• Desafío al corazón. Capítulo {55}

13:34

-¿Quieres volar? – susurró sensual. Ella asintió.
-He dicho que si quieres volar. – repitió algo dureza. Mierda, a ___ le ponía mucho el Justin malote. Ella volvió a asentir. No podía hablar, la estaba tocando. – Nena, quiero que me respondas. ¿Quieres volar? – mordió el lóbulo de su oreja mientras la tocaba ella jadeó.
-Sí, quiero volar.
-Bien. Entonces me tendrás que comer la boca. Y quiero ver cómo me gritas en ese beso que quieres volar. – la chantajeó hablando claramente. – Y eso, mientras te toco.
Ella asintió. La euforia y la lujuria le recorrieron las venas como la droga más potente. Atrapó sus labios, los mordisqueó, mordió su lengua, sus labios. Justin soltó un leve quejido dentro de ella.
-Eso te pasa por tener unos labios infinitamente deseables.
Pero fue lo último que llegó a decir. Justin volvió a tocarla por encima de la tela y le quitó el aliento. Aquello le dio muchísimas fuerzas y lo besó con ímpetu y coraje. Recorriendo cada rincón. Tocando su lengua, saboreándole. Él también tenía rasgos del alcohol, pero nada en comparación con ella. Él solo esperaba que mañana recordara todo esto. Bien, sí, lo consiguió. Se alejó de su boca y le susurró algo al oído.
-Ahora abróchate el cinturón gatita. Vas a volar. Tengo sed. Y tengo ganas de ti.
Bajó más allá de su cintura, dónde todo está más húmedo y palpita como sus corazones. Justin se deslizó hacia abajo y colocó sus manos en las finas bragas de ___. Este era el paso más grande de todos. Aquí es donde se demostraba cuanto control tenía y si pensaba más con la cabeza que con lo de abajo. Se las bajó de un tirón por las caderas y las piernas. Estaba desnuda. Y ya la tenía como quería. Ahora sí. Oficialmente, ahora sí. Dirigió su mirada hacia arriba. Ella, instintivamente llevo su mano hasta allí, pero él la retiró. Rápido.
-Te voy a hacer morir de placer. Te lo juro.
Agarrándola de los muslos, Justin le arrastró las caderas hasta él. El deseo de ella le hacía hervir la sangre. Le quemaba. Otra nueva oleada de lujuria lo atravesó. Dios, estaba temblando. El deseo lo inundaba de una desesperada necesidad, tenía que hacer caso omiso a todo aquello, ya. Cerró los ojos y se acercó a ella. Vio como el vientre de ___ se movía rápido, estaba agitada. Se acercó aún más. Y lo hizo. Lamió sus pliegues y ella gimió en respuesta. La miel, el azúcar, los caramelos, el chocolate, no era nada comparado con el sabor de ___. En cuanto su lengua rozaba su clítoris ella gemía en respuesta. Profundizó su agarre, profundizando con su lengua sobre su sexo resbaladizo. Hundir la lengua en su interior, jugar con ella. Tentó, mordisqueó, saboreó y la acarició sin piedad. Ella se agarraba a la sabana e incluso la mordía, si lograban escucharles estaban perdidos.
-¿Te excitas? – le preguntó.
-Estoy a dos mil por hora a toda hostia. – imitó ella sin aliento, echando la cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos y se mordía el labio inferior.
-Eso es de una película. – susurró él con una ligera risa, soplando con intención, haciéndola temblar y erizando cada vello de su cuerpo.
-Justin… - jadeó.
-¿Qué?
-Ya llegué al límite. Y quiero más.
Sonrió. Aquella reacción era en respuesta a lo que él le hacía. Ya había llegado al límite hacía rato. Introdujo dos dedos en su interior, moviéndolos hacia dentro y hacia afuera, combinando la presión y el ritmo lento a rápido sin avisarla en ningún momento. Luego volvió a jugar, subió de nuevo a sus tensos y duros pezones y acto seguido se los pellizcó con los dientes. Mierda, no podía más. ___ era totalmente deseable, esquicita y hermosa. Volvió a bajar excitándola de nuevo con la punta de la lengua, un lametazo, dos. Tres. Gimió. Gimió muy fuerte.
-¡Justin! – casi gritó. – Si, mierda, estoy volando.
Y en ese momento quería cabalgarle. Morderle los labios y jugar con sus pezones. No existía en el mundo una mujer más sensual y adictiva que ella. ___ estaba a punto de explotar. Enterró de nuevo sus dedos en su sexo, haciendo movimientos circulares sobre su clítoris.
-Muerde la sábana gatita, porque voy a hacer que veas mi mundo oculto en cuestión de segundos.
Ella jadeó, encantada. Aceleró los movimientos a la par que ella alzaba las caderas. Su miembro se hinchó tanto que pensaba que iba a darle una convulsión. ___ sentía el orgasmo en su espalda. Ella asintió cerrando los ojos y aferrándose a las sábanas con los puños.
-Te permito gritar mi nombre cuando te corras.
Justin se la quedó mirando, luego esbozó una sonrisa tan brillante como peligrosa. En unos segundos, el deseo aumentó y la sobrepasó hasta que ella revoloteó en el mismo borde de un placer salvaje, hasta que su cuerpo se retorció sin control bajo cada toque de la lengua de Justin. ___ no lo soportó. La sobrepasó. Gritó de forma ensordecedora el nombre de él. No pudo detenerlo, no pudo contenerse, y tampoco quiso hacerlo. No mierda, no podían escucharla. Gritó llevándose la sabana a la boca mientras el maldito mundo estallaba en mil pedazos. Vio puntitos brillantes tras sus ojos, tocó galaxias que no conocía y se quemó con la lava que ella misma desprendía. Mierda, estaba viendo la puta estrella, la que iba directamente al amanecer. Unas fuertes y duras contracciones le tensaron las paredes de la vagina que se aferraron con fuerza a los dedos de Justin haciéndola gemir una vez más. Justin volvió a convertirse en un capitán y negó por medio de sus piernas haciéndole producir pequeñas tormentas eléctricas por todo, todo, absolutamente todo el cuerpo. El segundo orgasmo. Su autocontrol se perdía en un tsunami de placer. Él no podía más. O paraba, o se la follaba ya. Se decantó por la primera. La abandonó y subió lentamente hasta su boca.
-¿Te gustaría probarte?
No le dio tiempo a responder. Arrebatándole un beso que terminó totalmente por dejarla sin fuerzas. Le sonrió sobre los labios y dulcemente la besó suave esta vez. Su respiración comenzó a volverse a normalizar tras largos minutos besándola de esa forma. Buscando la sabana sin abandonar su boca la subió, cubriéndola. ___ no podía más. Estaba cansada. La cabeza le daba mil vueltas. La pequeña razón que le quedaba le ordenó no beber más nunca. Abandonó los labios de él con dulzura y depositó un beso fugaz mojado en sus labios. Se detuvo observando los ojos dorados de Justin que brillaban.
-Lo siento si no te complací, si no soy como te imaginabas o…no sé. Soy nueva en esto. Gracias por hacerme volar, promet…
-¡Shhhh! – la silenció. – Eres perfecta, hermosa, me encantas. La próxima vez volaremos juntos ¿vale? – le susurró. Los ojos de ella se cerraban, hizo un impulso en sus pestañas. Y asintió débil.
-Te lo prometo.
Susurró antes de cerrar los ojos.

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