• Desafío al corazón. Capítulo {19}

10:32

• Capítulo 19.

|| Narra ____ • 1 mes después||
Recuerdo aquellos días horrorosos con papá, habían días que no tenía ganas de hacer nada, el tiempo pasaba, rutinario. Intenté coger las manecillas del reloj con los dedos para hacer que pararan de una puta vez, que dejara de pasar el tiempo de una manera tan rápida, tan rápido que se me entrecortaba la respiración. Y cuando no conseguí que parara me senté a contemplar cómo se iba cayendo mi mundo trozo a trozo. Todas las personas me parecían hormiguitas, me daban igual, porque al fin y al cabo, ¿Dónde estaban cuándo yo las necesitaba? Cuando ya no confiaba ni en mi propia sombra, me dije, chica, retírate, respira, que la vida es así de puta, la gente es así. Hacen daño y a veces ni siquiera se dan cuenta, tú ahí sufriendo y ellos por ahí de fiesta pasando de todo. Pasa tú también, por lo menos inténtalo, coge baja de ahí arriba, recoge los trozos y pégalos. Y los pegué. Y hoy puedo decir, que sí, que creo que lo conseguí.
La última vez que fui a la empresa de los Bieber fue hace un mes. Hablé tendido con Jeremy, de cosas varias, nada exacto. Me dijo que me pasara hoy por allí. Hace un mes que no le veo, la verdad no sé para qué quiere que vaya a su empresa. ¿Para qué? Es como si me hubiese metido en esa familia sin explicación alguna. ¿Se suponía que buscaban fotógrafa no? Finalmente, lo consiguieron. ¿Querían una modelo? Cuando estuve a punto de encontrarla, me dijeron que no, que creían que ya la habían encontrado. Y ahora quieren que vaya hoy. Tengo cosas que contaros.
La primera, es que las chicas y yo cada vez estamos más unidas, lo hacemos todo juntas. Se han convertido en las amigas que nunca tuve, las que siempre quise. Pau y Chris, se han hecho novios, aunque eso no era de extrañar. Anahí y Logan han dado un pequeño pasito. Ella siempre ha estado enamorada de él, pero nunca le decía nada por miedo. Y no por miedo de decirle ‘te quiero’ si no por recibir por respuesta un ‘yo no’. Finalmente ella le dijo que sentía algo y bueno…ahora están bien, él le correspondió.
Por otro lado, hay un alumno nuevo. Él se llama Liam. Se ha convertido en alguien muy especial para mí. Salimos todas las tardes al campus, las chicas también se vienen por supuesto, la verdad que nos lo pasamos genial. Él es muy lindo conmigo, me trata genial. Él es alto, juega al baloncesto, es moreno, tiene unos ojos café hermosos y sí, para ser mi amigo está demasiado bien. Por otra parte estoy yo. Aún siguen metiéndose conmigo por mi aspecto físico. Por mi ropa, por mis gafas y por mis aparatos. He vuelto a tener unas cuantas discusiones con ella, no la soporto, es una plástica estúpida adinerada que solo le importa su físico. Porque las personas que ella piensa que son sus amigas, no lo son y a sí misma, no se quiere. Incluso, pienso que no ha encontrado su propia identidad.
¿Recuerdan la penalización que la señora Macer nos había puesto a mí y a Justin? Tras todo este mes de ensayos, he descubierto una faceta mía bastante interesante. Sé tocar el piano, él me enseñó. La verdad que se le da genial esto de la música. Respecto a Justin, el sigue siendo el mismo de siempre, tirándose a plásticas, a veces se salta las clases, se va por ahí con su moto o su coche. No tiene nada de vergüenza, igual puede entrar fumando un cigarro o se queda sin previo aviso en el campus. Es un majadero consentido, hace poco le aceptaron el permiso de salida para irse de compras. No le pueden negar eso porque Jeremy tiene mucho poder. Durante las clases, la verdad que lo pasé muy bien con él, era como otro chico, otra persona. Pero desde que salía por la puerta, ya se convertía de nuevo, en el Justin del primer día.
|| Narra Justin ||
Estaba bajando con Ryan y Chaz al campus, íbamos a jugar un partido de baloncesto con algunos otros chicos.
-Hey. – choqué la mano de Bruno. Él chocó la mía, dándome también un ligero golpe en la espalda.
-¿Qué pasa Justin? – me quitó la pelota. Le seguí. Encestó. Me miró.
-¿Cómo te va la vida? – pregunté esta vez yo robándole la pelota. Encesté. Le miré. Elevó una ceja.
-Muy bien. – asintió obvio. - ¿Y a ti?
-Genial. – carcajeé esta vez yo sarcástico. – Como siempre.
Llegaron unos cuantos chicos, entre ellos el idiota ese de Liam. No le aguanto, va de mosquita muerta y es un reverendo estúpido. Siempre hace la tarea, se comporta bien, va de divo…y encima ____ cae en su juego. Esa es otra cosa que me molesta, que ella no ve como es él realmente. El partido transcurre bien, hasta que de repente en un encesto, Liam salta y me cancela el tiro. Elevo una ceja y aprieto el puño, el me mira y carcajea. Los chicos exclaman un pequeño ‘Uhh’ que me hace poner aun más de los nervios. Sigo corriendo, voy a encestar, vuelve a hacerlo. Tiro de mi camisa, tirándola al suelo, la camisa me sobra. Me estoy poniendo nervioso. Hace mucho calor y estoy sudando. Miro a Ryan que me dice que afloje, aprieto mi mandíbula y corro. Le robo la pelota a Bruno y se la lanzo a Chaz que está un poco más atrás. Chaz se la lanza a Ryan y ¡BINGO! Un triple. Chocamos nuestras manos y seguimos corriendo. De repente alguien pasa al lado mío y me choca con fuerza, me giro rápidamente, Liam. Comienzo a ponerme aún más nervioso. Mi pecho se contrae y mis puños se fruncen con fuerza. Corro de nuevo, robo la pelota y cuando estoy a punto de encestar, vuelve a empujarme. Y esta vez ya no aguanto.
-Te vas a estar quieto ya gilipollas. – le empujo con fuerza.
-¿Qué Bieber, ya te cansaste de jugar? – me empuja ésta vez él a mi carcajeando.
-Yo juego limpio. – le empujo con mucha más fuerza. Ryan me sostiene. ‘Déjalo tío’ me susurra. Suelto sus manos bruscamente.
-Sí, claro. – vuelve a carcajear. – No juegas nada limpio Bieber.
-¿Pero tú quien mierda te crees que eres? – aprieto mi mandíbula. Creo que de un momento a otro, va a pasar algo bastante malo.
-¿Yo? – carcajea irónico. Se pone serio. – El mejor amigo de tu amiguita la fea. – dice de repente. – Anda, cuéntale a todos lo bien que te lo pasas con ella.
Y entonces mi cabeza no reacciona, solo reacciona mi cuerpo y eso que suelen llamar corazón. Me tenso, me tenso mucho y solo me manejo por odio y furia. Le doy un puñetazo con todas mis fuerzas, pero recibo otro a cambio. Llevo mi mano a mi labio y observo el resto de sangre que me dejo en la mano. Vuelvo a mirarlo y entonces, me veo perdido. Sólo me veo golpeando bruscamente y recibiendo golpes a cambio. Él cae al suelo y yo encima, machacándole. Y entonces me siento como en una exhibición, yo el malo de la película y él es el niñito de papá.
|| Narra ____ ||
Salgo de la ducha y me siento en la vasija, esparciendo una nueva crema de frutas que se ha comprado Anahí. La verdad que huele rico. Dejo las gafas sobre el lavamanos y cuando termino de esparcirla peino mi cabello, lo dejo suelto, esta mojado y me encanta este olor a fresco. Siempre lo llevo recogido así que…dejémosle respirar. Me rio ante el ultimo pensamiento. Toda mi ropa está sucia, la verdad que no traje mucha, solo un par de chandals. Pau me dijo que me dejó algo de ropa sobre la cama así que iré a buscarla. Bajé las escaleras envuelta en la toalla y miré mi cama. Me quedé atónita por el conjuntito que me había dejado Pau. ¿Qué se pensaba que me iba a poner eso? caminé hasta el ropero en busca de algo más de mi estilo. No. Sólo tenían trajes y cosas cortitas. Suspiré. Cogí el pequeño pantalón corto que me había dejado, vaquero. Y aquella blusa que me dejaba ver parte de la barriga, intenté bajarla lo máximo posible. Se me veía el tatuaje, era algo raro, nunca lo había mostrado, los únicos que sabían que tenía ese tatuaje eran mi madre y…Justin. Me iba a recoger el cabello, pero azotaron la puerta con fuerza. Dejé el cepillo sobre el lavamanos, ni siquiera me dio tiempo de ponerme las gafas y corrí hacia abajo. ¿Qué hacia Ryan con Justin en mi habitación? ¿Qué hacia Justin de esa forma? ¿Por qué mierda está sangrando? Bajé corriendo las ultimas escaleras.
-¡¿Qué coño pasa?! – dije asustada. Ryan se quedó mirándome, con una expresión algo extraña. Me sentí totalmente incomoda. Pestañeó. Miré a Justin. Me miraba de la misma forma, aunque su rostro era algo más tétrico. - ¿¡Que te pasó?! – lo miré. Él rió levemente sin fuerzas.
-Maslow, por favor, cúrale las heridas, ahora vengo. – lo tiró en la cama. - ¡Me voy a por Chaz! ¡Por que este es capaz que también se lo carga! - y cerró la puerta.
Miré a Justin. Me miré en el espejo. Volví a mirar a Justin. Tenía su mano en la barriga y respiraba algo agitado.
-¿Qué pasó? – pregunté acercándome.
-Nada. – le costó mucho decir esa simple palabra, hacia ruidos muy raros.
-A ver. – me senté a su lado, él estaba tumbado. Giró su cabeza hasta mí y elevó una ceja, volvió a reír débilmente. Elevé una ceja. – Levántate.
-No puedo.
-Venga ya, tanto echártela y no vas a poder recostarte.
Gruñó, con la mano en el estómago y se acomodó, se sentó. Tenía una herida en el ojo y otra en el labio. Con todo esto no me había dado cuenta que no llevaba blusa. Tragué saliva.
-Joder, que mala pinta tienes. – me levanté y fui al armario, allí teníamos un pequeño botiquín. Lo cogí y arrastré una silla hasta ponerme delante de él. Abrí la cajita y saqué unas gasas. Lo observé. - ¿Cómo te hiciste todo eso?
-Un imbécil. – dijo entrecortado.
-¿Y quién ganó? - el me miró divertido, con una ceja elevada. - ¿Tú?
-¿Tú qué crees?
-Yo creo que tienes un aspecto horroroso. – se me escapó una pequeña risa, que se me borró al instante al ver de la forma en la que me miraba. Carraspeé mi garganta. – Cierra el ojo. – pedí. Él asintió y cerró los ojos. Curé su ceja izquierda, con delicadeza. Mientras limpiaba su ceja, mi mirada se dirigió hacia sus labios. Lucían de un color rosa fuerte por el golpe, pero aún así se veían suaves. Justo en ese momento, pasó su lengua por ellos, dejándolos mojados y con un brillo que hizo que yo también lamiera los míos. Otra vez. Otra vez esto. Otra vez este sentimiento raro.
-¡Au! – se alejó.
-Lo siento. – hice una mueca con mis labios y tiré la gasa al suelo. Mojé con un poco de alcohol otra gasa, un poco más pequeña y lo miré. – Ahora tal vez te escueza un poco. – advertí. Él se alejó y agarró mi mano.
-No, creo que mejor no.- negó riendo.
-Creo que sí. – dije riendo esta vez yo.
-No. – negó. – Eso tiene que doler.
-Pues te jodes, no te hubieses metido en eso. – me elevé de hombros.
-No consiento que se metan con las cosas que me importan. – lo observé.
-Cuando te lo propones, no eres tan egocéntrico. – volví a mojar el algodón.
-Y tú cuando te lo propones, puedes ser mucho más bonita.
Me quedé en stop. El semáforo se puso en rojo. Saltó un fuego artificial. Y luego otro, y de pronto saltaron cientos. Me observaba de nuevo de aquella forma. Y yo no me encontraba. Pestañeé sin darle respuesta alguna y estallé el algodón contra sus labios. Él presionó sus ojos con fuerza y soltó un pequeño gruñido que me hizo reír, curvó sus labios por el escozor. Y se estabilizó cerrando de vez en cuando los ojos, pasé lentamente el algodón por sus labios, con mucho cuidado. Me acerqué un poco. Lo pasé esta vez por su labio inferior. Entonces sentí como su mano acariciaba mi pelo, aún mojado. Le miré rápidamente a los ojos y retiré el algodón. Y entonces sucedió algo, algo muy raro. Me quedé enganchada de sus ojos dorados. Volvió a curvar sus labios, mostrando una pequeña franja de sus dientes, acarició mi mejilla, con suavidad, produciendo un cosquilleo dentro de mi cuerpo. Miré hacia un lado, encontrándome con su mano. Y volví a dirigir mi mirada hasta sus ojos. Mordió su labio inferior y comenzó a acercarse a mí. A mí. A ____ Maslow. Y entonces desperté. Intenté apartar, tachar y negarme a mí misma, las enormes ganas que tenía de besarle.
-¿Qué haces? – quité su mano de mi mejilla e intenté parecer lo más creíble posible.
-¿Por qué retrocedes?
-¿Ya no te duele nada? – pregunté nerviosa. Cogí el botiquín, se me cayeron cosas al suelo. Estaba muy nerviosa. No entendía que me estaba pasando.
-¿Por qué retrocedes?
-¿Chaz estará bien? – me puse en pié en fui hasta el armario. Guardé el botiquín. Se levantó de la cama y caminó hasta mí.
-¿Por qué retrocedes? – volvió a preguntar.
-¿Qué hablas? – le esquivé, volví a la cama. Recogí el algodón del suelo. Me bajé la blusa. Me acerqué a la pequeña papelera y lo tiré. Se volvió a acercar a mí. ¿Qué pretendía? A parte de ponerme nerviosa claro estaba.
-¿Ya quieres dejar de moverte? – tiró de mi mano. Me zafé de su agarré, volví al armario.
-¿Ya quieres dejar de hacerme preguntas? – mi cerebro se estaba comenzando a colapsar. Volvió a tirar de mi mano. Pero esta vez se quedó muy cerca de mí. Me apoyó en la pared del armario. Y no era tan solo eso. Era su mano en mi cintura, haciendo tacto con mi piel, ya que la blusa no me cubría la barriga del todo. Sus ojos observándome fijamente. Sintiendo casi su aliento. Y esas ganas incontroladas de besarle, esas ganas que tengo que matar ahora mismo lo que acabo de decir. Porque claro, es Justin. Miré hacia el otro lado.
-¿Me quieres mirar? – dijo con voz ronca.
-¿Me quieres soltar? – dije intentando quitar su mano de mi cintura. Me presionó más a él.
-No, no quiero.
-¿Se puede saber qué te pasa?
-Lo mismo que a ti. – se acercó.
-A mí no me pasa nada. – negué nerviosa. Me estaba comenzando a colapsar. No podía mirarle.
-Si te pasa. – rodó mi mejilla, haciendo que me encontrara de nuevo con su mirada. Y sus labios. Los mojó. – La diferencia es que yo cuando quiero algo, voy a por ello. – colocó su otra mano en el armario.
-¿Y qué quieres? – dije con la respiración entrecortada. Había hecho la pregunta. Él se mordió el labio inferior.
-¿Sabes algo que nunca te he dicho? – pasó su pulgar por mi mejilla. Cerré los ojos ante el contacto, pero rápidamente volví a mirarle. Él me miraba con una sonrisa pícara.
-¿El qué?
-Tus labios. – pasó esta vez el dedo pulgar por el contorno de mis labios. – Tus labios, han sido una debilidad para mí todo este tiempo.
|| Narra _____ ||
Voy a contestarle, pero me silencia. Coloca su dedo índice sobre mis labios y se acerca aún más a mí. Su mano se desliza de nuevo hasta mi cintura y cierro los ojos. Cierro los ojos y vuelvo a inspirar, me elevo a mi nube, me dejo llevar, me siento bien, realmente bien. De repente, sus labios chocan con los míos, y comienzan a moverse a un ritmo parecido al que va ahora mismo mi corazón. Me acerca más a él, me besa lento, suave y no puedo creer que esto esté pasando. De repente, mis manos se recargan. Se deslizan por sus abdominales, hacia arriba, lentamente, hasta llegar a su cabello, la otra crea el mismo camino, hasta enredar mis manos en su cuello. De repente, el beso se intensifica. Mi boca da paso a su lengua, que no tarda en llegar a tomar contacto con la mía. Y sucede algo curioso, de repente se ríe. Y hace que mi corazón haga ‘tic’ y se revolucione. Curvo mis labios y me voy separando lentamente, dejando un sonido chirrioso en el último beso. Me mira y se acerca, depositando un fugaz beso sobre mis labios, con sonido parecido al anterior. Me río.
-¿Te cuento un secreto? – dije esta vez yo. El asintió esperando respuesta. - Para mi todo este tiempo, tus labios también fueron una gran debilidad.

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