• Desafío al corazón. Capítulo {34}

13:24


• Capítulo 34.

Ella soltó una muy débil carcajada. Justo cuando yo pensaba que mi corazón había vuelto a su tamaño normal volvió a inflarse. Ella acarició con su pequeña mano mi mejilla produciéndome sensaciones inexplicables. Comenzó a acercarse poco a poco a mí y depositó un fugaz beso en mis labios. Luego se separó, soltó sus pequeños brazos y carcajeó. Se acercó a la puerta y la abrió. Elevé una ceja observándola mientras ella me miraba incrédula.
-Anda, vete. – dijo intentando parecer seria.
-Pero eso no se vale. – hizo un mohín y caminé hasta ella.
Cerré la puerta con la mano, apoyándola esta vez en ella. Sin dejar de mirarnos a los ojos amagué hacia su cuello nuevamente. Una cosa estaba clara. Deseaba a esta mujer como nunca desee a nadie. Deposité tres besos mojados en su cuello y luego ella giró su cara para besarme con algo de entusiasmo en los labios. Sentí como se me iba el aire de los pulmones y de repente una corriente subió por mi piel. Abrió su boca, introduciendo su suave lengua dentro de la mía. El calor me embargo por completo de nuevo y mis manos la presionaron con fuerza a mí mientras el deseo me llenaba el cuerpo. Enredó sus manos en mi cabello y me beso con más furia. Le devolví el beso, ansioso. ___ puso algo de distancia entre nosotros, sin separar nuestras bocas y susurró sobre mis labios.
-Justin. – susurró.
Me hizo volar con destino a Marte pero volví a bajar cuando volvió de nuevo a pronunciar mi nombre. Diablos, sonaba malditamente sexy mi nombre en su boca.
-Justin, – rió sobre mi boca. – ya.
Me separé sutilmente y besé su mejilla. Abrí el pomo de la puerta y la miré.
-Que duermas lindo. – dijo ella corriendo hacia su cama, se tiró en esta y subió su manta, luego carcajeó y me miró. Yo, que aún me encontraba en el marco de la puerta totalmente atontado, me obligué a pulsar el botón de play para reaccionar.
-Tu también. – dije sonriendo saliendo de mi pause. Ella me devolvió la sonrisa y me regaló un melodioso ‘Hasta mañana’ para más tarde, cerrar la puerta.
Con en el corazón en la boca y el pulso como una locomotora llegué a mi habitación. Cerré la puerta y en el trayecto de la puerta a mi cama, me miré en el espejo.
-¿Qué? – le dije a mi otro yo. - ¿Por qué sonríes tanto idiota?
Soné tan estúpido que me aterroricé de lo que acababa de hacer. Me quité la blusa y la lancé al suelo. Luego hice lo mismo con mis pantalones y tiré de la colcha. Salté hasta mi cama. No subí la colcha porque hacía así como…mucho calor. No, calor no era. Bueno vale, si lo era. Pero otro tipo de calor. Estaba totalmente caliente. Mi corazón gritaba. Tenía ganas de salir corriendo de aquella situación e ir con ella. No entendía nada de lo que me acababa de pasar. Cerrar los ojos cuando nuestras narices rozaban. La electricidad después de cada beso. La electricidad antes de ese beso. Las ansias de estar cerca de ella. Recordar cada toque, cada movimiento. Sus ojos, su boca, su pelo, sus gestos, su risita en mi boca, su…
-Enamorado Bieber, estás enamorado. – dijo una vocecita a penas inaudible.
-¿Qué?
-Estás perdidamente enamorado. ¿No te das cuenta? – volvieron a decir.
Esto ya sobrepasaba los límites. Ahora andaba escuchando voces. Agité mi cabeza y cerré los ojos con fuerza y me giré.
-No intentes negarlo más, tu bien lo sabes. Acéptalo.
-¿Pero quién eres?
-Tu otro yo. Soy tu conciencia idiota.
¿Enamorado? ¿Pero qué cojones era eso? Yo no puedo estar enamorado. ¿Justin Bieber? ¿El mujeriego de la universidad? ¿Enamorado? Un nudo en la garganta. Quería gritar, tenía miedo, ¿Qué era todo aquello? Quería también correr en dirección contraria a sus sentimientos...quería huir. Pero, quería quedarse. Por otra parte estaba ___, ‘Me gustas, me gustas mucho’ ¿Lo decía de verdad? Quizás estaba jugando con él para pagarle todo lo que le había hecho desde que llegó a la universidad. Aunque sus ojos no decían eso, ni sus besos…ni sus caricias. Mierda. Estaba totalmente confundido.
|| Narrador ||
Justin cerró los ojos fuertemente y la vio. Ahogó un suspiro para no sentirse débil ante sí mismo. La idea de tener a ___ debajo de él hacía que toda la sangre de su cuerpo descendiera directamente a su miembro. Pero peor era la otra idea. Tener un deseo incontrolable y una chica virgen era una combinación un tanto peligrosa. Hacía mucho que no estaba con ninguna tía, necesitaba ya un polvo o su miembro moriría por ansiedad. Volvió de nuevo a la antigua idea de que no podía obsesionarse con ___ ya que lo único que sentían los dos era odio. Sí, eso. Odio mutuo. Pero su teoría volvió a fallar. Ya que aunque le costara aceptarlo, odiaba tan pocas cosas de ella que su corazón se aceleraba con tan solo pensarla. ___ era dulce. Era como miel en su boca. Absolutamente perfecta. Su piel cálida y suave, como un día verano. Dios, sólo había que oírlo. Era jodidamente patético. Estaba describiéndola como si fuera un poeta o algo por el estilo. Sin embargo, lo que no podía ignorar era que ___ era una tentación tan fuerte que por mucho que odiara admitirlo, podía llegar a hacerle perder el autocontrol.
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•ATLANTA – Universidad Dion School. – 10:30h de la mañana.
___ estaba sobre la cama con su cámara de fotos. Como ya sabéis, la cámara era una parte esencial de su vida. Aquel era su álbum. Tenía fotos desde pequeña hasta ahora. Fotos de paisajes, fotografía social, fotos a animales e incluso fotos tontas que ella se hacía en su casa cuando estaba aburrida. Carcajeó con algunas fotos y con otras la invadió la nostalgia. Allí habían fotos de la casa de campo de sus abuelos, de su madre, de Rick e incluso de su padre. Se quedó observando la foto de su padre en la cámara y dirigió su mirada hasta el botoncito que señalizaba una papelera. Dirigió su dedo hasta allí y volvió a alejarlo. Quitó la foto. Siguió pasando y se encontró con una que le llamó la atención. Su madre, su padre y ella. Admirando la foto sintió un vacio enorme que rápidamente fue sustituido por el jaquecoso sonido de su teléfono móvil. Dejó la cámara en la cama y corrió hasta su mesita de noche.
-¿Sí?
-___, soy Jeremy.
-¡Oh! ¡Hola! ¿Cómo esta? – dijo tiernamente. Se acercó a su cama y se tiró en esta, cruzando los pies.
-Muy bien, algo ajetreado. – Jeremy carcajeó al otro lado del teléfono. – pero bien. ¿Y tú? – sonó curioso.
-Yo muy bien. – ella soltó una débil carcajada. – Me alegra mucho que esté bien.
-Gracias ___. Yo también. – Jeremy hizo una pausa de dos segundos. - ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Sí, claro. – dijo ella con el ceño fruncido. – Dígame.
-¿Has visto a mi hijo?
-¿A Justin?
-Sí, claro. – carcajeó Jeremy. Sería tonta. Como preguntó eso.
-Ah claro. – dijo colorada. Menos mal, que no podía verle. – Sí, si lo vi.
-¿Volverás a verle? – ella arrugó el entrecejo.
-Sí, supongo. – sonó indecisa.
-¿Puedes decirle que encienda el teléfono móvil? Llevo intentando localizarle desde hace dos días.
-Es un desastre. – dijo en un susurro.
-¿Qué?
-Que sí, no se preocupe. Yo ahora le digo.
-Vale __. Muchas gracias.
-De nada Jeremy.
-¡Por cierto! - __ se exaltó. – Podéis pasar a buscar vuestras fotos cuando queráis. Están estupendas. Ya las están publicando en la revista.
-Qué vergüenza. – dijo nuevamente en un susurro.
-¿Qué?
-Nada. - ___ carcajeó con fuerza. – Me parece estupendo. Estoy deseando verlas.
-Genial. – añadió Jeremy. – Buen día guapa. - ___ se sonrojó de nuevo y soltó una leve risa.
-Igualmente Jeremy. Buen día.
Y detrás se escuchó el sonido al colgar. Dejó el móvil a un lado y se puso en pie. Se quitó el pijama y abrió el armario. Se detuvo observando. ¡Tenía que irse de compras ya! Cogió un pantalón vaquero pitillo, suponía que fuera de Anahí por el tamaño. ___ era menuda, no tanto como Ash pero si un poco menos que Pau. Era como Anahí. Rebuscó en el cajón y sacó una blusa caída de color negra. Se colocó unas converse negras a juego. Estas sí que eran de Pau. Se miró en el espejo y se gustó. Sencilla pero no fea. Subió las escaleras, casi corriendo y llegó al cuarto de baño. Se colocó unas perlas en las orejas y unas pulseras en su mano derecha. Miró la cajita de las pinturas y se miró en el espejo. Nunca se había maquillado ella sola. Se elevó de hombros y cogió el lápiz de ojo. Se coloreó los ojos de negro, fuerte. Y pestañeó varias veces. Los ojos le destacaban bastante al tenerlos claros y eso le gustaba. Esperaba que a Justin también le gustara. ¡Qué demonios! Otra vez pensando en Justin. Sacó el rímel de la caja y rizó sus pestañas consiguiendo un tamaño perfecto. Se puso un poco de maquillaje y repasó sus labios de un color rosa, consiguiendo un poco más de gruesor en ellos. Soltó su coletero y dejó caer su cabello un poco más arriba de su cintura. Se pasó la plancha, dejándolo totalmente lizo. Se gustó. Se veía linda. Sonrió al espejo y bajó las escaleras. Había dejado el cuarto de baño hecho un desastre ¡Pero que importaba! Ya luego volvería y recogería todo. Sí, eso haría. Metió la cámara en el bolso negro que había cogido junto con su cartera, Ipod y móvil. Y cerró la puerta. ¡De compras! En el último escalón se acordó de Jeremy. Miró hacia todos los lados y cuando vio que no había nadie, echó a correr escaleras arriba rumbo a las habitaciones de los chicos. Con la respiración algo agitada entró en la habitación de Justin. Sin permiso. Sin tocar.
-¿¡Que haces!? – dijo Justin tapándose con la toalla. Acababa de salir de la ducha. Estaba totalmente mojado. ___ tragó saliva. No vio nada.
-Podrías cerrarla. – dijo ___ un tanto nerviosa. Notó como el rubor le subía a las mejillas y le quemaba. Justin sonrió pícaramente. Sin duda a él le daba igual. Estaba acostumbrado y ___ se estaba poniendo nerviosa al verle así. De repente la observó bien. Lucía condenadamente bien. Elevó la mirada hasta ella, que se encontraba mirando su torso. Justin carraspeó y ella lo miró.
-¿Y tú podrías tocar en la puerta antes de entrar no? – dijo esta vez curvando sus labios. La estaba provocando. Y lo estaba consiguiendo. __ aún estaba apoyada en la puerta, algo impresionada. Era la primera vez que veía a Justin así. Estaba tremendamente bueno.
-Déjate de estupideces. Si cerraras la puerta no pasaría esto. – ella ladeó la cabeza y se dirigió hacia la ventana intentando recuperar algo de sentido. Se giró para observarle mientras él aguantaba la toalla en su cadera.
-¡Ah! ¿Qué yo tengo la culpa? – Justin carcajeó sonoramente.
-Sí. – dijo ella.
-Ah. – él elevo una ceja. – Bien, bien. ¿Querías algo?
-No. O sea…- tragó saliva. – Sí. Maldición. Que le pasaba. Le costaba hasta hablar y eso no era normal en ella. Justin volvió a reír descaradamente y avanzó un paso. Llevó su mano a su barbilla y se rascó observándola.
-Tu padre. – dijo ella. – Dice que enciendas tu teléfono móvil que para eso te lo compraste. Lleva dos días intentando localizarte y nada. – dijo por fin. Miró al armario y volvió a mirar a Justin. - ¿Me escuchaste?
-A la primera. – dijo él y se acercó a ella.
-Deja de hacer eso. – dijo ___.
-¿El qué? - dijo él con una voz sensual. ___ elevó una ceja.
-Eso. Deja de seducirme.
-¿Yo? – dijo él carcajeando hasta que por fin se quedó lo suficientemente cerca de ella. Pero aún no la había ni rozado. Y moría por tocarla. Ella negó con la cabeza y se alejó de él hasta llegar a la puerta.
-Adiós.
-¡Espera! – dijo él. - ¿A dónde vas? - ___ elevó una ceja.
-¿Qué importa?
-Ah bien. – Justin la miró pícaro y soltó la mano de su toalla. ___ casi pierde el aliento. No, no se le vio nada, se había colocado la punta de la toalla por dentro, pero sólo dependía de eso y si se soltaba…sus pensamientos se volvieron borrosos. Estúpido, estaba consiguiendo lo que quería.
-¿Ah bien? – le imitó.
-Yo pensaba invitarte a comer. – dijo él. A ella se le descolocaron las ideas.
-Me voy a ir de compras. – dijo ella, ignorando lo que él le había dicho segundos atrás.
-Estupendo. – dijo Justin. – Voy contigo.
-¿Qué? ¡No!
-¿Por qué? – Justin la observó y carcajeó.
-¡Porque no!
-Venga gatita, sé que mueres porque vaya contigo.
-No me llames así. – dijo ella a la defensiva.
-A demás, te podría ayudar a elegir…
-No necesito tu ayuda.
-Gírate. – dijo Justin.
-No me voy a girar. – dijo ___ ¿Qué se girara? ¡Venga! Se aprovecharía para acercarse y hacerle algo, seguro.
-¿Segura? Voy a cambiarme. Aunque no tengo ningún problema con que me observes mientras lo hago gatita. Eso me pone.
Otra vez se le nubló la vista. Suspiró y se giró rápidamente. Justin carcajeó y a ella le recorrió la furia por sus venas. Aunque no estaba completamente segura si era furia. El tono que Justin utilizó e imaginarlo mientras lo decía no la puso precisamente furiosa. Cerró los ojos un segundo y volvió a abrirlos. Ya se estaba impacientando y solo habían pasado 4 segundos.
-Ya. – dijo él.
___ se giró y estaba colocándose los pantalones. Unos pantalones cagados vaqueros. Se acercó al armario y cogió una blusa negra de pico y se colocó unas supra negras. Cogió unas chapas, alcanzó a ver que habían unas iniciales en ellas y supuso que eran las de su nombre. Luego se perfumó y para terminar se acercó al espejo. Increíble. Tardaba más en peinarse que en vestirse. La miró. Mierda. Todo el tiempo había estado siguiéndole con la mirada y observando lo hermoso que era.
-¿Qué tanto me miras?
- Nada. – dijo ella. Le había subido el rubor a sus mejillas. Que no se note. Que no se note. Que no se note. Se repetía constantemente. Justin le sonrió y volvió a mirarse en el espejo.
-¿Te falta mucho? – preguntó cansada.
El la miró y agitó su cabello.
-No.
Se acercó a la mesa de noche y se metió las llaves en el bolsillo delantero. Retrocedió y cogió el móvil, guardándolo en el mismo sitio. La miró y ella abrió la puerta de la habitación, observó los alrededores y salió de la habitación. Corrió escaleras abajo, Justin tardó como un minuto más en bajar, riendo por cómo había corrido ella.
-Si me pillan me matan. – dijo ella contestándole a la sonrisa de Justin. Él asintió.
-Y más si es en mi habitación.
Lo dejó caer. ___ lo interpretó como él había querido. Golpeó su hombro y caminaron hasta la salida. Hoy no tenían que pedir permiso. Y mañana tampoco ya que se habían quedado allí porque quisieron. ___ porque su madre se encontraba lejos y Justin porque…en realidad no sabía porque no se había ido de la universidad.
Llegaron al coche y Justin le abrió la puerta, cediéndole el paso como un autentico caballero. Ella entró y le dio las gracias. Rápidamente cerró y corrió hasta su puerta, cerró con fuerza, tanta que retumbaron los cristales. Metió la llave y sintieron el motor acelerando. De menos a más. Lo mismo que le pasaban a sus corazones cuando estaban juntos. Él acelero bastante, casi a 160. __ le miró asustada.
-No corras tanto, no tenemos prisa.
Él la observó y sin decir nada bajó un poco la velocidad. Volvió a observarla de reojo mientras ella jugaba con las puntas de su cabello. Estaba infinitamente preciosa hoy. Bueno, siempre lo estaba. Pero hoy…¡La carretera! Se concentró de nuevo en la carretera y después de casi tres minutos sin hablar rompió el silencio.
-¿A dónde vamos? – preguntó Justin. ___ lo miró y volvió a mirar la carretera, parecía pensar. Volvió a mirarlo.
-No lo sé. Tú me vas a llevar ¿No?
-Bueno, sí. ¿Pero como ibas a ir si no tenías ni idea de donde estaba la zona comercial?
-No lo sé. – ella se elevó de hombros. – Cogería un taxi y él me llevaría.
-¿Un taxi? Estás loca. Eso saldría carísimo.
-Pero no me perdería. – Justin la miró y carcajeó. __ lo miró confundida.
-¿Eres muy astuta no?
-¿Lo dudabas? – dijo ella.
-No lo sé. – dijo él mirándola. - ¿Eres así siempre?
Maldición otra vez con la seducción. __ tragó saliva y le siguió el juego.
-Sí y puedo ser terriblemente buena en astucia. No solo en estos temas, también en muchos otros.
A Justin le costó acelerar. Bajó a 100 y le volvió a dar al pedal. Le había puesto caliente con tan solo una frase. ___ era tan lista que pudo captar por donde iba la indirecta. Tenía que andarse con cuidado.
-No te tenses Justin, acelera.
Él la miró y volvió a darle al pedal. ¿Qué acelerara? ¡Diablos! Si aceleraba no podría parar. Pero no con el coche. La necesitaba más de lo que pensaba y de lo que se podía imaginar. Después de media hora de trayecto estaban entrando en Peachtree Center.

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