• Desafío al corazón. Capítulo {78}

14:39

La pequeña me coge de la mano pero me doy cuenta de que Jaxon no camina muy bien. Me acerco y le cojo en brazos. Él juega con mi cabello y Jazzy me dirige escaleras arriba hacia su habitación. Con cuidado abre el pomo de su puerta y…vaya. Es la habitación que cualquier niña de su edad desearía tener. Todo es de un color rosa claro con tonalidades más fuertes y de un madera roble hermoso. Miles de princesas se divisan encima de los muebles. Una enorme carroza de caballos blancos encima de una pequeña estantería. Todo es hermoso. Ella corre hacia su cama y me da una pequeña varita.
-Mira, este es mi juguete favorito. – me dice mientras la agita como si de repente, peter pan fuera a salir de ella misma.
-Es preciosa. – le digo sonriente.
-Te la presto. – me dice entregándomela.
-Oh. – digo con ternura. – Que linda eres.
Y luego le doy un pequeño besito en la mejilla. Ella sonríe y Jaxon se me escapa de las manos. Camina demasiado lento y se tropieza con casi todo. Camina agarrado de mis manos. No quiero que le pase nada. Mucho menos en mi primer día de trabajo. La pequeña Jazzy me enseña la habitación de Jaxon, el cuarto de baño y…
-___, mira, esta es la habitación de mi hermanito. – dice tirándome de la mano.
-¿Qué edad tiene? – pregunto con curiosidad.
-Dieciocho. – suspiro con desgana y ella abre la puerta.
Mi corazón se encoje. Dos guitarras colgadas sobre la pared. Y podréis llamarme idiota, pero en esta habitación capto un olor que me hace sentir débil. Venga no tengas miedo. No puede ser el mismo. Cierro la puerta de la habitación del hermano de los niños. De repente me entra curiosidad. ¿Cómo será? Agito mi cabeza.
-___, tengo hambre. – me dice la pequeña frotándose la barriga.
-¿Sí? Vamos a la cocina.
Con Jaxon en brazos y con Jazzy de mi mano, bajo las escaleras hasta llegar a la cocina. Leo una pequeña nota que me han dejado.
“Ten cuidado con Jaxon, no sabe caminar muy bien. La comida la tienes encima de la barra de la cocina. Ten cuidado con los niños por favor.”
Vaya. Es un ser de pocas palabras. Que amable. La hago una bolita y la tiro a la papelera. Jazzy me dice que esa nota la escribió su hermano. Así que me doy cuenta que su hermano es un tipo de palabras claras. Además de utilizar mi perfume de chico favorito. Era el que utilizaba Justin. Mierda. Otra vez. Pongo a Jaxon en su trona de comer y Jazzy se sienta en una silla de princesas que tiene. Ella es más experta en esto. Mientras yo ayudo a Jaxon con su comida, mientras le digo algunas cosas sin sentido que le hacen sonreír. Después de comer, el niño se duerme en mis brazos y le dejo dormir sobre el sillón en lo que yo pinto con Jazzy en el suelo. Esto es bonito. Yo siempre quise tener unos hermanos.
-___ ¿y tú tienes novio? – me pregunta Jazzy sonriendo. Y entonces sucede ese momento en el que no sabes que mierda responder. ¿Justin y yo somos algo? No.
-No, no tengo novio.
-Ah. – suspira.
-¿Qué te pasa? – pregunto llevando un mechón de su cabello tras de su oreja.
-Mi hermanito me contó que tenía una novia que se llamaba como tú. Además te pareces mucho a la chica que aparece en todas sus fotos.
-Jazzy, ¿Cómo se llama tu hermano?
-Justin.
-¿Justin? ¿Justin que más?
-Justin Drew Bieber.
-No. Esto es imposible.
Me pongo en pie. Esto es imposible. No. No puede ser. No puede ser Justin. ¿Estoy trabajando en la casa de Justin? ¿Justin es mi vecino? ¿Desde cuándo? ¿Por qué? No, otra vez estoy soñando. Ya esto me ha pasado varias veces. Vamos ___, despierta ya. Despierta. Siento el crujir de una puerta. Alguien va a entrar.
-¡Ya estoy en casa!
Y entonces mi corazón se para, pero esta vez de verdad. Es su voz. Me giro y justamente él entra en el salón. Me mira. Lo miro. Ahora él está ahí de pie. Con los ojos perdidos mirándome. Yo lo observo de la misma forma. Sin decir nada. En silencio. No sé qué decir. Esto es demasiado...extraño. Abre la boca para decir algo. Pero yo me doy media vuelta y le doy un beso en la frente a Jazzy.
-Hasta el Lunes preciosa.
-Adiós ___, gracias por cuidarnos. Eres la mejor niñera. – yo suelto una pequeña sonrisa algo forzada. La situación me está matando.
-Gracias hermosa.
Me giro y camino sin mirarlo hasta la cocina que está justo al lado, cojo mis cosas y salgo de esta. Justin me persigue con la mirada. No soporto esta situación. Así que la estúpida morena que se está tirando también será mi vecina. Bien. Siento su brazo en mi hombro.
-Espera, tenemos que hablar. - Y lo dijo con esa prepotencia con esa furia y ese placer entremezclados, con sinceridad, lujuria y dulzura, con una sonrisa delirante y una mirada de esas que se te meten tan dentro como el frío de invierno.
-No tenemos nada que hablar.
Me agacho y recojo un pequeño juguete de los niños. Lo dejo dentro de la cesta de juguetes de Jazzy y camino rápida hasta las escaleras. Subo rápidamente. Siento como él me persigue en todo momento. Quiero llorar. Entro en el cuarto de Jaxon y dejo la cesta ahí. Me giro. Casi me doy contra él. La tan corta distancia me hace estremecerme. Lo esquivo.
-___ ¿Qué haces aquí? – me dice con voz ronca.
-No lo sé. Si supiera que tú ibas a estar aquí te juro que no me habría ni acercado a esta casa. – respondo bajando las escaleras con velocidad.
-¿Desde cuándo vives tan cerca?
-No te interesa. – me acerco rápido hasta Jaxon y le pongo una pequeña manta por encima mientras duerme. Jazzy también se ha quedado dormida.
-Deja de comportarte como una niñata.
Me giro y lo miro directamente a los ojos. Siento como él me mira de la misma forma y noto como me está traspasando hasta el alma. Aprieto mi puño. En este momento no se valen las lágrimas. Muéstrate fuerte ___, por favor. Dejo de mirarle y camino decidida, chocándole el hombro, llegando hasta la puerta. He terminado mi primer día de trabajo. Salgo a la calle y ya estoy medio metro lejos de allí.
-¿A dónde mierda piensas que vas? – me grita siguiéndome.
-Justin, olvídame. – grito con fuerza.
-Estás cegada. Hazme caso de una puta vez.
-No quiero saber nada. Vete con tu zor…-me quedé callada. – Corre, vete a divertirte. A mi ya no me haces falta. Ve, siempre lo haz sabido hacer bien. Acuéstate con ella, follatela, dile que la quieres, que la amas y que siempre vas a estar a su lado. ¡Corre!
-¿¡Y tú!? ¿Y tú qué me dices de el gilipollas ese? ¿Qué? ¿Ya te lo follaste también? Claro, ¡ya se te olvidó que fui yo quien te lo enseñó todo!
-Cabronazo, eso es lo que eres. ¡Un maldito cabronazo!
Entonces me gira con fuerza y se queda demasiado cerca de mis labios. Un
segundo. Dos. Tres. Su respiración choca casi conmigo y me deja casi sin aliento. No sabéis cuando daría por decirle que me muero por volver aprobar sus labios, por decirle que quiero que las cosas vuelvan a hacer como antes. Cierro los ojos y le alejo.
-No se te ocurra a hacer eso de nuevo Justin. Conmigo no juega nadie. Ya bastante hija de puta se me puso la vida como para que ahora venga un gilipollas como tú y quiera rompérmela por completo.
Me quedo observándole un segundo a los ojos. Su mirada es fuerte, directa y cristalina. La fuerza que desprenden sus ojos me está gritando, “No, no lo hagas ___, te vas a arrepentir” luego me giro decidida, corriendo hasta mi casa. Al cerrar corro escaleras arriba hasta mi habitación. Todo esto es una puta mierda. Tiro mi teléfono móvil al suelo con fuerza y me tiro en la cama. Otro día más que las lágrimas se hacen presentes en mi habitación. Quiero romper el mundo a patadas y gritar hasta desgarrarme la garganta.
Ese fue el día en el que ella supo que las cosas que se hacen por amor son las únicas que podrían destruir mundos y hacer explotar universos. Y dicen que es de cobardes no luchar por lo que quieres, no atreverte a decir lo que sientes, no soñar con lo imposible. Sentir miedo no es de cobardes, el miedo solo existe para hacerle frente y decirle al mundo entero, que has podido contra él. Pero hoy, yo me rindo.

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