15:57
Abro el blog, hago clic en "nueva entrada", hoja en blanco, y me quedo mirando a la pantalla. Y no, no es una de esas veces que quieres escribir algo, pero no sabes qué. Qué va, es de esas veces que quieres escribir porque tienes un millón y medio de sentimientos juntos y necesitas soltarlos o te terminarán asfixiando de golpe. Pero claro, no sabes por dónde empezar, ni cómo. Y luego está la otra parte de la cabeza en la que te sientes patética pensando en todo cuando me la tendría que pelar ese todo, pero no, (no eres de esas). Y nada, al final termino pegándome cabezazos a mí misma mentalmente. La cuestión es que sé que la vida sigue. Le doy un sorbo a mi café. Primer sorbo. Nada en claro. Seguramente esta sea una entrada de amor sin amor, pero yo qué sé, ha muerto García Márquez y no sé si me pesa más la soledad o ésto que siento ahora. Segundo sorbo. Vuelve el nudo en el estómago y la pierna inquieta. Joder con el puto amor. De no tener ninguna sensación de hueco, a sentir el vacío más grande. Pero, culpa mía. Lo mismo de siempre. Esto es como cuando sí, pero no.
Pero al revés. Y viceversa.
Esta iba a ser una entrada larga, con mucho texto, con muchas cosas que decir, de esas que te desahogas y cuando terminas de escribir dices, "los cojones, me he pasado". Pero no. Creo que van a ver cosas que me voy a tener que guardar, mi sistema de autodefensa, el que tanto temía. Que todo aquello nos venía grande: aquellos sentimientos, aquel océano. Mira, ni quedarnos, ni toda, y por supuesto no sé si vida, pero oye: lo intenté.
Gracias por tanto.
Y, si preguntan por mí, diles que te quise como si cada día supiera que al siguiente te iba a perder.
Unos veinte segundos de más. Y decides beberte de un trago el último sorbo, que contiene tanto miedo.
2 comentarios
Me siento totalmente identificada. Me ha encantado <3
ResponderEliminarEntiendo entonces que tú también tienes el sabor amargo (y esta vez no es del café).
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