• Desafío al corazón. Capítulo {77}

14:39

Mirando un atardecer en mi ventana, viendo como el sol se deja vencer, y le da el paso a la luna…siento esa leve brisa que hace mover mis cabellos, mi pelo danza al son del viento, y mi piel se eriza. En ese momento me siento bien, y me lo imagino, abrazándome por la espalda, y diciéndome que me ama. Cierro los ojos con fuerza, imaginando su cara, sus ojos, sus manos, su boca. Me abrazo a mí misma, imaginando sus brazos alrededor de mi cintura. Tus besos, es algo que no se puede describir, porque son únicos. Trato de sentirlos así sea por un momento, llego a sentir sus labios en los míos, llego a recordar cómo me ponía con sólo un beso suyo. Abro los ojos, vuelvo a la realidad, él no está. Mi corazón se encoje, vuelve a estar solo.
Esa misma noche ella está sentada en la barra de su bar favorito, un Martini es su única compañía, la única que necesita. Y mirando a la nada, piensa, recuerda. Ella segura de sí misma, siempre con la cabeza bien alta. Ella, harta de lagrimas sin sentido, de te quieros a desconocidos. Ella harta de dolor innecesario. Ella cansada de no entender, de miradas que van al suelo. Ella, arrepentida de actos pasados, insegura de decisiones futuras. Ella, cansada de querer a quien no debe. Sin embargo, ella que sabe que un clavo saca otro clavo, ella que sabe que ya vendrán buenos tiempos. Al llegar a casa, se da una ducha larga, la cabeza le duele mil demonios. Y a la mañana siguiente, cuando el sol rebota en todas las direcciones de su habitación, maldice otro día más. Acabar de salir de un sueño precioso, de esos de los que no quieres despertar, y apretar la cara contra la almohada mientras cierras los ojos muy fuerte, muy pero que muy fuerte, para ver si así el sueño vuelve y se nos lleva con él, lejos, muuy lejos, hasta ese sitio dónde no suenan despertadores ni tienes que levantarte e irte corriendo porque llegas tarde, porque no querías abandonar el sueño. ¿Eso? es lo que le está pasando útilmente. No pide que cuelgues un columpio de la Luna para que pueda contemplar las estrellas. No pide que le lleves al rincón más mágico de este planeta. Tan solo quiere que cojas el maldito teléfono, que la llames sin que lo espere. Que le digas que la quieres sin que lo haya dicho antes. Que la lleves a ver una puesta de Sol. Que la abrigues. Que le hagas olvidar que hay más personas que vosotros dos. Que deshagas todos sus segundos y que se los regales. Tan solo…
|| Narra ____ ||
Hoy es sábado. Tu risa resuena en mi habitación mientras yo tecleo en mi portátil, tal vez esto sea una especie de diario o una locura sacada de mi día tan agitado. Lo que no logro entender es como puedo escuchar tu risa tan cerca. Tal vez sea porque me estoy volviendo loca. Sí, es eso. Me estoy volviendo loca. Joder.
Dejo el portátil sobre la cama y camino hasta la ventana. Otra vez esa chica. No parece muy simpática siempre está alzando la voz. Un pequeño niño sale de la casa y rápidamente entra a causa de otro grito de la morena. Vaya humos.
Me hago una cola alta mientras me miro en el espejo y bajo a comer algo. En veinte minutos comienza mi primer día de trabajo y pues sí, estoy bastante nerviosa.
-Ya estoy. – le dijo a mamá mientras ella deja mi plato sobre la mesa.
-¿Qué te vas a poner?
-Cualquier cosa. – carcajeo. – Es aquí al lado. Algo cómodo.
-¿Sabes si estará alguien?
-Pues no tengo ni idea. ¿Supongo no? Antes de irse tendré que ver alguien.
-Claro, que tonta soy. – carcajea mamá. Yo le sonrío y comienzo a saborear una sopa de fideos. Está bastante rica. El segundo plato es ensalada con pechuga a la plancha.
-Mamá. – le llamo. Ella está lavando la losa. Se gira y me mira.
-¿Cómo se llamaba la mamá de los niños?
-Pattie.
-¿Pattie qué más?
-Pattie Mallette.
-Ah. – asiento confundida. Juraría que Justin también se apellidaba así. ¡Pero y qué más da! ¡Se acabó! ¡Justin se acabó ___, se acabo! Suelto la cuchara sin darme cuenta provocando un ruido fuerte. Mi madre se gira y me mira extrañada.
-¿Estás bien?
-Sí, claro.
-No estés nerviosa, es un trabajo fácil. Tú siempre has sabido tratar a los niños.
Y asiento mientras sigo comiendo. No estoy nerviosa. Pero los pensamientos me comen la cabeza a cada segundo. Creo que aún no acepto que Justin me ha engañado con otra. Que gilipollas. Que ingenua. Pensé que me iba a esperar y que no se tiraría a ninguna otra a la primera de cambio. Pero él sigue siendo el mismo. Todo lo que me demostró, era mentira. Todo lo que me juró, era mentira. Mil cosas me juro. Juró ser alguien que cuando me pusiera borracha me llevaría a casa en brazos. Que me haría el amor contra la pared y después se metería conmigo en la bañera. Que se perdería conmigo para después rescatarme de laberintos sin sentidos. Sacaría la espada y me defendería de víboras, pirañas y zorras. Que no se enfadaría si no me entendía, ni me entiendo y lo mareaba. Que cuando me viera llorar me haría reír hasta cuando no tuviera ganas. Que si se ponía de animal sería sólo en la cama y me mataría a besos por la mañana. Que si miraba a otra, luego me guiñaría un ojo y se reiría de mis celos. Y os podría decir miles de cosas más que me prometió. Pero ya eso no importa, ahora prefiero dejar las cosas en eso, en el olvido. Ya toqué fondo. Nadie me va a engañar ni a utilizar. No. Eso nunca. ¿Sabes? Mi vida es cómo un mechero. Al principio saltan chispas, de las que no se puede esperar un resultado fijo. ¿Se encenderá, se apagará? No se sabe, el tiempo dará la respuesta. Una vez que se enciende empiezas a soñar, lo ves todo al revés, confundes la realidad de tal manera, que cuando de repente se apaga, te derrumbas. Un día te despiertas tocando las nubes y te acuestas tirada en el suelo con mil heridas que no tienen cura, un millón de preguntas que no tendrán respuestas y un billón de respuestas de las que nunca te has planteado la pregunta. Sólo espera, ten paciencia. Porque el tiempo te dará la respuesta. Porque el tiempo va cambiando, pero la gente también. Porque aún queda un camino en la vida que debes escoger.
-Me voy a preparar ya. – dejo el plato en el fregadero y le doy un beso a mi madre en la mejilla.
Subo las escaleras lenta y al llegar a mi habitación abro el armario. Bien. Lo de siempre. Rebusco entre mis prendas y me decido por algo, cómodo pero presentable. Un pantalón vaquero pitillo de color negro, unas vans rojas y una blusa bastante sencilla. Me acerco a mi espejo y me maquillo un poco, delineador, rímel y un poco de maquillaje. Me suelto el pelo. Lo tengo por la cintura. Mi madre dice que es hora de cortármelo, pero yo no quiero. Amo mi pelo largo. Me acerco a mi escritorio y me meto el teléfono móvil en el bolsillo. Bajo las escaleras, quiero llegar cinco minutos antes.
-¡Mamá, me marcho!
-¡Suerte cariño! ¡Si necesitas algo llámame!
-¡Vale!
Cierro la puerta y camino hasta la casa. La verdad es que es muy bonita. Se parece a la mía aunque es un poco más grande. Llego a la puerta. Respiro dos veces, incluso tres y doy tres toques en la puerta. Nadie abre la puerta y vuelvo a tocar. La puerta se abre y veo a la morena de los días anteriores. No sin antes mirarme de arriba abajo decide mirarme a los ojos.
-¿Quién eres?
-La señora Pattie Mallette me ha contratado. – le digo lo más educada posible. – Voy a cuidar de los niños mientras ella está en el trabajo.
-Ah ¿Así que eres tú? – suelta una carcajada y luego vuelve a mirarme de arriba abajo.
-Sí, y con permiso, debo cumplir con mi trabajo.
Entro en la casa sin ni pedir permiso. Hoy es mi primer día de trabajo y ésta estúpida no me lo va a estropear con su bordería. Como odio a este tipo de tías que se creen que se van a comer el mundo.
-Podrías ser un poco más educada. – me dice justo detrás.
-Trato a la gente como me tratan. – le respondo observándola con una sonrisa.
Ella eleva su fina ceja y resopla. Una pequeña niña con dos colitas y un osito en la mano derecha aparece justo enfrente de mí, observándome curiosa. Que ojos tan grandes tiene. Es hermosa. Seguidamente un pequeño rubio al igual que ella se divisa con un pequeño cochecito en la mano. Les sonrío y el pequeño me devuelve la sonrisa. Sin embargo, la niña sigue sin quitarme mirada.
-Hola guapa. – le digo acercándome. Me agacho y me pongo a su altura. - ¿Cómo te llamas?
-Jazzy. – me responde curvando sus labios.
Un momento…la hermana de….no. Fuera. A la mierda Justin. Fuera de mi mente ¡Ya! ¡Fuera! ¡Deja de recordarlo con unos estúpidos nombres!
-¿Y tú? – me pregunta esta vez sonriendo por fin. Le devuelvo la sonrisa y me mantengo unos segundos en silencio. El pequeño me observa curioso.
-___, yo me llamo ___. – ella frunce el ceño observándome.
-Anda, como la nov…
-Me voy. – nos interrumpe la morena.
Yo me pongo en pie y la observo. Ella me vuelve a mirar. Dirige la mirada a los niños y sin más, cierra la puerta. ¿Adiós? Me giro y miro a los niños. Vaya, creo que van a ser ellos los que me van a tener que enseñar la casa.
-¿Cómo te llamas tú guapo? – le pregunto al pequeño que ahora bosteza. Él balbucea algo que no logro entender y miro a Jazzy que suelta una pequeña risita.
-Se llama Jaxon, no sabe hablar mucho. – balbucea esta vez ella con gracia.
-Oh, ya veo. – le sonrío y él me devuelve una sonrisa tierna.
-¿Me enseñáis la casa?
-Claro, ven, te voy a enseñar nuestra habitación.

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