeño saltito y me subí al borde. Luego, comencé a caminar.
-          Me gusta tu ropa. – dijo carcajeando. ¡¡NO!! ¡¡MI ROPA!! Pensé. Corrí rápidamente detrás de un árbol.
-          Ah, bien. –rió mientras estrujaba su chaqueta. ¿Ahora te vas a quedar ahí todo el día?
-          Lo que haga falta. Por dios, ¿Por qué no me recordaste que estábamos mojados? – pregunté avergonzada.
-          Porque saliste echa una fiera. – volvió a carcajear. – Anda, vamos.
-          No.
-          Vamos arriba.
-          Que no.
-          Kelly…
-          Que no. Que no me muevo de aquí hasta que me seque.
-          Pero si te acabo de ver.
-          Me da igual. Me da vergüenza.
-          Venga, vamos.
-          ¡QUE NO, JUSTIN! – grité. Alguien escuchó este nombre y el corrió hacia a mí detrás del árbol. Puso su mano en mi boca, observándome a los ojos. Quizás demasiado juntos. Quizás demasiado. Quizás demasiada presión para mi corazón que esta vez, si anunciaba la llegada de explosión.

Sentía su corazón casi latir contra el mío. Su mirada, observando mis ojos. Su mano izquierda, colocada en el árbol, mientras la otra hacia presión en mi boca. Estaba al borde del colapso.

-          ¡Sh! – susurró nuevamente. La persona que me escuchó parecía que ya se estaba alejando. Sus pasos se escuchaban cada vez más lejos. Me comenzaba a faltar el aire. Sin darse cuenta, estaba haciendo mucha presión sobre mi boca.
-          Jus...-susurré a penas. Él elevó una ceja. Me soltó cuando ya no había nadie. Respiré hondo y lo observé. Luego dirigí mi mirada a mi vestuario. Corrí al árbol de al lado. Él rió.
-          ¿Te vas a quedar ahí todo el rato? – preguntó sin verme.
-          Sí.
-          Está bien, pero no grites.
-          Vale.
-          Kelly, no seas cabezota. Mejor ve a cambiarte que te resfrías.
-          No.
-          Yo también me iré a cambiar.
-          Vale.
-          ¡KELLY! – gritó. Reí muy bajito, él no podía verme, tampoco me escuchó.
-          ¿Qué?
-          Haz lo que quieras. – dijo sentándose en el árbol. Esperándome.
-          ¿Te vas a quedar ahí? – pregunté.
-          Sí.
-          Está bien.

Pasaron unos minutos. Los minutos más largos de mi vida, ninguno hablaba. Yo tenía la blusa empapada y se transparentaba mi ropa interior cosa que no quería. No se me veía más nada, ya que llevaba una falda vaquera. La cabeza no se me había mojado, tan solo las puntas de mi cabello. Solo era eso. La blusa. Pero me daba mucha vergüenza. De repente, Justin comenzó a tararear muy bajito. Mi piel de repente, se erizo. Estaba escuchando a mi ídolo cantar. Y eso era demasiado increíble. Tarareaba my favourite girl. Muy bajito.

-          Esa canción me encanta. – dije sincera detrás del árbol. No me respondió.

Luego comenzó a cantar That should be me, muy bajito también. La sintonía entraba en mi corazón. Su voz era tal cual la soñé siempre. Incluso, mejor.

-          Esa es mi preferida. – volví a sincerarme. Otra vez, no respondió.
-          ¿Me vas a responder? – pregunté.
-          Justin.
-          ¿Te has enfadado? – pregunté esta vez más preocupada. Observé mi blusa, ya casi no se notaba nada. Decidí salir. Me quedé de píe justo al lado de él.
-          ¿Hola? – dije con una ceja elevada. Él miró hacia arriba y sonrió. Luego se levantó muy rápido y quedó de nuevo cerca de mí.
-          Hola. –  dijo con su perfecta sonrisa.
-          ¿Por qué me ignoras? – pregunté.
-          No te ignoro. – negó.
-          Eres terriblemente…- me cortó.
-          Terriblemente sexy.  – bromeó sin ni siquiera reír. Tan sólo me observaba.
-          No era exactamente eso lo que quería decirte. – dije con el ceño fruncido.
-          Yo no he dicho que vaya para mí. – volvió a reír. Mantuvo una pequeña sonrisa, esta vez observando de nuevo mis labios. Fue un segundo. No más. Un segundo. Volvió a mirarme a los ojos. Esta era la segunda vez que lo hacía y yo no sabía por qué.
-          ¿Qué te pasa Justin? – pregunté. Eso le sacó de onda. Pestañeó dos veces y luego me miró a los ojos, esta vez con más fuerza.
-          Nada. ¿Y a ti? – preguntó usando mi mismo tono. Yo elevé la comisura del labio. Luego me di la vuelta y comencé a caminar. Él sabía perfectamente que me gustaba.
-          ¿A dónde vas? – me preguntó desde atrás con un tono elevado.
-          A mi habitación. – dije caminando y dejándole allí. Entré dentro del hotel, por la parte de atrás. Acababa de descubrirlo. ¿Por qué esto no estaba señalizado? Apreté el botón.
-          Espérame. ¿Qué te pasa? – me preguntó corriendo hasta donde yo estaba. Esperando el ascensor.
-          Nada. - dije falsamente. No me gustaba que se acercara tanto, que me mirara de esa forma, que me tocara, que…no. Si me gustaba. Me encantaba. Pero no quería ser otro jueguito más de Justin Bieber. Un amor de verano. No. Porque yo realmente le quiero y luego él se marcharía. Se habría tirado a una chica y yo, me quedaría con ganas de estar con él. El ascensor se abrió y entramos. Pulsé la planta 8.
-          ¿Estás en la planta 8? – preguntó observándome.
-          Sí. –asentí. - ¿Por qué? – le miré con el ceño fruncido.
-          Yo también. – sonrió.
-          Ah. – sonreí. Estaba tardando más de lo normal. Me estaba comenzando a poner nerviosa y el aire me faltaba. No decíamos nada. Todo esto es muy raro. Yo, aquí, de vacaciones, en un hotel, con mi ídolo, hablando y dentro de un ascensor. Donde ahora no hablamos y él me acaba de decir algo.
-          ¡Kelly! – exclamó moviendo mi brazo.
-          ¿Qué? – dije observándole con el ceño fruncido. Salimos del ascensor.
-          Estás extraña. ¿Te pasa algo? – preguntó. En su mirada podía verse algo de  preocupación.
-          No, no. Lo siento. – dije sincera. No sabía porque estaba siendo así.
-          Linda. – cogió mi mano. ¿Linda? Otra vez esos nervios en mi tripa.
-          ¿Qué? – se me escapó una risa nerviosa.
-          ¿He hecho algo que haya molestado?
-          No, ¡Claro que no!
-          Está bien. – sonrió y me abrazó. Otra vez pude oler su perfume. Yo era un poquito más bajita que él, le llegaba por el cuello. Eso me gustaba. De repente besó mi cabello y se apartó.
-          ¿En qué habitación estás? – preguntó.
-          En aquella. – dije señalando la 125-B. Él me miró.
-          Yo estoy en esa. – dijo señalando justo a la de al lado.
-          Con que eras tú. – dije recordando el primer día que llegué.
-          ¿Quién? – preguntó perdido.
-          Nada, nada. – reí.
-          ¿Te voy a ver mañana? – me preguntó. Pensaba que era yo la que tenía que hacer esa pregunta.
-          Eso depende de ti. – reí. – Tú eres el famoso. Él carcajeó.
-          Tengo reservada la piscina de 12:30 a 2:30.  ¿Te vienes conmigo?
-          ¿Te cierran la piscina? – pregunté casi boquiabierta.
-          Yo soy el famoso. – dijo riendo. Su risa era contagiosa.
-          Cierto. – sonreí.
-          ¿Entonces? – dijo haciendo una mueca.
-          Está bien. – reí.
-          ¿Dónde nos vemos? – pregunté.
-          Mmmm…-me miró. En mi habitación.
-          Ah… bien. – reí. El comenzó a reír muy fuerte.
-          Nos vemos mañana entonces. – sonreí.
-          Seguro. – sonrió. Adiós linda. – dijo besando mi mejilla. Muy cerca de la comisura de mis labios. Luego comenzó a caminar, de esa forma tan peculiar que él tiene. Antes de cerrar la puerta, me miró y sonrió para más tarde, cerrar la puerta.

Entré en mi habitación. Mamá ya estaba durmiendo. Me cambié y me acosté. Después de recordar todo lo que había pasado, quedé dormida completamente. Él día siguiente, sería bastante largo.

-          Kelly.
-          Kelly.
-          ¡Kelly! – me estaban zarandeando.
-          ¿Qué? – dije adormilada.
-          Hija, voy a ir a casa de tu tía Macarena.
-          ¿A dónde? – me froté un ojo.
-          A casa de tu tía Macarena. ¿Te quieres venir o prefieres quedarte?
-          Me quedo. – bostecé.
-          Está bien. Volveré en la noche. Es que está mala y sabes que tu tío está en Alemania.
-          ¿Qué tiene? – dije rápidamente.
-          Nada grave, esta mala con gripe. – rió.
-          Ah, está bien. –reí. ¿Qué hora es? – pregunté.
-          Las 12.
-          ¿EN SERIO? – giré sobre mí misma, retirando las sabanas. Me puse en píe y después de unos pequeños saltitos llegué al cuarto de baño.
-          ¿Qué pasa? – me preguntó mamá extrañada con una sonrisa en el rostro.
-          Nada, nada. - reí.

Rápidamente me lavé la cara y me aseé. Fui a mi maleta y me puse un bikini muy bonito, era nuevo, aún no lo había estrenado. Ahora que lo pensaba, me moría de vergüenza. Justin me iba a ver en bikini. Tras ponérmelo solté mi cabello y me puse un pequeño traje de color rosa.

-          Hija, me voy. – dijo mamá observándome.
-          Vale, ten cuidado. – la observé y corrí hacia nuestra habitación.

Me había dejado la noche anterior el móvil allí. Sentí que mamá cerró la puerta. Yo me acerqué a la terraza, quería ver el día. Estaba buenísimo. Ya eran las 12:25. Miré hacia la esquina de mi terraza. Allí comenzaba la terraza de los de al lado. O sea, la de Justin. Salí de mi habitación después de haber hecho cuatro mil doscientos treinta y seis ejercicios de respiración y di unos leves golpes en la de él.

-          ¡Voy! – exclamó desde adentro. Sonreí. Rápidamente abrió la puerta. Tenía el pelo todo alborotado, de punta. Sus ojos estaban aún hinchados. Llevaba una bermuda amarilla y una blusa de tirantas blancas. Esto era el fin del mundo.
-          Buenos días. – reí.
-          Buenos días bonita. -  dio un pequeño bostezo al terminar la frase. Cosa que me hizo sonreír. No estaba segura si sonreí por el ‘bonita’ o por su manera tan graciosa de bostezar.
-          Creo que alguien se despertó hace poquito. – reí.
-          ¿Crees? – elevó una ceja divertida y luego carcajeó.  Acto seguido se acercó a la mesa de su salón y cogió algo que se encontraba allí. Se lo llevó al bolsillo y cerró la puerta de su habitación.  Caminamos hacia el ascensor. Me miró. Yo estaba atenta al ascensor pero en todo momento sabía que me estaba observando. Su mirada sobre mí, comenzaba a ponerme nerviosa. Lo miré. Él sonrió.
-          ¿Qué? – pregunté con un tono sensual pero gracioso.
-          Nada. – rió y entramos dentro del ascensor.

|| Narra Justin ||

Estaba guapísima. Llevaba un pequeño traje de color rosa que le quedaba espectacular. Sus ojos hoy, tenían un brillo especial. Podía quedarme minutos juraría que horas mirándola. Ayer moría por besarla, sus labios, son una de las tentaciones por las cuales me estoy intentando controlar. Me sacó de mis pensamientos.

-          ¡Justin!
-          ¿Qué pasa? – pestañeé unas cuantas veces
-          ¿Te vas a quedar parado ahí?  - dijo riendo ya fuera del ascensor. - Te van a ver.
-          Oh no, claro. – reí y pasamos por recepción. Dimos los buenos días a la chica y caminamos hacia la piscina. Hubo un momento que tuve que esconderme tras de un árbol, ya que habían unas chicas rondando por recepción.
-          Ten cuidado. – dijo ella riendo.
-          Avisa. – dije observándola escondido.
-          Espera.
-          Ya, vamos. – sonrió observándome.

Corrimos hasta la piscina. Allí un señor dio unas órdenes bastante extrañas. Había ‘reservado’ un tramo de la piscina, bastante grande. Y os preguntaréis… ¿Y Ryan? Pues a Ryan no le veo desde la noche anterior. Anoche no vino a dormir a la habitación. Me mandó un mensaje diciendo que estaba con una chica. Típico en él. Kelly, tendió una toalla en una de las hamacas libres y yo coloqué la mía justo al lado. De repente, comenzó a elevar su vestido. Eso hizo que mi interior se revolucionara. Miré al agua y quité mi blusa, tirándola a mi hamaca. Luego quité mis bermudas. Al observarla a ella, ya estaba en traje de baño. Estaba colocándose unos lacitos que salían de los lados de su bikini. Era imposible no mirar su cuerpo. Ryan tenía razón. Estaba muy…

-          ¿Estás muy despistado no?  - dijo cortando mis pensamientos una vez más.

|| Narra Kelly ||

Me quedé en traje de baño, se me había soltado uno de los lazos que agarraban la parte de abajo del bikini. Cuando levanté la mirada vi a Justin observándome algo hipnotizado. Nuestras miradas se conectaron por un momento, un momento en el que sentí un escalofrió, algo especial, algo que nunca había sentido.

-          ¿Estás muy despistado  no? – pregunté. Él hizo un gesto extraño y miró hacia el agua. Observé su cuerpo. No era legal.

Comencé a caminar hacia la barandilla donde comenzaban unos escalones para bajar a la piscina. Justin se tiró de cabeza, haciendo volar miles de gotitas por todas partes. Yo reí. Estaba fría, pero él día se mostraba bastante caluroso y eso ayudaba.

-          ¡Vamos! – dijo riendo mientras se sumergía.
-          ¡Está fría! – me quejé.
-          No, no está fría. – dijo riendo mientras nadaba hacia donde yo estaba
-          Ni se te ocurra mojarme. Yo entro sola. – advertí señalándole con el dedo anular. .
-          ¿Y si no?  - elevó una ceja divertida.
-          ¿Si no, qué? – fruncí el ceño. Se acercó más.
-          ¿Y si me salto las reglas? – dijo con una voz sensual. Mis ojos se abrieron rápidamente. Tragué saliva.
-          Sáltatelas.
-          ¿Segura? – dio un paso hacia adelante. Y sin tiempo a responder colocó su mano en mi cintura y me cargó en su hombro.  Después de unos cuantos pataleos, quejarme y darle unos pequeños puñetazos en su hombro, me metió en la parte honda, hundiéndome.
-          ¡Justin! – exclamé.

|| Narra Justin ||

La llevé hasta la parte honda, esto iba a ser divertido. Me era un poco difícil ya que estaba pataleando y pegándome puñetazos en el hombro.

-          Me vas a hacer un cardenal. – advertí riendo.
-          Me da igual, suéltame.
-          Está bien.

Y la solté. Cuando  salió al exterior, todo su cabello estaba mojado. La luz del sol, hacía que sus ojos brillaran aún más. Sus labios, carnosos, suaves y mojados estaban volviendo a convertirse en una de mis mayores tentaciones. Sí. Me encantaba. Esta chica me encantaba.

-          Estúpido. – dijo lanzándose sobre mí.
-          Me dijiste que te soltara. – dije riendo intentando zafarme de su agarre.
-          ¿Vas a seguir con eso? – exclamó. Se le escapó una pequeña carcajada.
-          Bueno…-me cortó. Hundiéndome. Cuando salí a la superficie la vi sumergida, nadando  lejos de mí. O intentándolo. Porque yo, me iba a encargar de que eso no pasara. Nadé hasta ella, tirando de uno de sus pies. Creo que nos pasamos una hora atrapándonos, soltándonos, atrapándonos y riendo.
-          Ya está, por favor. – dijo ella respirando hondo mientras reía. Se agarró del borde de la piscina. Me acerqué a ella, colocándome justo al lado, descansando también en el borde. Se originó un silencio. Tan solo se escuchaban nuestras respiraciones aceleradas. Me encargué de romperlo. La observé.
-          Cabe decir – respiré – que te he ganado. – volví a coger aire y luego se me escapó una sonrisa. Ella me miró y elevó una ceja.
-          Mentira. Has hecho trampa.  – hizo un gesto con los ojos muy gracioso. Volví a reír.
-          No he hecho trampa. – negué. Volvió a darme en el hombro.
-          Al final, me va a salir un cardenal en serio.  – advertí.
-          Te lo mereces. – rió y se acercó un poco a mí.
-          Oye. – elevé una ceja divertida.
-          ¿Qué? – preguntó.
-          Me debes algo. – dije pícaro.
-          ¿El qué? – elevó una ceja. Yo no te debo nada. – negó.
-          ‘’ Hola, este aparato para mí es muy importante. Tiene un valor familiar demasiado fuerte, por favor, si te lo has encontrado, te rogaría que me lo devolvieras. Llámame al 671970281 si lo has encontrado. Por favor, te doy lo que quieras a cambio.’’ – la imité con voz de chica. Ella carcajeaba sin parar. De repente paró y me miró a los ojos. Sentí como pasaba un escalofrió por mi cuerpo.
-          ¿Qué quieres a cambio Bieber? – susurró. Yo me acerqué a ella, de modo que quedé enfrente. No sabía si esto que iba a hacer ahora, era lo mejor. Por primera vez en mi vida, estaba nervioso.  Nunca me había pasado con las demás chicas. No sabía cómo iba a reaccionar.
-          Linda. – susurré. Llevé una de mis manos a su cintura. Ella rápidamente miró hacia abajo. Volvió a elevar la mirada. Y me sonrió. Llevó su mano a mi cuello, de modo que se enganchó en mí.
-          ¿Qué? – susurró utilizando el mismo tono que había usado yo anteriormente. Pero esta vez, mordiéndose el labio inferior. Una descarga de electricidad y deseo recorrió mi cuerpo.
-          Tu boca, me está llamando Kelly. – susurré.

Me acerqué a ella lentamente.  Me paré en seco a un centímetro de sus labios.  Su corazón iba a mil. Y el mío estaba haciéndole la competencia. Llevé mi mano a su cintura, elevándola hacia su espalda, dando pequeñas caricias. A pesar de estar en el agua, noté como su bello se erizaba. Y ya no aguantaba más. Cerré los ojos. Me rodeó con sus brazos. Y, toqué sus labios.  Comenzábamos a tocar nuestros labios, sin lengua. Toques con nuestros labios.  Sólo eso. Esas cosquillas que no salían de mi estomago, se fueron y luego vinieron más fuerte cuando ella enredó sus piernas alrededor de mi cintura. Eso fue lo que me desató. Elevé un poco su barbilla, y ella abrió su boca, dejando pasar mi lengua. Al parecer estábamos fabricados para esto, nuestras lenguas se movían en compás.

|| Narra Kelly ||

Algo que siempre quise poder probar, era mi deseo de tocar sus labios. Sentía todas esas, emociones, esa alegría, esa adrenalina. Todo estaba pasando, estaba pasando de verdad, todo era mágico y tan esperado. Siempre había querido esto, porque realmente estoy enamorada de él, y sentir sus labios, hace que mi corazón  se sienta de manera inexplicable, hace en mí una felicidad infinita. Tiró de mi labio inferior, yo reí sobre sus labios y él volvió a acariciar mi espalda, para luego bajar a uno de mis muslos. Una alarma saltó dentro de mi cuerpo. No sé cuánto tiempo llevábamos besándonos, sólo sé que había pasado mucho. Esto parecía irreal. Este era uno de mis mayores sueños.

|| Narra Justin ||

Ella rió sobre mis labios y eso me volvió como loco. Nuestro beso se estaba alargando demasiado, los dos necesitábamos oxigeno. Pero ninguno se separaba. Ella fue la que decidió separarse.

-          Mmmm…-lamió sus labios. - ¿Algo que decir? – dijo riendo débilmente.
-          Maldita seas – reí. – eres preciosa.
-          ¿Bromeas? – dijo con una ceja elevada. ¿Me has visto?
-          Te he visto. – me acerqué a su boca y tiré de su labio para luego dejarlo caer lentamente. – Y eres preciosa.
-          No. – dijo ella esta vez besándome. Eso me sorprendió. Se alejó. – No lo soy.
-          Kelly. – susurré contra su oído. Tus pestañas son las pestañas más preciosas del mundo, largas y onduladas. Tus ojos son los ojos más hermosos del mundo, no sabría descifrar su color. Tu boca, es…-se me escapó una pequeña risa. Tu boca es adictiva. Tu pelo es perfecto, tu carácter me encanta y tu cuerpo…- me callé para no cometer un error. - Estás buenísima. – dije sincero. Aunque creo que me sinceré demasiado.
-          Tonto. – dijo nuevamente dándome en el hombro. Yo elevé una ceja.
-          Lo siento. – susurró para luego, volver a hacerse dueña de mis labios.

Solté una pequeña risa, para luego ella volver a besarme. Esta vez, con más ardor. Reí sobre sus labios, y ella sonrió sobre los míos. Di una pequeña vuelta, estando esta vez yo apoyado en la pared. Ella se separó de mí, como medio metro y se hundió en el agua para luego volver a salir. Yo elevé una ceja. Me había dejado con ganas de más.  Al salir a la superficie me observó. Las gotitas caían por su cuerpo y eran como una dosis de adrenalina. Tiré de su mano, quedando esta vez mucho más cerca que antes. Esta vez fue ella la que elevó una ceja.

-          ¿Qué pasa? – preguntó sonriendo.
-          Nada. – me acerqué a ella y le di un pico fugaz.
-          Ah. – sonrió volviendo a enredar sus manos alrededor de mi cuello.
-          Siempre soñé con esto. - dijo sonriendo.
-          ¿Con qué? – pregunté ingenuo.
-          Contigo. – susurró ella antes de presionar sus labios contra los míos para luego dibujar el contorno de mis labios con su lengua. Me sorprendí al sentir como se aceleraba de repente mi cuerpo con ese simple contacto.
-          Deberías estar cansada. – susurré riendo contra sus labios. Ella se alejó un poco con el ceño fruncido.
-          ¿Cansada? – preguntó.  Se veía una franja de su dentadura. Teníamos esa misma cara pícara. Somos adolescentes. El mal pensar,  nos abunda.
-          De correr. – susurré acariciando su espalda.
-          ¿De correr? – preguntó esta vez perdida.
-          En mis sueños. – reí.
-          ¿Te estás quedando conmigo? – preguntó ésta vez riendo mientras volvía a enredar sus pies en mi cadera.
-          Estas dos últimas noches, me las he pasado soñando contigo. – dije sincero.
-          Yo me he pasado estos dos últimos  años, soñando contigo. – dijo estallando en carcajadas. No pude evitar contagiarme.

De repente se soltó de mí agarre y volvió a sumergirse esta vez, nadando lejos. Me sumergí también,  intentando atraparla, pudimos pasar otro rato así. Riendo. Llevábamos un rato lanzándonos agua el uno al otro. El tiempo estaba parado.

-          ¡Ya! ¡Para! – dijo cerrando los ojos mientras reía.

Tenía las manos hacia adelante, impidiendo que llegara el agua hasta sus ojos.  No pude evitar reír. La cogí por la cintura, atrayéndola hacía mí. Hice su cabello hacia a un lado y puse una de mis manos en su mejilla.

-          Esto es bastante extraño. – dijo ella riendo.
-          ¿El qué? – sonreí.
-          Esto. Todo. –  pasó su mano por mis ojos, quitando una gota que comenzaba a caer desde mi frente. Yo sonreí y rompí la distancia para volver a besar sus labios.  Los labios de Kelly eran más apetecibles de lo que pude llegar a imaginar. Eran mejores de lo que me imaginé en meses. Eran como los pétalos de color rosa, su sabor era muy rico y tierno. La había besado hacía tan solo 10 minutos y ya necesitaba hacerlo de nuevo. Era algo que me pedía mi cuerpo, mi cabeza y lo que más me asustaba; mi corazón.  Besé lentamente su labio inferior, para luego abandonarlo y llevar mi boca a su cuello. Besé cada una de las gotas que bajaban desde su cabello. El calor se comenzaba a notar.

-          Hey, para. – dijo ella riendo mientras me alejaba de su cuello.
-          ¿Qué gel utilizas? – pregunté curioso.
-          ¿Qué? – preguntó esta vez ella riendo pero a la vez, extrañada.
-          Sabes a frutas. – dije sincero mientras reía y volvía a besar su cuello.
-          No hagas eso. – volvió a repetir. – En serio, no hagas eso. – soltó una pequeña risotada al terminar la frase.
-          ¿Por qué? – susurré contra su oído. Se hizo hacia atrás, dejándome en el aire con una sonrisa algo extraña. Puso su débil mano en mis mejillas y se acercó a mí, tirando lentamente de mi labio para luego soltarlo, sin más.
-          Justin, no me tientes. – se le escapó una risa sensual, que hizo que todo mi interior se revolucionara de repente. Más adrenalina por todas partes. Por todas.

Y justo cuando me comenzó a besar de una forma más picante, un señor nos interrumpió. Mi hora y media de piscina había terminado. Kelly estaba algo avergonzada, ya que nos vio besándonos y se puso muy colorada, cosa que me hizo mucha gracia. Era muy tierna. Subió los escalones lentamente para salir de la piscina. Por favor, que se quitará Beyoncé de el medio. La seguí hasta llegar a nuestras hamacas. Ella se tiró en la suya y cerró los ojos. Nuevamente observé cada detalle de su cuerpo. ¡Por Dios Justin! ¿¡Qué te pasa!? Pestañeé unas cuantas veces. Era hermosa. Joder, era demasiado hermosa.  Abrió los ojos y me observó.

-          ¿Qué tienes? – dijo riendo.
-          No…nada. – reí algo tímido.
-          ¿Por qué te has puesto rojo? – dijo carcajeando.
-          Por nada Kel.  – reí rascándome la barbilla. Siempre suelo hacerlo cuando estoy nervioso.
-          ¿Cómo me has llamado? – en su rostro se formó una sonrisa preciosa.
-          ¿Kel? – reí. Ella se puso en píe y se sentó al lado mío. Al lado de mi hamaca.
-          Repítelo. -  susurró sonriendo.
-          Kel. - repetí.
-          Otra vez. – susurró.
-          Kel. – dije tirando de su mano. Se sentó encima de mi regazo.
-          Me encanta.  – susurró a casi 1 cm de mis labios mientras acariciaba mi cabello. Esto era como la gloría, pero más rustico.
-          Me encantas. – susurré esta vez yo. Era lo que sentía. Y es que me encantaba. Esto comenzaba a asustarme. Soy Justin Bieber. Estas vacaciones cobrarían su fin. Y eso me atemorizaba. Comenzaba a sentir ese sentimiento extraño que asustaba. Algo extraño por una persona que conozco hace 4 días. Y lo peor no era eso. Lo peor era que esa ‘cosa extraña’ hacia que mi corazón, palpitara como hacía tiempo no lo había hecho.
-          Creo que tenemos que irnos. – dijo sonriendo mientras besaba la comisura de mis labios. Se puso en píe y me tendió su mano, para levantarme. Así lo hice. Cogimos nuestras toallas y fuimos hasta nuestras habitaciones. Como antes. Sólo que con una diferencia. Esta vez, estábamos cogidos de la mano.

Pii, pi, pi, pi,pip.

-          ¿Me voy a preparar vale? – dijo sonriendo. Estábamos en la puerta de su habitación.
-          ¿Vas a tardar mucho? – pregunté. La tenía acorralada casi contra la pared.
-          No lo sé. – rió. – Me voy a duchar. Y....mm, -observó mis labios- y a vestirme, - sonrió. – Luego llamaré a mamá he iré almorzar. –finalizó la frase tocando mis labios con su dedo índice.
-          Me encanta la idea. – reí. – Sobretodo lo de almorzar. ¡Tengo un hambre!
-          ¿Pues ve a prepararte tú también y vamos a comer juntos vale? – sonrió.
-          Vale.  – asentí. – Me siento un privilegiado. – bromeé.
-          En realidad deberías. Eres el primer famoso que me besa. – dijo ella siguiendo mi broma. Yo elevé una ceja.
-          Y el último. – dije con la ceja aún elevada.
-          Bueno…-volvió a engancharse en mi cuello. – ¿Ryan se puede considerar famoso? Porque tampoco está nada mal.  – dijo negando.  Fruncí el ceño. Me habían recorrido celos por el cuerpo. ¡STOP! ¿CELOS YA? ¡NO!
-          No te pongas celoso. – dijo riendo. – Te conozco.  – Al terminar la frase volvió otra vez a besarme. Esto ya estaba pasando a segunda fase. Se separó por falta de oxígeno.
-          Que miedo. Olvidaba que eras Belieber. – dije haciendo un gesto extraño con la boca. Ella rió.
-          ¿No decías que no te importaba salir con una fan? Que sería una experiencia bonita y bla bla bla…
-          Era cierto.
-          Pues no te quejes. – me dio un beso fugaz.
-          No lo he hecho. – reí.
-          Hasta ahora anda. – dijo retirando mis manos de su cintura y pasando la tarjeta por la cerradura. Se abrió la puerta y entró. Me había quedado como un completo embobado.
-          Adiós linda. – reí. Llámame.
-          Está bien. – dijo sonriendo. – Adiós lindo. Me guiñó un ojo y luego, cerró la puerta.

________________________Continúa____________________

|| Narra Kelly ||

No os voy a decir cómo me siento ahora mismo. Porque básicamente, esta situación no puede describirse.  Es como, esa cosa que siempre soñaste, que siempre tuviste esperanza para conseguir y de repente, sin pensarlo,  sucede. Quería contarles todo a mis amigas,  pero no debía. O bueno…no sabía.  Me tiré en la cama y llamé a mamá. Tía Macarena estaba aún con fiebre, había cogido una buena. Así que vendría por la noche. Dejé el teléfono encima de la mesa de madera y entré en el cuarto de baño. Abrí el chorro y dejé que el agua cayera sobre mí. Justin estaba dando un concierto privado en su cuarto de baño mientras se duchaba. Lo escuchaba. Confieso que hubo un momento que me quedé escuchándolo, como tonta. Después de la ducha escaza, me preparé para bajar a almorzar. Tenía un hambre increíble.  Cogí mi teléfono móvil y cerré la puerta de mi habitación.
Di tres toques en la puerta de Justin.  Salió alguien inesperado.

-          Hola.  – dijo Ryan con una sonrisa algo extraña.
-          Hola. – reí.
-          Pasa. – dijo dándome espacio para que entrara en la habitación. Entré.
-          ¿Qué tal? – me preguntó.
-          Muy bien. – se me escapó una sonrisa algo nerviosa. El rió también. - ¿Y tú?
-          Ah genial. – carcajeó. – Justin está disfrazándose. – reímos.
-          Siéntate si quieres. – señaló el sillón.
-          Gracias. – sonreí observándole.

Comenzamos a hablar, Ryan era muy simpático. Decía muchos chistes. Algunos algo malos la verdad. Pero otros realmente buenos.

-          Heey. – salió Justin de la habitación.
-          Hola. – reí observándolo.
-          Es mía. – dijo señalándome mientras miraba a Ryan con cara de pocos amigos. Ryan echó las manos al aire y se fue riendo al baño.
-          ¿Tuya? – elevé una ceja mientras me ponía en píe y me acercaba a él.
-          Sí, mía. – asintió seguro llevando sus manos a mi cintura.
-          ¿Y por qué debo ser tuya? – elevé una ceja dando unas vueltitas a una chapa que llevaba de colgante con sus iniciales.
-          Pues, porque tienes cara de ser mía. – dijo riendo. Solté una carcajada
-          ¿Tengo cara de ser tuya? – le observé con el ceño fruncido.
-          Sí. – dijo lamiéndose los labios.
-          ¿Y por qué no habías aparecido antes? – pregunté haciendo un puchero.
-          Te acabas de parecer a mi hermanita. – estaba sonriendo. Tocó con su pulgar la comisura de mis labios.
-          Me encantaría verla.
-          Es preciosa. – asintió orgulloso. Yo sonreí y me puse de puntillas enganchándome en su cuello. Le di pequeños piquitos seguidos mientras reíamos. Él me decía que le besara bien, pero me estaba divirtiendo torturarle un poco. En uno de ellos Justin, me mordió.
-          ¡Ay! – dije llevando mi mano a mi boca. - ¡Bruto!
-          ¿Te hice daño? – dijo riendo.
-          No hombre no. Si me encanta. – dije irónica haciendo una regañiza.
-          Eso solo se puede cuidar de una forma. – dijo pícaro.
-          Olvídate. – se zafé de su agarre y fui hacia la puerta.
-          ¿Ya puedo salir? – preguntó Ryan desde el baño.

Yo comencé a carcajear muy fuerte. Justin también reía, pero no tanto como yo. Me había hecho realmente mucha gracia. Ryan salió y se quedó observándonos con una sonrisa en el rostro también. Justin cogió su tarjeta y antes de salir le dio un puñetazo en el estómago. Luego comenzaron a reir.

-          No deberías hacer eso, un día le vas a hacer daño. – espeté yo.
-          No pasa nada Kel, estamos acostumbrados. – dijo pasando su mano por mi cintura mientras nos dirigíamos al ascensor.

Una vez dentro, bajamos al buffet. Comimos lo de siempre: Pizza. Y os preguntaréis ¿No hay más nada de comer en ese Hotel? Pues sí. Realmente hay una gran variedad de comida.  Pero, siempre cogemos nuestra comida favorita. Nos sentamos en una de las mesas redondas y blancas.

-          Que rico. – dije casi en un susurro cogiendo un pedazo.
-          La tuya tiene buena pinta. – susurró esta vez sonriendo.
-          ¿Quieres? – lo observé señalando mi pizza.
-          No, no, gracias. – rió.
-          Anda, pero si te mueres por probarla. – dije haciéndome hacia adelante. Comió un pedazo.
-          ¿Te gusta? – pregunté riendo. Se había manchado casi toda la boca del kétchup.
-          S.s.s.í. – afirmó masticando. Yo reí y comí esta vez yo. El comenzó a comer también. Me estaba comenzando a intimidar. No me gusta que me observen cuando como, es algo que me pasa desde pequeña. Nunca he sabido controlarlo. Pero es que él me observaba como devorándome con la mirada y eso comenzaba a asustarme. No asustarme, en realidad esa no es la palabra exacta. Me estaba…intimidando.
-          ¿Por qué me miras así? – dije rompiendo el silencio. Él se sobresalto.
-          ¿Cómo? – sonrió.
-          No sé, como si…- reí. – Nada. – negué. – volví a llevar otro pedazo de pizza a mi boca.
-          Kelly…- susurró.
-          ¿Hm? – interpreté un sí, sin sonido.
-          Me gustas mucho. – dijo observándome fijamente a los ojos.
¿Recordáis los fuegos artificiales? Sí, esos que salían sin aviso. Los que te sorprendían de manera inesperada. Los que hacían que todo tu interior entrara en colapso y se llenara de felicidad por cada rincón.  ¿Los recuerdas? Los que eran de millones de colores. Claros, oscuros. Todos juntos. Como el arcoíris.  Esos que hacen que chirríen nuestros oídos y cerremos los ojos una decima de segundo para luego ¡¡BOOM!! Estallar sin previo aviso. ‘Kelly, me gustas mucho’ ¡BOM!  Otro fuego artificial.
-          Joder. – dije sin palabras.
-          ¿Qué? – rió.
-          Que…- respiré hondo. – ¿Yo te quiero  sabes? – dije por fin.
-          ¿Sabes? – susurró imitándome. Colocando su mano encima de la mía. Encima del mantel. Asentí.
-          Te estás ganando un papel muy importante en mi corazón.

Bip, biip, bip, bip, biip.

-          Perdone. – dijo un señor dirigiéndose a Justin. Rompiendo nuestro ‘momento’

|| Narra Justin ||
Maldije por lo bajo.
-          ¿Sí? – respondí amable.
-          ¿Es usted Justin Bieber? – preguntó aquel señor de pelo blanco.
-          Sí. – dije en un susurró. – Pero por favor, no diga que estoy aquí.
-          No. No soy ni paparazzi ni psicópata. – rió. – Sólo quería tomarte una foto. Mi nieta te adora.
-          Ohh. –  dije haciendo mi particular ‘Ohh’.  – Claro. – asentí.
El señor sacó su teléfono móvil y ¡FLASH! sacó la foto.
-          Muchas gracias y buen provecho. – dijo sonriendo mientras se alejaba.
-          Aw, que lindo. – dije con ternura.
-          Sí. – asintió el sonriendo.
-          ¿Terminaste? – pregunté.
-          Sí. – volvió a asentir.
-          ¿Nos vamos?
-          Sí. – repitió.
-          Deja de hacer eso. – reí poniéndome en píe.
-          ¿El qué? – preguntó frunciendo el seño.
-          ‘Sí, sí, sí’ – le imité.
-          Oh. – carcajeó. – No me había dado cuenta. – rió.
-          Anda vamos. – dije tirando de su mano.
-          ¿A dónde vamos? – preguntó abrazándome por detrás.
-          No sé. –reí.
-          ¿Vamos arriba? – preguntó.
-          ¿A dónde? – reí. Me estaba haciendo cosquillas en el oído cuando respiraba.
-          A la habitación. – rió.
-          ¿A la habitación? – elevé una ceja divertida. Él carcajeó.
-          Linda, soy Bieber. ¿No querrás correr verdad?
-          Bieber no sé, idiota sí. – dije empujándole mientras subía al ascensor. El entró.
-          ¿Te has dado cuenta que nos pasamos la vida subiendo y bajando en ascensor? – rió apoyándome en una de las paredes de este.
-          Justin…-reí. El ascensor se abrió y salí rápidamente. Últimamente, como que hace mucho calor ¿No?

Fuimos hasta la habitación. Entramos dentro y él cerró la puerta. Nos sentamos en el sillón, el cogió su ordenador. Me apoyé en su hombro mientras él abría su Twitter. Era raro. Yo normalmente le enviaba cosas por ahí, con la esperanza de que me leyera. Era totalmente extraño. Ahora me encontraba apoyada en su hombro mientras él seguía, contestaba y enviaba cosas a otras personas que tras del ordenador tenían la esperanza de que algún día, él les dedicara un segundito de su tiempo, diciéndole un simple: Hola. O básicamente, dándole a un botón de seguir.

-          Qué lío. – susurré. – No pensaba que recibieras tantas cosas. Él simplemente sonrió contestando un mensaje de una de sus Beliebers. @Biebsmagicdream.
-          Me gusta su fondo. – dijo riendo. Y su biografía. – sonrió. – Oye…-me observó.
-          ¿Qué?  - reí.
-          ¿Tú tienes que tener Twitter verdad?
-          Si, si tengo.  – reí.
-          ¿Cómo es? – preguntó.
-          No, ni de broma. Qué vergüenza.  – reí negando.
-          Venga, dímelo anda. – dijo con una sonrisa traviesa.
-          ¿No te vas a reír?
-          ¿Por qué iba a reírme?  - sonrió. – Dímelo.
-          @BieeberWoorld. – dije riendo mientras me tapaba con uno de los cojines.
-          ¿Bieeber Woorld? – rió mientras colocaba el portátil encima de la mesa.
-          Sí. No te rías. – dije apuntándole con el dedo.
-          No, no me río. –  Sonrió. Quería reír. Estaba segura.
-          Te estás comenzando a reír. – dije riendo esta vez yo. Se le escapó una pequeña carcajada. Yo tenía mis pies encima de sus muslos y en un impulso, me tumbó hacia atrás.
-          No me estoy riendo. – dijo con una sonrisa pícara y traviesa mientras se tumbaba casi encima de mí.
-          Justin. Alarmas. – dije indirectamente.
-          Lo sé. – rió.
-          Eres lo peor. – espeté. Tenía muchísimas cosquillas. El no dijo nada. Comenzó a dar pequeños bocados en mi cuello.  Cerré los ojos.
-          ¿Qué haces? – dije casi en un susurro.
-          Marcando  mi territorio. – susurró él divertido.
-          ¿Y a caso soy yo un territorio?
-          Sí, mi territorio.
-          En tus sueños Bieber.
-          Y en los tuyos también hermosa. – dijo besando la comisura de mis labios. Yo le miré con recelo.

|| Narra Justin ||

-          Me gusta mucho tu perfume... te hace tan irresistible. – dijo pasando su mano por mi espalda. Tragué sonoramente ante el escalofrío que recorrió mi espalda.
-          ¿Sí?  - dije en un hilo de voz.
Me miró fijamente a los ojos para luego sonreír divertida.  Y de repente, hizo algo que yo no esperaba que hiciera.  Sus labios se apoyaron despacio sobre los míos, se abrieron con cuidado tomándolos como si fueran los labios de una muñequita de porcelana.  Comencé a responder a su boca. Sus manos subieron, bajaron y volvieron a subir por mi cuello, a mi nuca y me acercó mucho más a ella. Sus dedos acariciaron mis cabellos. Su boca se movía sensual sobre la mía, llegando a excitarme. Y cuando su lengua acarició con ansias la mía, creí que podía llegar a volverme loco.  Elevé lentamente su pequeña blusita, acariciando su ombligo. Se estremeció sobre mi boca ante este contacto, luego…se alejó despacio. Abrí mis ojos para mirarla. Ella sonrió. Sus labios estaban rojos y se me escapó una ligera carcajada.
-          ¿Y esto? – susurré llevando un mechón de su pelo tras de su oreja. Lamí mis labios.
-          Eso…-se acercó a mí. Rompiendo la distancia de nuevo y dándome un fugaz beso.- Eso por ser tan irresistible.

Sí, me estaba comenzando a volver completamente loco. El ruido de la cerradura hizo que observáramos la puerta. Todo aquel que entrara en este preciso momento podía imaginarse ‘lo peor’ por nuestra posición.
-          Huy. – se quejó Ryan incomodo. - No se preocupen, me entraron ganas de ir de nuevo al baño. – dijo irónico mientras cerraba la puerta y se encerraba en el baño una vez más.

|| Narra Kelly ||

Yo y Justin comenzamos a reír demasiado fuerte. Ryan era un caso aparte.

-          Levanta anda. – reí, dándole un pequeño piquito para ponerme en píe.
-          Sale idiota.  –dijo él porreando la puerta.
-          ¿Ya? Que rápido…-dijo Ryan en un tono irónico mientras salía del baño. Dio una pequeña vuelta alrededor de Justin dándole un pequeño toque en el abdomen y luego se tiró en el sillón donde estábamos anteriormente.
-          ¿Y ustedes… que son? – preguntó divertido.
Yo observé a Justin y Justin me observó a mí. Aún no me había hecho ni yo misma esa pregunta.

-          ¿Últimamente andas muy divertido no? – dijo Justin acercándose a él.
-          Siempre lo he sonido cariño. – contestó imitando a una chica. Se me escapó una pequeña carcajada y Justin me observó.
-          Vamos, ve a darte besitos y déjame descansar un poco. Anoche tuve muuucho trabajo. – dijo Ryan nuevamente carcajeando.
-          Eres realmente asqueroso. – dijo Justin riendo mientras cogía su chaqueta de la mesa de madera.
-          Cuidado con lo que dices Bieber, que te quedas sin cena. – advirtió Ryan carcajeando. Yo no paraba de reír. Era imposible.
-          No entiendo cómo puedes ser mi mejor amigo. – dijo acercándose a mí mientras tiraba de mi mano para salir de la habitación.
-          Es muy gracioso. – reí.
-          A veces es muy cargante. – contestó.
-          ¿A dónde vamos? – pregunté.
-          ¿Qué tal el parque? – preguntó.
-          Me encanta. – sonreí recordando aquella tarde con él en el parque.

Al llegar nos sentamos en el mismo sitio que la otra vez. Debajo de aquel arbolito que hacia caer hojitas de vez en cuando encima de nosotros.

|| Narra Justin ||

-          ¿Recuerdas cuando vinimos? – pregunté. Estaba sentada justo a mí lado.
-          Claro que me acuerdo. Fue hace muy poco.
-          Estaba comiendo golosinas. – recordé sonriendo.
-          Si es cierto. Eres un goloso. – le observé.
-          Recuerdo que me contuve para no besarte. – dije colocando un pechón de pelo tras de su oreja. Ella me sonrió.
-          ¿Querías besarme? – Me miró fijamente a los ojos y me hizo sentir en el aire.
-          De hecho no sé como hice para no hacerlo.
-          Ahora puedes hacerlo.

Sonreí divertido y capturé sus labios en un tierno beso. Sus labios se movieron suaves sobre los míos. Se alejo despacio y me miró.

-          Justin…-noté como se tensaba.
-          ¿Hm?
-          ¿Qué pasará con nosotros cuando… - observó el suelo. Iba a ser esa pregunta. – cuando esto termine? Es decir…para ti quizás esto es un rollo de verano. Pero tú significas mucho para mí. Yo no creo que pueda seguir siendo tu fan. No sé si me entiendes.
Las palabras se juntaron en mi garganta.
-          Ven. – dije estrechándola contra mi cuerpo. Ella se acomodó en mi estómago mientras yo acariciaba su cabello. – Sé que esto es muy extraño. Sólo nos conocemos de unos 4 días. Pero es que a mí esto nunca me había pasado. – Ella suspiró – yo nunca me he sentido así con una persona en tan poco tiempo. Tan a gusto y…- suspiré esta vez yo. – Kelly.  Cuando esto termine, no perderemos el contacto, tú tienes mi teléfono, hablaremos si quieres todos los días.
-          Pero ese es mi problema Justin. – volvió a sentarse. - ¿Y si no aguanto a no verte nunca más?
-          Eso no es cierto, vamos a volver a vernos. – dije mientras una pequeña sonrisa se curvaba en mis labios.
-          ¿Estás seguro de eso? – preguntó con algo de preocupación.
-          Muy seguro. – asentí. En realidad no lo estaba. Pronto tendría que volver a ocupar mi trabajo de ‘Justin Bieber’. Me encantaba. Pero a veces era…duro.
-          No suenas muy convencido. – dijo haciendo una mueca.
-          ¿Cuándo te vas? – pregunté.
-          Creo que en dos días. – Suspiré. - ¿Y tú?
-          Sí, yo creo que también me voy en dos días. No lo recuerdo.

Sus ojos se aguaron e hizo fuerza con su mandíbula para no soltar ninguna lágrima.  Yo no aguantaba ver a una persona así. Y menos por mi culpa. Porque al fin y al cabo….sí, esto era culpa mía.

-          No, no es tu culpa.
-          ¿Cómo sabías que estaba pensando en eso? – dije casi boquiabierto. Era increíble como supo que estaba pensando exactamente en eso.
-          No es increíble, te conozco. – dijo volviendo a sorprenderme. Se le escapó una pequeña risa casi insonora.
-          Pero…-  me cortó.
-          Ya cállate. – Sus pequeños brazos se levantaron y me apretaron más contra ella.
-          ¿Qué pasa? – reí.
-          Que eres lo mejor que se pudo haber cruzado en mi camino.
-          Que cursi.
-          Que idiota.
-          Bromeaba. – dije tomando su mejilla.  - Me encantó. – mojé mis labios.
-          Creo que tengo una dura obsesión con tus labios. – dijo mordiendo su labio inferior.
-          Yo creo que tengo una dura obsesión con lo que acabas de hacer.  – dije un poco atontado.
-          Bésame. – me pidió.
-          ¿Y si no quiero? – bromeé.
-          Lo iba a hacer yo de todas formas.

Su boca se abrió despacio para mí. No sé cuánto tiempo estuvimos así, besándonos suavemente y recorriendo cada centímetro de nuestras bocas. Lentamente fui recostándola en el césped, esto era una locura. Estábamos haciendo exhibicionismo.


________________________Continúa______________________

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1 comentarios

  1. LOLOLOLOLOLOLOLOLOLOLOLO! OH MY FUCCCK GOSH!! its so really? hahahhaa siguela, siguela, siguela!

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