• Desafío al corazón. Capítulo {17}

10:27


• Capítulo 17.

A ____, le vino a la cabeza un pequeño texto que minutos atrás había leído en aquel libro.
‘No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños. Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento.’’
Sin saber por qué le vino aquello a la mente, lo reflexionó. ‘Porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora, y el mejor momento’. Mordió su labio inferior, mientras pensaba con los ojos cerrados. Pero de pronto, desapareció. Y dio paso a ‘Aún hay vida en tus sueños’ y se quedó completamente dormida.
Por cierto, ¿Sabes de qué están hechos los sueños? Y me preguntarás: ¿Hechos? Sólo son sueños. Y estás equivocada. No lo son. La gente cree que no son reales porque no son materia, partículas. Son reales. Están hechos de puntos de vista, imágenes, recuerdos, juegos de palabras y esperanzas perdidas. 

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-Apunten. – ordenó el señor Braun. – Página 147, ejercicios 14, 15, 16 y 17. Para mañana.
Tras esto una oleada de abucheos calló sobre el profesor Braun que apuntaba en su pequeña agenda grisácea, la tarea que había marcado para mañana. ‘Buhg’ suspiré pesadamente apuntando en mi agenda. Miré a Logan que me observaba con detenimiento.
-¿Qué tengo? – sonreí.
-Nada. – negó. - ¿Qué te pasa?
-¿A mí? – arrugué el entrecejo.
-Sí. – sonrió. – A ti.
-Nada. – carcajeé poniéndome en pié. - ¿Por qué?
Me empujaron con algo de fuerza y Logan rápidamente me agarró. Me volteé y Jasmine se marchaba a paso rápido con el grupo de las plásticas carcajeando. Miré hacia atrás y Ryan me observaba con detenimiento. Se levantó y pasó por mi lado sin quitar la vista de mí, volví la vista hacia atrás y el estúpido estaba hablando con Chaz mientras reía. Miré a Logan, no me había dado cuenta que estábamos suficientemente cerca. Miré sus labios y volví mi vista hasta sus ojos, sus ojos azul cielo me hicieron perderme por un instante.
-Perdón. – tiraron de mí con fuerza.
-¿Qué haces?
-A las tres, a fuera. – elevó una ceja. – No tardes.
-No voy a ir. – negué segura y giré. Volvió a tirar de mí. - ¡Quieres dejar de hacer eso! – grité. Los chicos me miraron atónitos, Justin tragó saliva.
-A las tres, a fuera. – Le dedicó a Logan una mirada con furia. Repitió apretando su mandíbula y se fue.
Giré furiosa y cogí mis libros. Tiré de Logan sin decirle ni una palabra. Salimos de la clase.
-Hey, para. – me frenó. - ¿Qué significó eso? –preguntó confundido.
-Nada. – negué nerviosa. – No sé cómo puedes ser su amigo.
-Yo tampoco me lo explico. – carcajeó. Lo observé ingenua y sonreí.
-¿Vamos a comer? – pregunté.
-Sí. – asintió sonriente.
Guardamos nuestros cuadernos y fuimos al comedor. Allí comimos hasta reventar, reímos y contamos algunas cosas. Logan se sentó con nosotras en la mesa e hizo muy buenas migas con Chris. El ‘amigo’ de Pau. Contaron algunos chistes malos y otros buenos. Logan era muy bueno contando chistes. Me levanté a colocar mi bandeja en los platos sucios cuando un chico chocó contra mí. Tras unos malabares, logré sostener la bandeja.
-Lo siento. – dijo el moreno. Era el moreno. Sí, Chaz.
-No pasa nada. – negué seria y seguí mi camino.
-Oye - me llamó. Volteé lentamente.
-¿Sí?
-Se te calló. – dijo entregándome mi pañuelo.
-Gracias. – asentí y me dedicó una leve sonrisa.
¿Desde cuándo tanta amabilidad? Aunque con Chaz no había cruzado palabra hasta ahora y a penas en clases su voz se escuchaba, aquello me había sorprendido. Volví a la mesa.
• 4 horas más tarde.
-Chicas me voy a cambiar, ahora bajo. – dije subiendo las escaleras. En diez minutos había quedado con Justin y ya casi llegaba tarde. Cuando subía el último peldaño. La puerta se abrió fuertemente.
-¡Maslow! – gritó Justin desde la puerta. Las chicas se exaltaron.
-¡Qué haces aquí! – dijo Anahí.
-Hola hermosa. – dijo Justin sonriendo mientras coqueteaba con ella. Fruncí el seño.
-¿Qué pasa? – Dirigió su mirada hasta arriba.
-Vamos. – hizo un leve movimiento con la cabeza.
-Espera, voy a cambiarme.
-No. – negó. – Vamos en uniforme. La empresa se pondrá en contacto con la universidad.
-Pero…
-¡Vamos! – gritó. Bajé las escaleras rápido y cogí mi teléfono móvil. Miré a las chicas que nos miraban con una expresión algo extraña. Sin decirles nada, cerré la puerta.
Hicimos el mismo recorrido que ayer, sólo que esta vez salimos autorizados. Llegamos al árbol donde Justin tenía la moto y otra vez el mismo problema.
-¿Atrás o adelante? – pregunté. Justin elevó una ceja divertido.
-Deja de malpensar. – bufé.
-Atrás. – carcajeó y subió en la moto. Me impulsé en su hombro y me subí. Cuando ya estaba arriba me abracé fuertemente de él, la moto no se había movido absolutamente nada, ni siquiera estaba encendida.
-Ya vas aprendiendo. – carcajeó irónico.
-Vámonos ya.
-¿Qué champú utilizas?
-¿A qué viene eso ahora?
-Me gusta tu olor.
Y arrancó, dejando la paz atrás. Me agarré mucho más fuerte de él. En todo el trayecto no abrí los ojos. Sentí como la moto se paraba. Abrí lentamente los ojos y solté un suspiro leve. Me deshice del ‘abrazo’ y bajé. Rápidamente bajó él y caminó a paso rápido. Le seguí y mantuvo la gran puerta de cristal. Entré y saludé a la recepcionista, ella me regaló una gran sonrisa. Justin habló unos minutos con ella y luego nos dirigimos al ascensor. Él estaba respirando muy rápido, no sabía lo que le pasaba.
-¿Te encuentras bien? – le pregunté con el ceño fruncido.
-Ajá. – dijo asintiendo. Arrugué mi entrecejo.
La luz verde avisó que ya habíamos llegado al décimo piso. Salí yo y luego él, le dejé paso delante y nos acercamos al despacho en el cual yo había estado ayer. Tocó dos veces y después del ‘Adelante’ entramos.
-¡Chicos! – dijo Jeremy poniéndose en pié mientras nos regalaba una gran sonrisa. Justin y él se dieron un cálido abrazo y unas palmaditas en la espalda. Luego me miró y con efusividad, exclamó mi nombre.
-Hola. – dije yo sonriente depositando dos besos en sus mejillas.
-Hola bonita. – sonrió volviendo a su silla de cuero. ¿Bonita? Se sentó. Señaló las dos sillas que estaban justo delante y yo y Justin tomamos sitio.
-¿Cómo están? – preguntó. Yo me elevé de hombros.
-Genial. – dijo Justin sonriendo mientras se elevaba de hombros. Con esa cara de estúpido engreído.
-Bueno, - dije esta vez yo. – Se podría estar mejor.
-Sí. – dijo esta vez Jeremy. – Siempre se podría estar mejor. – sonrió y nos miró a los dos. – Debemos estar atentos a las oportunidades que nos regala la vida.
-Supongo. – reí.
-¿No tenéis tarea? – preguntó.
-Sí. – dije.
-No. – dijo Justin. Lo observé y fruncí el ceño. – Vale, si. – Jeremy soltó una gran carcajada y volvió a dirigir la mirada a su hijo.
-Vayan allí. – señaló una oficina. – Hagan la tarea y luego hablaré con vosotros.
-Venga ya. – carcajeó Justin. - ¿Me vas a decir que tengo que hacer la tarea? – elevó una ceja. Jeremy lo miró con el ceño fruncido.
-Así es. – asintió. – Antes hablé con la señora Macer para permitirles y darles la autorización de salida y me habló de tus malas calificaciones. Es hora de que empieces a cambiar Justin. Yo tragué saliva. ¿Me iba de allí?
-Yo no voy a cambiar. – carcajeó irrespetuoso.
-Bueno. – dije yo. Los dos me miraron. - ¿Y cómo hacemos la tarea? Ni siquiera trajimos los libros.
-Si, si, es cierto, por primera vez tiene razón. – dijo Justin asintiendo. Lo miré furiosa, pero prefería no decirle nada. No quería ser irrespetuosa con su padre delante.
-Los mandé a buscar. Allí tienen todo lo que les hace falta.
Justin bufó. Yo asentí y me puse en pié. Me subí las gafas con delicadeza y pedí permiso de salida. Caminé el pequeño pasillo y llegué a la oficina que había dicho Jeremy anteriormente. Abrí el pomo y entré. Bolígrafos, gomas, lápices, libros, cuadernos. Cerré la puerta. Justin la abrió rápidamente con fuerza. Di gracias a Dios de no haber estado delante. Y la cerró de nuevo fuertemente.
-Ay, relájate. – dije cansada de su comportamiento, sentándome en la silla.
-¿Qué se supone que debemos hacer? – dijo con voz ronca. Estaba enfadado.
-Bueno, lo primero relajarte porque como me termine de hartar yo…- no quise terminar la frase.
-¿Física y Química no? – preguntó.
-Hombre bien, al menos sabes que profesor nos marcó la tarea.
-¿Me estás llamando estúpido?
-¿Te acabas de llamar estúpido tu mismo?
Justin rodó los ojos y suspiró pesadamente. Me encantaba sacarle de quicio. Sonreí interiormente y abrí mi cuaderno. Cogí un bolígrafo de tinta azul y comencé a copiar los enunciados. Él jugaba con su teléfono móvil. Respiré hondo. Llevé el bolígrafo a mi boca mientras pensaba en el ejercicio, dirigí mi mirada hacia a él. Me estaba mirando curioso mientras yo jugaba con el bolígrafo. Lo saqué de mi boca y apunté una primera frase.

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